«También usted, también aparece usted si en vez de pasar de largo se acerca al tablero y se atreve a probar una variante». Quizá quieran seguir el consejo del dramaturgo Juan Mayorga y detenerse a jugar. A jugar al ajedrez, a jugar a ser otras personas, a jugar a Reikiavik de la mano de la compañía La Loca de la Casa. Solo tienen que entrar en el Teatro Circo de Murcia el sábado o, el domingo, en el Capitol de Cieza.

En ambos encontrarán, en un rincón de un parque, a dos personas ante un tablero de ajedrez. «Pero si se acerca -insiste Mayorga- puede que descubra que están jugando a otra cosa. Quizá estén jugando a Reikiavik». Juegan «tres actores formidables», el cartagenero Daniel Albaladejo, César Sarachu y Elena Rayos, un tercer personaje que deberá ganarse un nombre.

Los dos primeros son Waterloo y Bailén, pero también son Bobby Fischer y Boris Spasski -que protagonizaron en 1972 un gran duelo, no sólo de ajedrez, sino también entre Estados Unidos y Rusia en plena Guerra Fría-; el árbitro alemán, el guardaespaldas islandés, la madre de Bobby, la segunda esposa de Boris, Henry Kissinger, el fantasma de Stalin, los padres ausentes... «El trasfondo de Reikiavik es vivir la vida de los otros, querer ser otra cosa y, aunque sea imposible, poder jugar a serlo», decía a esta Redacción Albaladejo días antes del estreno en Madrid de la obraAlbaladejo. Mayorga, autor y director de un texto que llega a la Región muy avalado por la crítica y el público, opina igual: «Reikiavik es una obra sobre el ajedrez, pero también una obra sobre la Guerra Fría, una obra sobre hombres que viven las vidas de otros». Y quizá -vuelve a hablar con ese espectador inteligente que sabe que no pasará de largo y se detendrá ante el tablero-, «también sea una obra sobre usted».

Y que nadie se alarme, porque el autor y director ya insistió en que este montaje lo disfrutarán tanto los aficionados al ajedrez como «los que no saben mover un peón». Y todos, afirma el actor cartagenero, «se sentirán orgullosos de ser espectadores de teatro» ante esta función.

Porque Juan Mayorga asegura que este juego de Reikiavik reúne las cuatro características que cree que debe tener el teatro que quiere hacer: «Acción, emoción, poesía y pensamiento». Empieza el duelo.