Es compleja, y a la vez sencilla, la labor creativa que desarrolla Lawrence Corby (Nottingham, 1970). Su trabajo estriba en reflexionar entre las relaciones del color y la forma, y su fruto es un universo cromático en movimiento, donde imperan las formas geométricas y la utilización de la técnica del collage para establecer con ello vínculos (casi) gestuales, valiéndose de tejidos, papeles y cartones. Sus obras contagian vida y las limitaciones se traducen en logros visuales. «Las piezas de Corby manifiestan complejos equilibrios entre la geometría y la gestualidad, poniendo en relación diferentes masas de color que generan una sintaxis subjetiva, resultado de la visión del artista acerca de la realidad», podemos leer en el dossier que facilita, a través de su directora, María Ángeles Rigal, la galería Art Nueve de Murcia, que acoge su último trabajo, Stand by me. Twelve paintigns.

Hace apenas unas semanas murió, a los 91 años de edad, el filósofo, sociólogo y ensayista polaco Zygmunt Bauman. En el año 2009 se editó en castellano su libro El arte de la vida. De la vida como obra de arte, en el que dedica un capítulo a la persona como artista y explica lo que supone ser «artista por decreto». Las referencias de esta publicación de Bauman son totalmente equiparables con el sentido de la vida y el quehacer artístico de Lawrence Corby, quien ya expuso en Murcia, y también en la sala Art Nueve, su proyecto From London, en el año 2009. La muestra que podemos ver en Murcia hasta el próximo viernes es la quinta exposición individual de Corby, quien se formó académicamente en Central St. Martins y en el Royal College of Art, de Londres.

La exposición cuenta con un catálogo sencillo, escueto, a modo de continuación de las 12 obras que se enseñan en las dos plantas de Art Nueve, diseñado por Paul Wood e impreso deliciosamente en Murcia. El pequeño librito comienza con el poema On Rachmaninoff birthday ('En el cumpleaños de Rachmaninoff'), obra del escritor estadounidense Frank O'Hara (1926-1966) y donde podemos leer: Secretos de Liszt y Scriabin/ susurrados a mí por encima del teclado/ en tardes sin sol! Y creciendo/ silenciosos en mi tormentoso corazón.

Estos versos de O'Hara también son útiles para profundizar aún más en la pintura de Corby, pintura y collage que elimina resquicios del azar. Cada línea, cada círculo, cada rectángulo, se sitúa en el lugar preciso, como si se formaran frases gramaticales meticulosamente construidas y mimadas. El recorte cumple una misión contenida para que el pigmento lo eleve a signo esquemático, a declaración de principios secretos, de intenciones traducidas, porque el artista edifica sus 'paisajes' con un vocabulario en clave pictórica.

La aparente irracionalidad de la distribución de las formas cobra sentido cuando miras atentamente la pintura. A veces, vamos a las exposiciones para que nos vean como miramos el cuadro y, cómo no, para estar presentes cuando pasan 'lista'. Pero la creación de Corby es mucho más pura, más sincera? Puede gustarle hasta a mi ahijado de cuatro años, Carlos.

Dejó escrito Zygmunt Baumam que «la cultura consumista consiste en que jurar lealtad eterna a nada y a nadie es imprudente, ya que en este mundo las nuevas oportunidades relucientes surgen todos los días». Cada cuadro de Corby es una fascinación de índole moderna, que nos permite ver al artista desde un rincón personal e íntimo, desde donde surge la más verdadera creación, en momentos -quién sabe- de sufrimiento y meditación.