Un hombre planea suicidarse mientras su compañero lo anima a llevar a cabo su macabro plan para donar su páncreas a un tercero, pendiente de un transplante urgente. Alfonso Lara da vida a este último personaje en la obra Páncreas, que estará mañana en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena a partir de las nueve y media de la noche. Además, Lara, estará acompañado por otros dos pesos pesados del teatro y la pantalla de nuestro país: Fernando Cayo y José Pedro Carrión, que estarán bajo la dirección de Juan Carlos Rubio y apoyados en un texto de Patxo Tellería poco convencional.

La obra está escrita en verso, algo que choca con su carácter contemporáneo.

En este caso choca para bien, porque toca temáticas eternas, como la amistad, la muerte o el perdón, cogiendo la tradición del verso, y, para los jóvenes, es una buena introducción para perder el miedo al teatro clásico viendo un obra que no es solo de risa, sino de carcajada, y también cumple la función de embellecer el lenguaje cotidiano vulgar y cutre al que estamos acostumbrados con la televisión.

Además, tiene partes cantadas. ¿Ayuda esto a añadir un toque de sofisticación a una trama, en principio, rocambolesca?

Cantamos dos canciones y a mí me ha servido para no castigarme demasiado por mi forma de cantar, ya que puedo hasta entonar encima de un escenario, cosa que no sospechaba. La puesta en escena que ha hecho Juan Carlos Rubio, el director, tiene un toque victoriano, es muy atractiva de ver y muy divertida de trabajar.

¿Fue difícil trabajar un personaje tan complejo y sensible?

Ha sido un proceso de ensayos muy placentero. Juan Carlos planteó un trabajo que funciona como una coreografía, muy pautado. Realmente, Páncreas es una partitura desde el principio hasta el final. El arco de los personajes está muy medido y pulirlos en los ensayos hasta que llegamos a la forma precisa, ha sido un gusto.

¿El hecho de llevar a los personajes a los extremos es lo que añade el toque cómico a la obra?

La comedia no deja de ser un espejo distorsionante de la realidad. El arte siempre nos lleva a explorar esos límites, que en la vida tarde o temprano acabaremos explorando. Poder afrontar el tema de la muerte en diferentes vertientes desde un prisma cómico es muy positivo.

Este espectáculo promete risas y reflexión. ¿Lo ha logrado hasta ahora?

Llevamos una gira muy extensa, pero, por ahora, la gente se lo pasa bien. El teatro siempre se hace con el público y, en el caso de la comedia, todavía más, porque la respuesta es muy inmediata. Te ríes, y cuando te vas a casa te planteas por qué lo has hecho, teniendo en cuenta lo que ofrece la función.

¿Cuenta con algún proyecto paralelo a esta gira?

Estoy trabajando desde hace un tiempo en la adaptación de una obra con la que estoy muy ilusionado y que me encantaría poder llevar a cabo este año. Ir caminando en mi faceta como director, en la que quiero profundizar más.