El evento flamenco del año en Murcia hacía entrega del premio Patriarca Flamenco 2016 al cantaor cartagenero Curro Piñana, que se rodeó de amigos para hacernos disfrutar de una noche diferente. Comenzó él mismo como maestro de ceremonias abriéndose paso por el pasillo del patio de butacas caracoleando haciendo el Carcelero de Manolo Caracol al piano de Ángel Valdegrama, subiendo y bajando, susurrando y gritando. Continúo con fandango minero rematando con la cartagenera del Rojo el Alpargatero haciendo honores a su apellido con la guitarra de su hermano Pepe Piñana, soleares de Triana con el patriarca verdadero, su padre Antonio Piñana, de toque recio, que Curro adornó con falsetes extraídos de su personalidad. Cerró el programa flamenco con una versión de No me mueve mi Dios, atangada llena de belleza musical inspirada en la misa flamenca que grabó el maestro Enrique Morente.

En la segunda parte, Curro continuó con la velada abriendo con tres boleros junto al Trío Sombras, viajando hacia las armonías y la compenetración. Le siguió una vidalita, con un popurrí de coplas al piano de Valdegrama, otros dos boleros junto la voz metálica y potente de Ángela Bossa desgranando para finalizar Lucía de Serrat. Poco puedo aportar sobre el programa no flamenco que Curro Piñana nos había preparado ya que se me escapa del conocimiento, pero, como broche final invitó a Pablo Egea y Mónica Iglesias, cedidos por el Ballet Nacional de España; él con una farruca impetuosa y perfilada; y ella por alegrías con bata de cola coqueta y risueña al compás. En el atrás, además de Curro Piñana, estuvo de escudero Fran Tornero a la guitarra, Rocío Pinar al chelo, Emilio Fenoy al violín y Alejandro Solano en la percusión, de ole.

El nuevo patriarca del flamenco homenajeó así a la música, dejándonos desubicados y aturdidos entre tanto compás débil.

Entre ambas partes hubo un detalle; un pellizco que nos puso derechitos y que trajo el aire que nos faltaba. Desde Chiclana aterrizó en el Teatro Romea el cantaor Alonso Núñez, Rancapino Chico que abrió su turno por malagueñas, sabor añejo mamado desde la cuna. Nos llega la jondura gaditana, los matices de su metal y el temple de su voz, que sigue a compás de tangos con una entrada romántica en las seis cuerdas de Paco León; diciéndonos quién es, y no es otro que un joven artista sencillo, que sabe hacerse querer por la afición, que se forja tercio a tercio, con poca ojana y algo de verdad; así es como se llega. Lo que escuchas es lo que hay, sin trampas ni adornos. Remata por fandangos, transmite personalidad y deja sabor, pero sobre todo nos nacen ganas de escucharlo más porque todo terminó ahí, cantaor y tocaor se despiden y no nos ha dado tiempo de mostrarle el mismo respeto con el que ellos nos han tratado. Las cosas del directo, de los amigos. Finalizó con sabor áspero la segunda noche de la Cumbre Flamenca, que continúa el próximo viernes en el Teatro Circo con la cantaora granadina Marina Heredia y el piano de David Peña 'Dorantes' donde presentarán Las esencias. Pasaremos lista.