Con más de un millón y medio de discos vendidos, 9 discos de platino y un disco de oro, Antonio Orozco (Barcelona, 1972) presentará esta noche en El Batel los temas de su último disco, Destino, y recordará sus baladas más exitosas como Estoy hecho de pedacitos de ti o Devuélveme la vida. El músico catalán, que pronto volverá a la televisión con La Voz Kids, cuenta sus preocupaciones y sus alegrías con la sencillez de un hombre que ha trabajado mucho para llegar a encontrar un sitio en el mundo de la música.

¿Qué busca en los directos, qué no puede faltar en cada uno de ellos?

La grandeza de los conciertos es que consigan la desconexión del público de su dinámica diaria: de las prisas, del escaso tiempo que tenemos para todo, de las preocupaciones... Los conciertos son un momento para escapar de todo eso y, aunque sea por unas horas, disfrutar solo de la música.

En Destino, su nuevo trabajo, incorpora más ritmos rockeros y electrónicos, por lo que se presta mucho al directo.

Intento que todos mis conciertos sean divertidos, que nos su-

ban a todos muy arriba, pero es cierto que este es un disco que nació para el directo y es sobre el escenario como mejor se siente, donde gana más.

¿Cómo vive estos meses de gira, le da tiempo a algo más que a los propios conciertos?

La verdad es que los vivo a toda velocidad, por lo que es difícil centrarse en el detalle, pero al mismo tiempo trato de llevarlo con calma. Normalmente llegamos temprano a las ciudades. Pasamos el día en la ciudad, preparamos el concierto y, al día siguiente prontito salimos de nuevo a la carretera. Poco tiempo tenemos.

Tanto en sus canciones como, por lo que vemos, en su día a día, el paso del tiempo, la velocidad, es algo que le preocupa.

La vida y la edad son un grado y las experiencias que vives te dan pautas sobre cómo hay que vivir. Durante estos años he aprendido a valorar mucho más el tiempo del que dispongo y trato de multiplicarlo. He aprendido que la vida es este momento y un poco más allá. Plantearte procesos a muy largo plazo no tiene sentido, ya me he dado cuenta de eso. No puedo decir que sea feliz en todo momento, tengo mis preocupaciones, pero desde luego he aprendido a ser feliz también con ellas, a disfrutar a tope porque la vida es un regalo.

¿Y qué parcela de ese tiempo 'le roba' la composición de sus temas?

Bastante. Cuando me pongo a escribir estoy muy centrado en ello y le dedico ocho o diez horas diarias. Necesito por lo menos un año para crear las canciones de las que saldrá un disco y no suelo compatibilizar esa labor con casi nada. Para este trabajo compuse cincuenta temas y, para el próximo, seguramente serán muchas más porque cada vez soy más exigente con lo que hago; para acertar hay que equivocarse mucho y yo quiero superar siempre el éxito anterior, es algo que me impongo a mí mismo. En plena gira no puedo ponerme a escribir, pero calculo que en septiembre empezaré y hacia octubre de 2017 podría sacar un nuevo disco.

Le veremos próximamente como coach de La Voz Kids. ¿Se siente más cómodo como asesor de adultos o de niños?

Con los adultos me sentí súper cómodo, pero la experiencia con los niños está siendo alucinante. Estamos ahora en plena grabación y creo que al público que le gusta el programa le va a parecer impresionante. Es muy diferente trabajar con unos y con otros; no tiene nada que ver, pero lo importante es destacar el talento de los niños, que es mucho.

¿No cree que puede ser perjudicial para algunos niños someterles a una tensión como la que viven en concursos de este tipo?

Si yo viera que los niños sufren, no participaría en el programa. Lo viven como un juego y así es como tienen que planteárselo. Están acompañados de psicólogos en todo momento y realmente creo que lo disfrutan.

¿Hasta dónde cree que el destino ha tenido influencia en su vida?

El destino está en manos de cada uno. Yo no dejo nada en manos de nadie y mucho menos del destino. Hasta ahora, el mayor éxito de mi vida ha sido poder elegir, algo que poca gente puede hacer, y me siento muy afortunado. A mi hijo, de 9 años, trato de enseñarle también que el destino está en sus manos y que hay que trabajar mucho.

Lo echará de menos en sus viajes...

A veces lo llevo conmigo. Para él siempre tengo tiempo.