El agua y los libros generalmente no van de la mano. Cuando el líquido elemento entra en contacto con un libro, sus hojas lo absorben y terminan deformándose y multiplicando su volumen. ¿Qué hacer en estos casos?

La respuesta en forma de videotutorial la compartieron en YouTube los expertos en preservación de bibliotecas de la Universidad de Syracuse de Nueva York (EEUU). La técnica que ellos proponen requiere el uso de toallas de papel absorbentes, un ventilador y un par de tablas de madera con las que hacer prensa.

Así pues, el primer paso que debemos hacer cuando un libro se haya mojado en agua es secarlo con papel absorbente. Primero por la portada y sin olvidarnos de hacer lo mismo con las hojas del interior (cada 10/20 páginas y sin abrir el libro más de 90 grados).

A continuación, seguimos con el proceso de secado posicionando el libro semi abierto delante de un ventilador durante toda la noche (o hasta que esté completamente seco).

Una vez eliminada la humedad, colocaremos el libro entre dos tablas de madera a las que pondremos tanto peso como sea posible para hacer prensa y que quede lo más plano posible.

Por último, el vídeo aporta un consejo de gran utilidad en caso de no poder reparar un libro mojado en ese momento: meterlo en una bolsa de plástico con cierre hermético y ponerlo en el congelador. Esto se hace para que los libros no tengan la posibilidad de enmohecerse.

Cuando podamos ocuparnos de su restauración, tan solo tenemos que sacarlo del congelador y seguir los pasos antes mencionados.

Siguiendo estos consejos, es posible rescatar libros y cualquier otro documento en papel que ha sido dañado por el agua. Un dato de interés a tener en cuenta para dejar a un lado el pensamiento de que los libros mojados no tienen solución.

Si bien es cierto que no estarán en las condiciones idóneas para un coleccionista, aún será posible leerlos y disfrutar de ellos.