Ya está. El festival de Cante Flamenco de Lo Ferro tiene un nuevo ganador. En esta edición, la de 2016, el Melón de Oro y el cheque de 12.000 euros del premio se han marchado a Extremadura en el coche de Francisco Manuel Pajares Carmona. Su cante, su pasión «por el flamenco popular» y una humildad y respeto grandes lo han elevado a la categoría de artista. Francisco Manuel, que ya lo era, camina hoy con más optimismo por la senda del cante jondo. Tiene solo 30 años, y ya es un maestro. El cantaor estuvo acompañado a la guitarra por Antonio Carrión en el festival y el jurado que lo escogió ganador de este certamen de cante estuvo formado por Francisco Martínez, Nicolás Lozano, Juan José Hernández, Ginés Abellaneda y Antonio Castillo 'El Gaditano'.

Después de la gala, ¿se pisa la tierra de un modo diferente?

Pues se pisa con más ilusión. Y se camina con la confianza que uno adquiere en uno mismo al demostrarse que sí se puede, que con trabajo, ganas y respeto se logran resultados.

¿El flamenco es entraña, es cabeza, es corazón?

Principalmente, el flamenco exige controlar los nervios. Es un arte en la que si no se tiene corazón ni alma, tener la mejor voz del mundo no sirve de nada. El flamenco es estómago, es interior, es quejío. Y eso se consigue llevándolo dentro desde niño.

Usted habrá nacido pegado al cante.

El flamenco lo llevo dentro. Desde que tengo uso de razón he cantado. Siempre lo he hecho, pero uno comienza a ser consciente de lo que hace y lo que significa más tarde. Empecé a los 15 o 16 años a subirme a los escenarios. Y ahí ya te vas dejando llevar hasta llegar al Melón de Oro. He cantado mucho para el baile y tengo algún premio, sobre todo en mi tierra, pero no esperaba nada. Es una vida de dedicación, sacrificio y estudio. Y luego, ir dejándote llevar, dejándote llevar, hasta que ocurre algo como lo que ha pasado en Lo Ferro. Poquito a poco, sin esperar nada, dejándome llevar y siendo un aficionado enamorado del flamenco.

¿Hacerse con el Melón de Oro cambia la vida del artista?

Si quieres, eso te lo contesto en un año (ríe). Yo, lo que sí que he visto es que el foco de atención sí que se pone más en mi persona. De camino hasta aquí, hasta mi casa, hay seis horas, y en el camino he podido hablar con muchísima gente y, ¡claro que sí! Hay una atención, unas felicitaciones. Algo se mueve.

¿Cómo se enfrenta uno a un concurso de flamenco? ¿Existe más presión por el jurado, la clasificación...?

Sí, aunque lo principal es tener las ideas claras y controlar los nervios. Y disfrutar, si disfrutas seguramente tienes el éxito garantizado: el de satisfacerte a ti mismo e irte con la cabeza alta. Luego el jurado ya dirá. Lo que decidan depende de ellos, y siempre puede haber alguien mejor que tú. Lo que no me perdonaría es que por cuestión de nervios fallara. Considero que estoy preparado y que puedo y tengo mis posibilidades, como todos mis compañeros, por eso quería que los nervios no afectaran, para explotarlas al máximo.

Su premio es al cantaor más completo. ¿Qué debe tener alguien para serlo?

Mire, el flameco abarca muchísimos palos, su árbol genealógico es muy grande. El concurso del Festival de Cante Flamenco de Lo Ferro se divide en varios grupos: cantes básicos, cantes rítmicos, cantes libres, los cantes ‘aflamencaos’... En esos cantes se pretende tocar el número máximo de palos y no repetirlos durante las fases de semifinales y la final. Eso da muestra de que eres un cantaor completo, un cantaor largo que abarca un amplio abanico de cantes.

¿El cante debe doler dentro?

Hoy hay mucho academicismo, mucha escuela, pero yo soy un cantaor que se ha hecho a sí mismo. Creo que a cantar flamenco nadie te puede enseñar. Si no tienes el don y esas cualidades, si no tienes estómago y momento, no se puede hacer nada. El flamenco es muy visceral y creo que la técnica vocal está por debajo de la expresión artística del flamenco. Si no, estaríamos engañando. ¡Estaríamos en la ópera! Este arte se ha creado por la fatiga de los pueblos, por el dolor de los mineros; es una queja, una lástima... Aunque también hay cantes dedicados a la alegría y a la fiesta. Es lo bueno del flamenco, que tiene las herramientas para poder expresar cualquier tipo de sentimiento.

¿Cómo es su cante?

Yo no sé cómo me ven. Intento expresar mi cante lo mejor posible, y ya esta. Los demás me dicen que controlo mucho los bajos, y que subo perfectamente sin llegar a gritar; también modulo bien y que tengo una voz agradable y bonita para transmitir lo que el cante necesita. Pero no sabría definirme.

¿Qué hay en el flamenco que no se encuentra en otro lugar?

La capacidad de expresar cualquier tipo de emoción y sentimiento. Es una cosa que cuando te entra por las venas ya no tienes modo de escapar; es una forma de vivir la vida. Es una pasión. El flamenco, o te gusta, o no, pero como te enganches, no te escapas, porque no te va a soltar jamás en la vida.

¿Hay futuro? ¿Nuevas hornadas en este mundo de Pokémon, velocidad digital y valores de superficie?

Espero que sí, espero que sí (ríe). Yo tengo 30 años, no soy muy mayor, pero jugaba en la calle. No tengo ni Facebook, pero por el bien de la Humanidad, las relaciones sociales tienen que ser de tú a tú. Si las ‘maquinitas’ nos sustituyen para la comunicación, para la diversión, para todo... estamos perdidos.

Lo bueno es que el flamenco no se puede sustituir por una máquina.

Por descontado. El arte no se puede sustituir por una máquina, sale de la expresión humana, y una máquina sería incapaz de expresar lo que una mano, una boca o una garganta puede llegar a contar.

¿Cuando canta, quién anda por sus recuerdos?

Soy una persona que admira el flamenco popular. Para mí, todas las fuentes de las que uno pueda beber vienen a enriquecer. En mi caso, y seguro que como le ocurre a muchos jóvenes, escuchar a Camarón fue lo que me hizo engancharme totalmente, pero son todos: Morente, Mairena, La niña de los peines... Soy un aficionado enamorado del flamenco y me agarro a todo el mundo. Y por desgracia, cada vez nos quedan menos: muchos maestros nos faltan.

Amarga la muerte de José Menese.¡

Claro! Además, nos enteramos en la semifinal, estando con su compadre Antonio Carrión, que es guitarrista oficial. Lo sentimos mucho. Yo tuve oportunidad de conocerle. Cada vez nos van quedando menos, pero esperemos que lo jóvenes sigamos dejando el flamenco a la altura que se merece, como han hecho estos maestros. Mi ánimo para toda la familia de José Menese.

¿Y si usted fuera un cante hoy?

Es algo muy subjetivo, pero en estos momentos, como me siento ahora mismo, sería algo así como un cante por bulerías o por jaleos extremeños. Cualquier cante que transmita un sentimiento de alegría. ¡Claro que sí! Ahora mismo no me encuentro para ser un cante por seguirillas, que son los que le hablan a la muerte y a la pena. Estoy eufórico.