Comenzaron las galas flamencas en La Unión tras casi media hora de retraso y con el respetable impaciente. Manuel Cuevas regresaba al municipio que le cambió la vida después de 14 años y comenzaba su recital con un cante de trilla sin aditivos, sin embargo, el cantaor erraba en la malagueña estilo de Enrique ´El Mellizo´; estilo que remataba con verdiales tirando de potencia y fuerza que no ha perdido con el paso de los años y junto a esa guitarra que hay que nombrar: ´Niño Seve´ es un instrumento de seis cuerdas o quizás de muchas más, melodía y frescura recogiendo el testigo de los más grandes. Ole su aire que nos hace respirar en esta noche estival.

Manuel siguió con una soleá por bulerías difuminada y hacía homenaje con minera y taranta para agradar a un público entregado desde el principio. Alegrías de Cádiz y Córdoba para demostrar compás y tientos muertos por tangos ya más cómodo para inaugurar el momento de la noche: su hijo, Manuel Cuevas Hijo y él se enzarzaron en una ronda de tonás que fue lo mejor de la velada y que se duda que sea superable en este festival.

Remató el de Osuna con fandangos del Gloria y del ´Carbonerillo´ entre otros; despidiéndose por bulerías con cuplé, que nos sigue contando que el artista canta mejor que cuando lo alumbró la Lámpara, pero le queda paladar para saborear el cante, ese cante de gusto y sentido que nunca se termina de cuajar y del que tiene una herencia en su casa palpable. Quizá sea un planteamiento de recital poco apropiado para la ocasión y lleno de contrastes, ya que Manuel Cuevas goza de fama de saetero y tiene como compañero a un cantaor totalmente opuesto como es José Domínguez ´El Cabrero´, cantaor lleno de personalidad e inconformista. Así lo declaró en su primer cante por soleá, con letras comprometidas y abarrotadas de jondura.

Continuó con las bulerías del ´Macho montés´, natural y anárquico pero con esa base y ese talento de cantar en la comodidad junto a su escudero Rafael Rodríguez, tres notas para cientos de sonidos. Seguiriya de anarquía y serrana, un cante en el olvido de muchos repertorios como la mariana o la petenera; pero ahí está el tío José, ese que a muchos lo tachan de populista cuando tan solo le canta a la libertad. Su verdad llega con la zambra Pastor de nubes y quizá sea para unos pocos la joya de su recital, aquellos que tenemos a un pastor más allá de la vida, de condición flamenca y personalidad auténtica.

Demuestra su buena forma con su versión por bulerías Si se calla el cantor suspirando la esperanza de que nos queda un ´Cabrero´ que va para largo; con ese sombrero pardo del sol, de días interminables donde no ves más allá que ganado y verea; esa verea que es el flamenco con piedras y charcos malagueños, fandangos y verdiales; compás que se transforma en una ´Luz de luna´ tan necesaria para vivir, para respirar y sobre todo para creer. Vamos a seguir creyendo en esa voz del pueblo que se resiste, en la voz de ´El Cabrero´ a veces fría, otras veces de acero, aquella que no tuvo infancia y si la tuvo no la recuerda.

En los contrastes de una gala como esta, la primera de La Unión en un festival que simboliza un cambio de color, nunca a destiempo pero a veces rápido o a veces lento; valoremos los principios del flamenco de hoy: la tolerancia y el respeto hacia el arte, y sentirlo con un corazón en blanco, libre de colores y libre de pensamiento. Sí a la libertad, no al libertinaje. Bravo.