Raverdial, la propuesta ofrecida por Niño de Elche y Los Voluble, fue un momento esencial de Sónar 2015, un sismo de voz jonda, fondos electrónicos y lírica cruda que golpeó pilares musicales muy aposentados, que pueden removerse otra vez con En el nombre de, espectáculo con el que han regresado al festival y que presentarán en La Mar de Músicas de Cartagena el 17 de julio.

En estos meses, la carrera del cantaor y compositor Francisco Contreras, alias Niño de Elche, ha sufrido también sacudidas importantes, replicas de aquella actuación, pero provocadas sobre todo por el éxito de Voces del extremo, álbum que le ha situado en el punto de mira de aquellos que quieren que la expresión musical no reprima sus instintos, ni en contenido ni en continente.

Contreras y Los Voluble -el dúo de remezcladores formado por los hermanos Pedro y Benito Jiménez- reconocían antes de su paso por el Sónar que el factor sorpresa no juega a su favor, porque todo el mundo iba a estar pendiente, en una edición, además, en que el activismo musical es uno de los ejes del festival. Pero volvieron a sorprender. Y mucho.

«Cuando el Sónar nos planteó que actuáramos de nuevo, nos dijimos ¿qué hacemos?, ¿por donde vamos a transitar? A la hora de hacer propuestas uno mira a su alrededor y una de las mochilas que llevamos es el tema fronterizo, no sólo en la cuestión geopolítica, que también, sino en esas fronteras no tangibles que están ahí y que pertenecen a nuestra forma de relacionarnos», explica el cantaor.

En este discurso, adelanta Contreras, la crisis de los refugiados en el Mediterráneo tiene un peso esencial, una situación «consecuencia de políticas de hace muchos años, un 'menage' de información, desinformación y leyes». En el Sónar llegaron a provocar la angustia de los espectadores con las impactantes imágenes sobre este drama.

En el Nombre de no se ciñe al tránsito territorial, sino que remezcla cantes anónimos, cantes de ida y vuelta, y textos del activista 'queer' Paul B. Preciado, con las imágenes y sonidos aportados por Los Voluble, para abordar el mundo de la cultura trans, y las fronteras de género.

«Creo que cuando uno comprende la libre relación entre los seres entiende que las fronteras son una construcción, que no van más allá», asegura este artista con una carrera a contracorriente, en la que no ha dejado tópico en pie, como la de ser un cantaor flamenco antitaurino. «Cuando me he encontrado con barreras establecidas no he intentado romperlas, las he bordeado, me interesa más la ruptura de fronteras interiores que las exteriores, en el momento que das valor a esas fronteras artísticas le das demasiado poder», afirma.

Esa posible etiqueta de polémico no le importa, aunque conlleve ideas preconcebidas. «Me cuestionan si algunos programadores se guían por esa etiqueta para programarme como 'el raro y el polémico' y que el festival tenga así esa parte cubierta. Si es así, nosotros lo que tenemos que hacer es aprovechar ese espacio para seguir trabajado en lo que nos gusta», desafía.

En la misma línea, Pedro Jiménez de Los Voluble remarca que no es ejercicio de estilo o una moda, sino una realidad. «No tenemos otra forma de comunicarnos, incluso cuando hacemos algo folclórico festivo o hedonista, tenemos un carácter político, pero porque no lo entendemos de otra forma».

La forma de trabajar de Niño de Elche y Los Voluble se basa en el conocimiento mutuo y la improvisación -«nuestra Dios y nuestra Virgen»- como herramienta de búsqueda. «Partimos de un espacio de encuentro, nos conocemos, somos amigos, usamos parte de la creación colectiva, no es un proceso en el que todo el mundo hace de todo, pero sí que hay un espacio de creación común», comenta Jiménez.

A pesar de todo el revuelo que se ha generado en torno a su carrera en solitario y los proyectos con Los Voluble, Contreras insiste en que no hay una intencionalidad de fusión de estilos. «Quiero romper el imaginario de que somos unos experimentadores locos que están todo el día en el estudio: no. El mayor espacio de mezcla son nuestros cuerpos, hay que escuchar a tu cuerpo, de qué estás compuesto, tus antepasados, tus lecturas, tu día a día, tus charlas, tus comidas, el telediario. Ser contemporáneo es eso, no tener ningún prejuicio de demostrar de qué estamos hechos», resume el cantaor sobre su impulso creativo.