Es importante retomar el hilo de la historia de una de las instituciones a la que las regiones de Valencia y Murcia tanto deben desde una perspectiva financiera, primero y principal (dejando a un lado la gestión de los últimos años) y, desde luego, por las acciones procedentes de su Obra Social. Bien sabe el lector que me refiero a Caja de Ahorros del Mediterráneo, con cuya denominación se conoce desde 1988, aunque con antelación adoptara otras diversas en su afán de responder a demanda sociales o compendiar las fusiones que iba formalizando, tales cono del Sureste, de Alicante y Murcia, etc. Su origen, en definitiva, data de 1875 y cumpliría los ciento cuarenta años. Una entidad con esa hoja de servicios termina integrándose como algo nuestro, significando algo más que una institución financiera, sobre todo si se atiende la perspectiva que ofrecía a través de la Obra Social que llevaba a efecto dedicando parte de sus beneficios a resaltar y poner en valor costumbres, tradiciones, fomentando la investigación, promoviendo planes culturales y, en suma, acudiendo en ayuda de las diferentes ONG que operan en la Región. Tenía la disposición de identificarse con los proyectos más sensibles de un pueblo. Ese balance del tiempo ha terminado configurando un legado de extraordinario interés general, como podrá apreciarse.

Formó parte de las principales Cajas Españolas, pero la situación del sector financiero en general, y la singular de la propia Caja Mediterráneo, dio al traste con tan brillante trayectoria. La gestión, diagnosticada previamente, supuso la intervención de la misma por el Banco de España, en 2011, pero separando Banco CAM y Obra Social, como no podía ser de otra manera. Obligó a constituir una Comisión Gestora que diera lugar a la creación de una nueva Fundación que cumpliría las funciones propias de éstas. Sobrevivir a las nuevas situaciones es hoy el reto de las Cajas de Ahorro. Así, pues, hay dos aspectos novedosos: primero, la fuente de financiación de las mismas no son las Entidades Financieras, al menos con la generosidad de antes; y, segundo, mantener la actividad pasa, en gran medida, por la cooperación, la colaboración, el mecenazgo y el buen gobierno.

En rueda de prensa de hace unos días se dio cuenta del proceso seguido pero, de manera principal, del legado recibido y del proyecto de rentabilizar el mismo en aras del interés general, que con tal finalidad se diseñó, ya que sólo buscaba, el fundador, devolver a la sociedad parte de lo que de ella recibía. Se trata de 'alguien' y de 'algo' que no puede quedar en el olvido de los ciudadanos de Alicante y Murcia, que no merecen ser recordados entre las cosas malas que nos pasaron. Detrás de esos años de historia hay una legión de nombres propios, ejecutivos, empleados, que hicieron posible la realidad cultural y social en que hoy consiste, y son merecedores de reconocimiento y gratitud. En otro orden de cosas, quien tenga que responder de su gestión, que lo haga.

Estamos hablando de bienes y servicios de interés general. Se ha llegado hasta aquí después de superar problemas de toda clase, de conciliar intereses, de actuar con la diligencia de un buen padre de familia, de no servir a otros intereses que los que alimentan el bien común, porque para conseguir tales fines fuimos mandatados. En este sentido he de significar, sin reserva alguna y con enorme gratitud personal, la identificación que con la tarea han tenido los Patronos todos, su generosidad, aunque deba especial cariño a los Patronos de Murcia. Me refiero a José Antonio Cobacho, Tomás Zamora, Paco Sardina, Amparo Marzal y Manolo González Sicilia, sin olvidar a quien lo fue en la etapa de Comisión Gestora, Diego Peñarrubia. Nunca podré corresponder a la ayuda, confianza e ilusión que me dieron. Por supuesto que la figura del Presidente, Matías Pérez Such, tiene méritos acreditados al haber hecho del entendimiento guía para la solución de problemas.

Tampoco puedo ignorar la tutela prestada por la Comunidad Autónoma que personifico en los sucesivos Consejeros de Hacienda y Cultura, pero, de manera principal en su Presidente, Pedro Antonio Sánchez, que en todo momento fue receptivo a nuestra solicitudes de ayuda, y valoró la importancia del tema para el bienestar social de la región.

Pretendemos, como se ha dicho, conservar y optimizar el aprovechamiento del patrimonio inmobiliario para, desde el mismo, impulsar los servicios para los que fueron proyectados; e igualmente el cultural, abarcando la importante obra de arte que obtuvo, así como el fondo bibliográfico de tanto interés para la investigación. La idea central es, en primer lugar, enseñar a los ciudadanos ese patrimonio porque a ellos pertenece, y esa consideración es la que obliga, además, a dotar al trabajo que se realice de plena transparencia y responsabilidad porque se trata de gestionar bienes pertenecientes a la sociedad. Lo que no es posible es mantener la situación de inactividad, de cierre de instalaciones, porque sólo conllevaría perjuicios de difícil reparación.