Impacta. Sorprende. Gusta o no gusta, pero no deja a nadie indiferente. Así podría resumirse, en un análisis simplista, la muestra de pintura expuesta por Jean Charles López en la sala de usos múltiples del Casino de Cartagena, que puede ser visitada hasta el próximo sábado. Pero el análisis merece ser mucho más amplio, por el interés de la obra.

La exposición desarrolla una temática que gira alrededor de los pájaros. Y más concretamente de los pájaros heridos directamente por la mano del hombre y por la acción de éste sobre la naturaleza, que los arrastra hacia su exterminio y los aboca incluso a su propia autodestrucción.

Una conversación con el autor, delante de su obra enmarcada y realizada sobre papel, me abre con meridiana claridad el horizonte de su visión, la que le hizo sentir el impulso de desarrollar la idea de la interrelación del hombre y su hábitat natural, utilizando a los pájaros como protagonistas. Fuente de inspiración reflejada en una interesante serie que se entiende como un todo girando sobre su eje central, y que desarrolla, en diversas formas y texturas, la idea original que ha ido plasmando en varios años de actividad, sobre la que, una y otra vez, ha regresado y recurrido al pincel para expresarla.

Criaturas, a veces hibridas, en actitudes atormentadas o plácidas, frágiles o amenazantes, son el vehículo para el desarrollo de su mensaje, que incluso se vale del mito griego de Fedra y su despecho por el rechazo amoroso de su hijastro Hipólito, como medio para transmitir, a través de la destrucción de las aves, su particular visión de la lucha contra natura.

Pero no sólo el contenido es interesante. Lo es, en la misma o superior medida, la técnica que utiliza en su desarrollo. En primer lugar, el soporte. No es tela, ni tabla, sino papel, lo que condiciona de manera determinante su ejecución. El mismo pintor explica que la aplicación de la pintura en este caso obliga a realizar un trabajo a la antigua usanza, donde predomina la mezcla previa en la paleta del color y la textura deseadas, y no sobre el propio lienzo por su carácter poroso. Es necesario dejar secar la pintura una vez es aplicada -para permitir la superposición de capas-, no la mezcla, lo que hace de ello un trabajo que precisa de un tiempo imperiosamente obligado.

En segundo lugar, la expresión. Cada obra refleja originalidad en su composición. Se hace dueña del espacio en el que se enmarca y juega con el vacío como elemento compositivo, en el mismo nivel de interés que ocupa la propia pintura. El vacío se delimita con un simple trazo, y completa la obra.

En tercer lugar, la textura. El autor se expresa a través de la tinta tradicional, la tinta de impresora, el pastel y el óleo. Los caminos utilizados, según cuenta, le han permitido disfrutar en la realización de cada cuadro, que no sólo se explica a sí misma, sino que ha de entenderse como parte independiente de un todo.

Jean Charles López es francés, aunque de origen español. Ha vivido en el país galo hasta que hace unos meses decidió fijar su residencia en Cartagena, de la que son sus antepasados. Ha expuesto en Francia, en París, y en España (Barcelona, Madrid y Zaragoza). También en Italia y Estados Unidos.

Se inspira en el expresionismo europeo y la pintura clásica, y su formación universitaria en Psicología define su trabajo muy en relación con la exploración de la mente humana y las consecuencias de su actividad.

Una exposición como la que podemos contemplar durante estos días colgada en el Casino de Cartagena, hace mucho tiempo que no teníamos ocasión de ver.