Somos hijos de la herencia literaria del Quijote; de Cervantes, de sus textos. Los hispanohablantes de aquí, y los de allá, al otro lado del charco. Pero la tradición que acompaña las historias del genial escritor de Alcalá de Henares se siente con mayor fruición en determinados territorios. Ahí está, como ejemplo paradigmático Castilla-La Mancha, donde el hidalgo y Sancho Panza son santo y seña. Y es que haber recibido la visita -en tinta y papel- del ´Manco de Lepanto´ es un regalo bien preciado para los amantes de las letras, y un presente casi involuntario del que no muchos lugares pueden hacer gala -entre ellos, Cartagena, con Viaje al Parnaso-.

Murcia, no obstante, también es uno de ellos. De aquí era la bella Constanza, más conocida como ´Preciosa´, y protagonista del relato más importante de Las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes: La Gitanilla, una obra que mañana recupera, en su adaptación a las tablas, la también murciana Compañía Ferroviaria. Lo hará en el Teatro Romea y bastantes años después de su última representación en la ciudad. Responsabilidad de Paco Maciá y Santiago Delgado, se trata, sin embargo, de una revisión de aquella pieza estrenada en 2005 con motivo del IV Centenario de la muerte de Cervantes. «Hemos decidido volver a la obra porque nos parece que los valores que defiende Cervantes en esta novela ejemplar son trasladables a nuestra realidad actual y más cuando el ejercicio de tolerancia en igualdad nos atañe a todos sin exclusión si queremos seguir dignificando nuestra civilización y no caer en los diversos fanatismos que vuelven a emerger», apuntan fuentes de la Compañía Ferroviaria y Arena Teatro, coproductora de La Gitanilla, una pieza que redunda en torno a la cultura y las tradiciones de los gitanos en el Siglo de Oro.

En este sentido, su director, Paco Maciá, en palabras a esta Redacción, apuntó que «es verdad que, en muchos aspectos, la historia original es peyorativa -y hemos suprimido los que creíamos que podrían resultar ofensivos-», pero, al final -asegura- Cervantes se muestra «tolerante con una etnia que no estaba ni mucho menos bien vista en la España de aquel entonces. Es más, hace que un hidalgo se acerque al mundo gitano y se enamore de una ellos», subraya.

Y es que, para Maciá, se trata de una adaptación que, en este sentido, tacha de «educativa». De hecho, recuerda que cuando acometieron la realización de La Gitanilla en un primer momento, estuvieron «investigando» a fin de ser lo más correctos que pudieran. «Hemos explorado, como buscadores de tesoros, la cultura gitana, las raíces, tradiciones y creencias de aquellos gitanos que vivieron en la España del Siglo de Oro, cuya problemática, en parte, es la misma que la de hoy; la pervivencia de un modelo de vida en conflicto con la etnia dominante, es decir, nosotros, los ´payos´», explican ambas compañías en el dossier de la obra.

Casi un musical

La Gitanilla cuenta la historia de una joven que fue secuestrada por una cuadrilla de gitanos trovadores que andurreaban por los caminos de Castilla ofreciendo su espectáculo por calles y plazas; una vida a la que el descaro de ´Preciosa´ no tardó a acostumbrarse. Sin embargo, cuando un noble se enamora perdidamente de ella, la matriarca la devolverá a sus distinguidos padres, en Murcia.

En esta revisión de la adaptación de 2005, Maciá se «aparta más de los aspectos más históricos», para centrarse más en el personaje de Preciosa, «en sus vivencias, y en torno a ella suceden los acontecimientos de La Gitanilla», precisa el director. Y lo hace con una obra que, «sin rozar la comedia, es muy amena porque está repleta de canciones, de recitados, con una música fantástica de Luis Paniagua»; pues, para Maciá, «no deja de ser un musical con clásicos del Siglo de Oro, pues hemos entendido que, para el mundo gitano, las canciones que se cantaban en la época eran importantes».