¿Por qué escribir novela negra? ¿Qué le hizo decantarse por este género?

Cuando escribo no me lo planteo en términos de género. Quiero hablar de ciertos temas, y para ello uso los resortes de la novela negra: el investigador, el suspense, la realidad social descarnada, las miserias que bullen dentro de nosotros, son esas cosas las que me interesan. Con eso cocino lo que yo creo que es un cuento de hadas noir, un mundo secundario con sus propias reglas.

Mencione un autor del género que podamos considerar de culto para usted.

Para mí el más admirable es Jim Thompson, cuando cuenta una historia siempre es interesante, incisivo y no deja indiferente. Pero, si hablamos de culto, hay que citar a Boris Vian. Jamás nadie escribió de manera más implacable.

¿A qué personaje, policía o detective le hubiese gustado crear?

Estoy muy satisfecho con mi Detective Mejías. Hay muchos que me encanta leer, como Samuel Sparta de Ramiro Pinilla, Johnny Thunders de Carlos Zanón o Camille Verhoeven de Pierre Lemaitre, pero a la hora de crear es necesario encontrar la propia voz.

¿Prefiere la sangre o la psicología en sus novelas?

La psicología es mucho más interesante. Aunque para que funcione debe existir la amenaza de la sangre.

¿Algún arma preferida a la hora de matar?

No soy muy de matar. Soy más de hacerlos sufrir.

Valore la novela negra española frente a la de otros países.

Creo que estos años hay una gran producción, y que existen nuevos valores, pero nos falta dar el último gran salto. Autores como Carlos Zanón, Víctor del Árbol o Rosa Ribas aún no han tocado techo, y ellos pueden situarnos mejor en el panorama europeo, que es donde debemos hacernos valer. Por otro lado, en España se leen aún demasiados autores extranjeros y pocos nacionales; creo que para cubrir este salto nos hacen falta ser más originales en nuestras propuestas, aunque hay gente como David Llorente que se atreve a ir a donde otros no han estado: creo que debemos buscar territorios poco transitados si pretendemos que se valore el trabajo de los escritores españoles.

¿Qué le ha impulsado a asistir a Cartagena Negra, conocía ya estas jornadas?

Estudié ingeniería en Cartagena, tengo aquí familia y vengo a menudo; para mí es un placer contribuir en cualquier acto cultural de esa ciudad. Estuve el año pasado en Cartagena Negra y la experiencia fue muy positiva, sobre todo en términos de público, lo cual es esencial en este tipo de jornadas. Lo necesitan los organizadores, lo necesita la ciudad€ y lo agradecen los participantes. Me parece que este año Cartagena va a consolidarse definitivamente.

¿Qué opina del boom de festivales negros que hay en España?

Me parece estupendo, y lo digo como organizador de Valencia Negra. La cultura debe llevarse a los ciudadanos de forma local, y según ese criterio todas las ciudades podrían tener festivales literarios, de género negro o de otro género. La cuestión es si seremos capaces de aprovechar esta ola a favor para crear algo duradero o desaparecerá como tantos proyectos. Creo fundamental la frescura y originalidad de los contenidos, e involucrar al público lector, tanto adulto como adolescente.

¿Hay algún tema que no trataría nunca en sus novelas?

No podemos ponernos límites sobre qué incluir en una novela. Lo que es fundamental es creer en lo que uno narra, para que el lector complete luego el texto.

¿Cree que la realidad supera a la ficción como fuente de argumentos negros?

La realidad€ creo que ninguno sabemos exactamente lo que es la realidad, tenemos un pacto tácito sobre ello que no solemos repensar. Aristóteles nos dijo que el arte imita a la vida y mucho después Oscar Wilde nos recuerda que la vida imita arte. Si miramos las noticias nos sentimos tentados a creer que la realidad supera a la ficción, pero eso es porque tratamos de hacer la ficción hiperrealista. Me parece que hay un error de base en eso, la ficción es otra cosa, mucho más poderosa, que tiene unas reglas mucho más claras que la realidad, y que por eso mismo puede llegar más lejos. Por eso creo en la creación de mundos secundarios especiales, que sirvan de espejo para hablar del nuestro, sin necesidad de buscar el realismo.

¿Qué le diría a un lector que no conozca su obra para que se acerque a sus novelas?

Las novelas del detective Mejías suceden en un mundo a medio camino entre el cómic y los cuentos de hadas, donde las aventuras más descabelladas son posibles, y donde intentamos comprender cómo lo que hicimos en el pasado nos persigue hasta el presente, exploramos la frontera entre la realidad y la ficción, y sobre todo intentamos interpretar cómo somos los seres humanos y por qué hacemos lo que hacemos, lo cual me parece el único tema del arte. Esto se puede abordar de manera divertida y profunda a la vez, con comedia y drama, puesto que la vida consiste en reír y llorar.

¿Cuál es, si se puede confesar, el siguiente crimen que tiene en mente?

En mi tercera novela, que no será del detective Mejías, quiero hacer un viaje al interior de nosotros mismos, a una lucha a cara de perro con la muerte, y para ello tendré que valerme de un mundo especial que me parece muy atractivo, pero del cual prefiero no avanzar nada más por el momento.