En uno de los veranos más infernales que Úbeda recuerda, dos amantes del blues del pantano (Pedro de Dios y Carlos Jimena) realizaron un experimento químico mezclando el canto de la rueda de pozo oxidada de Hound Dog Taylor, la oscuridad de Skip James, el ritmo hipnótico de John Lee Hooker y R. L. Burnside, la locura de Screamin Jay Hawkins, la dulzura de Tampa Red, el slide asesino de Elmore James y la esencia de Son House. La combustión fue inmediata, pero las llamas quedaron fuera de todo control cuando Paco Luis Martos apareció en el laboratorio con un primitivo bajo elaborado artesanalmente con un barreño de zinc, un palo de madera y una cuerda de arrancar motosierras. De estas llamas nació Guadalupe Plata. Ganaron cuatro Premios de la Música Independiente, un premio Impala, y saltar el charco en varias ocasiones. La abrasiva simplicidad del blues primario de Guadalupe Plata es similar a la parquedad con la que Pedro de Dios, cantante y guitarrista, responde a este cuestionario.

Recibir el premio Impala, que otorga la asociación de sellos independientes europeo al mejor álbum del año en 2013, ¿contribuyó a relanzar vuestra carrera y os sacó del underground?

Un poco

Al menos parece que sirvió para conduciros a los londinenses estudios ToeRag de la mano de Liam Watson. ¿Conocíais su trabajo con The White Stripes y otros?

No lo supimos hasta que no estuvimos allí.

Siempre habéis grabado vuestros discos tocando en directo en el estudio. ¿También en esta ocasión?

Sí.

¿Cómo fue el proceso de grabación? ¿Cuáles son las principales diferencias con grabaciones anteriores? ¿Y en las composiciones?

Nos fuimos allí una semana y grabamos. Las diferencias quizás están en que el equipo era 100% analógico. En las composiciones nos abrimos a otros palos, sí.

¿Os gusta lo de meteros al estudio con los temas abiertos: dejar los fallos, buscar la naturalidad?

Sí.

El caso es que poco a poco os vais convirtiendo en habituales de los escenarios en Estados Unidos. ¿Cómo se os ve allí?

Como se nos podría ver en Albacete.

¿Ha cambiado esa situación a la que hacíais referencia hace años presentándoos como ´apestados´ para el circuito blues del país?

Un poco.

¿Qué tal fuera de España?

Muy bien.

El concierto de Etnosur tuvo un montaje especial con músicos flamencos. ¿Salió bien?

Sí.

¿Hasta qué punto el flamenco forma parte de vuestro ADN?

De alguna manera siempre ha estado en nuestro entorno.

También habeis incorporado algunos ritmos de Semana Santa. ¿Cuál es el motivo, qué tal ha sido el resultado?

Nos hemos criado con ellos. Se pegan muy bien a muchos palos del blues. De hecho, ni te das cuenta de que están ahí hasta que no te paras a escucharlo o sabes que viene de ahí.

¿Hay algún resquemor por parte del underground por el éxito que habéis tenido, o puede que simplemente os vean algo menos accesibles para la contratación?

Que yo sepa no. Y respecto a la contratación, dependiendo de lo que sea y cómo sea, podemos ser accesibles.

¿Como han evolucionado Guadalupe Plata, o seria más correcto decir involucionado?

Más seguridad y más empaque.

De vosotros han dicho que sois blues en español que no suena a blues en español. También llaman ´chatarrero´ a vuestro estilo € ¿ A vosotros cómo os gusta llamaros?

A mí me gusta mucho ´blues pantanoso´.

Escogisteis como sencillo Calle 24, una revisión de una canción infantil€ ¿Qué es lo que habéis hallado en estas canciones infantiles?

Mucho terror y pantanismo.

Pasaba con bandas como The Cramps, y ahora pasa con vosotros. ¿Creéis que la gente se acerca a vosotros más que por la música por la imagen que tenéis?

Ni idea.

Todos los discos se titulan Guadalupe Plata. ¿Qué piensa vuestra discográfica al respecto?

Es porque nos gusta así; a la discográfica también.

¿Guadalupe Plata usáis la música para quejaros? ¿De qué os quejais en este momento?

No. Ahora tampoco.