­Murciano, de Abarán, Carlos Moreno se ha recorrido medio mundo cantando. Como tenor, ha logrado roles protagonistas de La Traviata, La Boheme, Il Tabarro o Un ballo in Maschera. Su debut profesional fue en Madrid en el teatro de la Zarzuela donde cantó El Dúo de la Africana y el reconocimiento internacional ocurrió en Montevideo y Bogotá. Su estreno en Estados Unidos llegó de la mano de Plácido Domingo, a quien considera «un divo dentro del escenario y una persona maravillosa fuera». Actualmente vive en Alemania y hoy regresa al Auditorio Víctor Villegas para cantar junto a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia en el concierto de inicio de temporada. Será una gala de lírica de ópera y zarzuela, dirigida por Virginia Martínez, y que contará además con la soprano Berna Perles.

¿Cuándo supo que quería cantar?

Lo supe desde muy jovencito, pero no porque me atrajese especialmente el mundo de la ópera. Me gustaba mucho escuchar música, sobre todo mexicana, como Jorge Negrete y Los Panchos. Mi padre me compraba las famosas cintas de cassette y a mí me gustaba escucharlas y luego imitarlas. Así que sobre los 16 y 17 años me di cuenta de que lo que quería era cantar.

¿Qué cualidades debe tener un tenor?

La cualidad más importante, además de la voz, es estar apasionado por lo que haces; que todavía sigas gozando, aunque hayas cantando ópera o zarzuela cien veces, sigas intentando transmitir la emoción de la música al público. Esta es la cualidad más importante de un artista.

Comenzó sus estudios en Murcia, debutó profesionalmente en Madrid y actualmente vive en Alemania. De todos los escenarios por donde ha pasado, ¿cuál es el que más le ha emocionado?

Muchos lugares han sido inolvidables para mí, pero siempre recuerdo con mucho cariño las siete temporadas que estuve en el teatro nacional de la Ópera de Riga, en Letonia. Era un teatro antiquísimo de tradición donde llegabas a trabajar y el escenario estaba lleno de artistas enormes y con una orquesta y un coro que te arropaba de manera excelente, donde se sientes un profesional mimado. Quizás haya sido donde más cómodo me he sentido y donde más me han exigido, pero eso es parte del trabajo.

Muchos artistas quedan impresionados con la acústica del Víctor Villegas, ¿le sucede también?

Sí y se nota mucho en los ensayos. Es como si estuvieras cantando en la ducha de tu casa. Oyes la orquesta clarísima, con nitidez, el conjunto te oye a ti y el público oye a los dos, a la orquesta y al cantante de una manera nítida y clara. Es la segunda vez que trabajo en el Auditorio Regional, curiosamente la primera vez fue cuando vivía Víctor Villegas. La acústica es excelente y por ello no te preocupas de si se oye o no, sino de llevar la música a los corazones de la gente que vaya a vernos.

¿Cómo se vive la ópera en otros países?

Se vive igual en cualquier lugar. La afición hacia la ópera es estándar, lo que es diferente es la manera política o económica de enfocarla. Por ejemplo, casi todas las ciudades grandes de Alemania tienen un teatro de ópera estable donde, además del personal técnico, hay contratados cantantes, actores, bailarines y directores de escena, pero porque esa cultura centroeuropea demanda que cada semana y cada día haya una función en el teatro. Allí, en los presupuestos ya se cuenta con una partida de dinero para la cultura.

¿Es difícil ser cantante de ópera hoy en día?

Es difícil siempre, hoy en día, hace cien años y dentro de cincuenta. Ser cantante de ópera no es tener voz, es la responsabilidad de salir a hacerlo bien.

¿Cómo fue la experiencia de cantar junto a Plácido Domingo?

Gané el tercer premio Operália de Burdeos y tuve la oportunidad de cantar los conciertos dirigidos por él. Después me abrió las puertas para cantar en la ópera de Washington. Así que debuté en la capital estadounidense gracias a él. Conocer a una persona como Plácido Domingo es increíble porque es bastante asequible, fácil y humana. Es un divo dentro del escenario y una persona maravillosa y agradable fuera. Siempre tiene una palabra de apoyo y a los cantantes jóvenes nos trata con mucho cariño, y eso se agradece muchísimo.

Ha cantando los roles protagonistas de La Traviata, La Boheme, Madame Buttertfly, Il Tabarro y Un ballo in Maschera, entre otros. ¿Qué le queda por cantar?

Hay un par de papeles que me gustaría hacer y nadie me ha ofrecido. Se trata de una ópera que se llama Andrea Chénier y otra de Verdi que se llama La fuerza del destino.

¿Qué personajes tiene como referencia?

Empecé a aficionarme a la música a través de los discos de gramófono y me enamoré de la voz de un tenor que se llamaba Enrico Caruso y el español Miguel Fleta, dentro de los antiguos. De los modernos, el que más me ha gustado ha sido Plácido Domingo, por ser muy versátil.

Hoy actúa en Murcia en el concierto de apertura de temporada junto a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. ¿De qué trata el programa?

Se ha hecho un programa de fragmentos de ópera muy conocidos como La Traviata, La Boheme, Fausto, Tosca... y la segunda parte es de música española, concretamente de Zarzuela. Así se escuchará El Gato Montés, El Dúo de la Africana, La Marchenera... vamos a hacer música para que toda la gente se sienta cómoda.