Eterno Camarón aterrizó en La Unión con un aforo lleno de público que esperaba lo que disfrutó, el recuerdo de un genio desde la mirada de artistas flamencos de primer nivel. No es ni un musical ni una obra teatral, es una nostalgia en el cante de Pedro ´El granaíno´ que llora todo lo que su garganta fabrica. Es un giro de aire gitano en el movimiento del bailaor ´El Choro´, es la sutileza jonda del baile de Mercedes Ruiz; un contratiempo de belleza en las palmas de los Makarines. Eterno Camarón reza una plegaria en la guitarra de Eduardo Trassierra, golpea la rabia por su temprana partida en la percusión de Paco Vega y remata su impronta con las teclas de Cristian de Moret. Sin olvidar a Gema Monge, que trae en su andar la esencia de forma directa la sangre de su padre, nuestro genio.

La Nana del caballo grande suena como un réquiem en la Catedral del Cante, es el preludio a un espectáculo que no es alegre pero es sentido, pese a tener alegrías, tangos como La Primavera o bulerías sordas. No es la fiesta que se esperaba hoy, es una forma de mantener el recuerdo del maestro de La Isla, aunque maestro no sea la palabra, porque de José Monge no se aprende nada; emociona y transmite más allá de una afición exigente y rancia; él llegó de forma universal atravesando caminos sin trasiego al corazón de todo el que lo escuchó. Eso se tiene o no se tiene, se nace o no, pero no se puede enseñar. Olvídense de intentar recibir lecciones de un genio.

Se mezcló el rajo de ´El Granaíno´ con los Makarines por sevillanas, el baile de un ´Choro´ que renace del fuego con un aire por seguiriyas y la soberbia oscura de Mercedes Ruiz por soleá. Sonó la Leyenda del tiempo sin la energía que se esperaba, pero la encontramos en los fandangos del cantaor tardío con una voz camaronera natural. Eduardo Trassierra nos regaló una rondeña con solitarios matices como aperitivo al cante por tarantos y al detalle del baile de la cordobesa; pinceladas que olían al final de esta gala flamenca atípica en La Unión con La Tarara.

No se acostumbra una noche así por esta tierra pero atrás quedaron las dudas cuando Camarón ´el eterno´ suena en el Antiguo Mercado por bulerías, señores, a esto hemos venido; a no olvidar quienes somos, a sacar el orgullo de ser flamencos y a encogernos el alma. Quizá es más simple que lo que nadie esperaba, podemos dejar los tecnicismos y las exigencias por una noche y sentarnos a disfrutar de unos artistas que con sencillez y talento vienen a decirnos que todo lo que se haga con el nombre de Camarón de la Isla nos parecerá insuficiente. Somos insaciables y no somos perfectos, es necesario aceptarlo. El cante de Camarón fue el ave de paso que como cierra este espectáculo, volando vino y volando se fue; el respeto y el cariño siempre quedará, como ese beso que Gema lanzaba a la pantalla mientras la admiración se apoderaba de ella. No fui a ver nada nuevo, solo fui a gozar de la eternidad de un genio, ese era el deber... cumplido.