No todo está perdido mientras queden los sueños. No habrá noche oscura hasta que existan personas que no se conforman con el mundo que les ha tocado vivir. Quedará esperanza mientras existan peces que intenten conocer lo que hay más allá de los límites del mar.

El artista Blas Miras (Mazarrón, 1957) ha encontrado en esos impulsos la génesis de su propuesta artística actual, que ahora se ha materializado en la exposición Como pez fuera del agua, que se puede visitar en el Palacio Molina de Cartagena hasta el 12 de junio. Como pez fuera del agua reúne 40 obras y trata de sorprender a través de la temática y la utilización de una gran diversidad de materiales, muchos de ellos madera y hierros reciclados. Con ellas, Miras pretende hacer «una defensa de la diversidad, un homenaje a todos aquellos que nadan contra corriente».

Unos extraños seres, Los peces-patos, son la pieza recurrente de esta exposición. Surgen por primera vez en unos grabados que el artista realizó para su anterior colección, El ombligo de la luna. Aparecen como personajes secundarios que pronto reclaman protagonismo y espacio propio. El propio Blas Miras habla de ellos: «Son seres especiales, a veces diminutos, otras, gigantes, que se sienten fuera de contexto, viviendo en un medio ajeno. Representan a los portadores de sueños, aquellos que no se conforman con el mundo que les ha tocado vivir, que anhelan otro más justo y solidario: poetas, escritores, investigadores, científicos, artistas, idealistas, voluntariado de ONGs, la buena gente, la gente buena? todos sapos de otra charca, peces que nadan fuera del agua».

Seres silenciosos, extraños a lo material, son hacedores de quimeras sin saberlo. Y es que el mar es demasiado pequeños para las personas sobre las que el artista pone la mirada: «Crecer distintos les ha supuesto tristezas y soledades, pero también la alegría del encuentro con sus iguales? y con sus diferentes. En ocasiones se sienten perdidos, caminan por un hilo frágil, hacen equilibrio por conciliar sus dos mundos, afrontan tempestades internas. Intentan alcanzar la luna, sus utopías, aunque subiendo los peldaños que llevan a ella pueden sentir el vértigo de llegar».