El destino final y la accidentada trayectoria vital del escritor anglo-argentino William Hudson (Quilmes, provincia de Buenos Aires, 1841- Londres, 1922) va en perfecta y diversa coherencia con la obra que creó, una de las más importantes, interesantes y no justamente conocidas del siglo XIX (también podemos añadir, no demasiado conocida primera, en el siglo XIX); en el actual, los libros de Hudson van siendo publicados dada su calidad literaria y adelantado mensaje ecólogo, y ampliando su número de lectores, en cualquier idioma; como está ocurriendo, el fenómeno masivo, con su homónimo norteamericano Henry David Thoreau (1817-1862)

Escuchando la hermosa versión operística de la leyenda de Orfeo y Eurídice, que la compositora y musicóloga Christina Plauhar, junto con L'Arpggiata, compañía creada y dirigida por ella, estrenó en Bogotá recientemente, la imaginación me traslada al increíble universo de la selva amazónica, y a la renovada lectura de uno de mis libros favoritos de Hudson, Mansiones verdes (Grenn Mansions, 1904) novela que, algo más de una centuria de ser publicada en Inglaterra, donde el autor vivía desde la edad de treinta años hasta su muerte, se ha ido convirtiendo en una obra de culto.

Si Orfeo Chamán es bella y la más nueva ópera basada en el mito del poeta tracio y su amada arrebatada por la muerte, la puesta en escena de la obra universalmente conocida, y recreada en múltiples versiones durante los últimos cuatro siglos, filmada y publicada en dvd por Erato e incluido el antiguo filme de 1956, recreado en el trágico amor de la india salvaje Rima y Abel, un aventurero y conspirador venezolano, con los cuales el destino cumple su ciclo de amor y muerte? Sí, como Orfeo Chamán (con libreto en castellano del colombiano Hugo Chaparro Valderrama), Mansiones Verdes de W.H Hudson es un texto absolutamente fascinante y literalmente perfecto. Una novela con una historia que el lector difícilmente podría olvidar.

William Henry Hudson, como hemos indicado, nació en plena pampa argentina, hijo de emigrados norteamericano. Su idioma siempre fue el inglés, y escribió hermosos libros acerca de la exuberante naturaleza que la fortuna le concedió conocer, admirar y amar (aunque, enigmáticamente, nunca regresó a aquellos sus originarios lares). Dedicó su atención, además, a los pájaros, y en especial a los ríos de Plata; y de ellos escribió algunos de sus más bellos libros, todavía a la espera de ser traducidos (en editoriales argentinas y sudamericanas, existen versiones todavía localizables). La editorial española Acantilado, con acierto y justicia se ha dedicado últimamente a la obra de Hudson, de la cual lectores pioneros, como por ejemplo Miguel de Unamuno o Jorge Luis Borgues , dejaron por escrito su admiración.

Aparte de Mansiones Verdes, Acantilado tiene publicados los títulos autobiográficos Allá lejos y tiempo atrás y La tierra púrpura; y seguidamente se publicará un libro de relatos cortos, titulado El Ombú (como curiosidad: por cierto, el árbol de la Plaza de San Bartolomé en Murcia de nuestra ciudad es precisamente un ombú; también conocido como 'Bellasombra').

William Henry Hudson acabó sus días en Inglaterra, que él consideraba su verdadera patria. Allí dedicó a sus recuerdos de la tierra natal su obra, y también los volátiles ingleses, en especial los gorriones de los parques londinenses que, por escritores importantes del ámbito anglosajón como Virginia Wolf y Joseph Conrad, que no eran fáciles de contentar en cuestiones literarias, y menos en asuntos relacionados con la mente y la naturaleza de los humanos.