Bruce Frederick Joseph Springsteen Zerilli nació un 23 de septiembre de 1949 en Long Branch (Nueva Jersey, Estados Unidos), hijo de un conductor de autobús y de una secretaria. Predestinado, por tanto, para ser el héroe rockero de la clase trabajadora.

Este viernes cumple, por tanto, 67 años (y lo celebra lanzando un recopilatorio con temas inéditos, preludio de sus inminentes memorias). Y a pesar de que la cifra ya es considerable y supera la edad legal de jubilación para cualquier profesión, Bruce todavía es uno de los artistas más energéticos y vigorosos en directo, con conciertos que últimamente han superado incluso las 4 horas de duración.

Porque sus recitales son extensas e intensas ceremonias en las que, capitaneando a su E Street Band, lleva al público hasta el límite de su resistencia, como pasó en su última visita a España el pasado mes de mayo, con grandes conciertos en Barcelona (Camp Nou), San Sebastián (Anoeta) y Madrid (Santiago Bernabéu).

Porque Sprigsteen lidera la E Street Band desde su formación en 1972 en Belmar (New Jersey). Siempre ha ejercido como caudillo de la cuadrilla, incluso cuando decidió disolverla en 1989, para después reunirla de nuevo en 1999. Y hasta hoy.

Por ello Springsteen es conocido por sus acólitos como El Jefe (The Boss), básicamente por su control de todo lo que sucede en el escenario y las grabaciones, aunque también por una serie de incontables cualidades, de entre las cuales seleccionamos cinco (en realidad son más, ciertamente).

Comunicación

Gran parte del trabajo de un jefe es saber comunicar la estrategia y los objetivos siendo claro y conciso para que todos sepan cual es su función en el equipo. Este diálogo tiene que ser en ambas direcciones, por lo que también debe escuchar a los suyos por el bien común. Esto Springsteen lo consigue con sus músicos y también con el público, que tiene muy claro que el fin último es desparramar durante el mayor tiempo posible como si no hubiera mañana. Y la conexión que se establece entre el maestro de ceremonias y sus fieles es extrema.

Da buen ejemplo

Un jefe no se escaquea. Un jefe está ahí siempre dando la cara. Y si hay un mal día hace lo imposible para enderezarlo y conseguir que cambie el signo de los acontecimientos. Un jefe suda la camiseta como el que más y de eso Bruce Springsteen ha dado infinitas muestras a lo largo de su extensa trayectoria, con recitales de entrega total durante más de tres horas (en ocasiones pasan de cuatro).

Motiva y reconoce el potencial

Para que esos maratonianos conciertos lleguen a buen puerto y no pierdan intensidad, los músicos tienen que estar rebosantes de motivación. El jefe debe inspirar y transmitir entusiasmo, además de ser capaz de reconocer las aptitudes y habilidades de cada uno de los integrantes de su equipo, algo que Springsteen tiene más que claro en su E Street Band, pues cada uno de los músicos tiene siempre su momento de lucimiento. Y si hay errores, también tiene que saber tolerarlos.

Espíritu positivo

Fundamental para que todo fluya es que haya buen ambiente y en eso la labor del jefe es importantísima. Y una cualidad para conseguirlo es mantener un espíritu positivo que se contagie al resto. En el caso que nos ocupa, se transmite no ya solo a los músicos en el escenario, sino que trasciende y llega hasta el público consiguiendo que la experiencia sea de pura jovialidad. Porque durante sus conciertos nada de lo que pase fuera importa ni preocupa. Porque todo puede superarse.

Autenticidad y fiabilidad

La honestidad y la autenticidad son otras de las cualidades que desprende Bruce Springsteen desde el centro del escenario cuando está flanqueado por los miembros de la E Street Band, quienes, además, confian en él con fe ciega porque saben que su fiabilidad es pétrea y rocosa. Y eso facilita que todo fluya como en el más mágico de los 'dream teams'.

Y por eso Bruce Springsteen será siempre El Jefe vitalicio, emérito, vitalicio y lo que haga falta. Porque liderará a su gente hasta el límite de sus fuerzas, incluso batallando contra la depresión, como recientemente reveló para estupefacción generalizada. Pase lo que pase, alguien en quien confiar.