La compañía murciana La Nuca Teatro estrenó a principios de mayo en el Teatro Alfil de Madrid la obra Esperando a Godot, de Samuel Beckett, que estará en cartel cada domingo, hasta el próximo 26 de junio.

Esperando a Godot es una de las obras cumbre del teatro del absurdo. Está protagonizada por dos personajes, Vladimir (Fran Freire) y Estragón (Agustín Otón), que quedan cada día con la esperanza de encontrarse con Godot, de quien no se llega a saber nada. Mientras esperan, ríen, discuten y conversan con Pozzo (Míquel Marcos) y su esclavo Lucky (José Téllez de Cepeda) hasta que la voz de un niño (Claudia Morales) les asegura que Godot no vendrá hoy, sino mañana.

Vicen Morales, impulsor de La Nuca Teatro y director de esta versión, quería poner en marcha este montaje, «porque tiene una lectura muy contemporánea». «Vimos que había una conexión en el tema de la desesperanza o a la hora de buscar soluciones a los problemas, ya que hoy en día también se tiene esa sensación de esperar algo que nunca llega».

Porque Godot, añade Vicen Morales, tiene dos lecturas. «Hay una parte más general o filosófica, ya que serían los problemas más comunes: el trabajo, el dinero, la política, la necesidad de tener seguridad... pero también hay algo más emocional, ya que cada uno espera algo de la vida, puede ser el amor o la salud, por ejemplo. Eso era lo que más me gustaba, que Esperando a Godot ofrece una mirada caleidoscópica en la que cada uno se puede identificar y pensar en lo que espera de la vida».

Para mostrar ese «ocaso de nuestra sociedad» que remarcaba Beckett, La Nuca ha utilizado una escenografía en la que «queda poco de lo que hemos sido, apenas un desierto, un árbol esquelético y un cartel publicitario a punto de resquebrajarse», como describen en el dossier de la obra.

Un paraje post-apocalíptico en el que se encuentran estos personajes perdedores, reflexivos y divertidos y en el que, aparentemente, apenas pasa nada, ya que el autor quiso hacer sentir al espectador ese tedio, ese vacío existencial. «Los silencios -explica Morales- están tan sumamente presentes que la herramienta para contrastar ante ese tedio y llegar al público era a través de la risa, a través de la locura que genera la propia obra, que además es muy musical, muy rítmica. Es una manera de acercar a la gente esa tristeza, a través precisamente de lo contrario, del humor y del ritmo», añade el director, también actor en anteriores montajes de La Nuca.

Estrenada en Madrid el pasado 1 de mayo -ya se pudo ver en el Teatro Romea de Murcia-, Esperando a Godot recibe cada domingo a numerosos espectadores y rozan el 'lleno'. «Más allá de las cifras de taquilla -apunta Morales-, la importancia está en darle visibilidad a este proyecto, a nivel tanto regional como nacional, y tenemos muchas esperanzas depositadas en estos dos meses de representaciones en Madrid».

Aunque reconoce el director que hoy en día «es una locura» embarcarse en proyectos teatrales, confiesa que «el teatro tiene algo que engancha». «Si lo pensáramos fríamente, no haríamos nada, pero cuando tienes la necesidad de contar historias, de contar cosas, no puedes evitar poner en marcha nuevas iniciativas», concluye Morales, que en esta ocasión se aferra al teatro del absurdo para contar una historia en la que «nada sucede. Pero también ocurre todo».