El murmullo del tiempo transcurre entre Murcia, España, Cuba y Filipinas, a mediados del siglo XIX. Por medio de los objetos que durante quince noches son sacados de un viejo baúl, la novela va contando la historia de unos protagonistas que vivieron en Murcia, en la huerta (Rincón de Seca) y en la capital (plaza de Santa Catalina); una Murcia que rescata tradiciones olvidadas, nombres que siguen ´vivos´ en la memoria de Manuel E. Mira y que le murmuran la historia de lo que un día esta ciudad fue.

El murmullo del tiempo es su primera novela y ya va por la cuarta edición, ¿se esperaba este éxito?

No, jamás lo pensé; de hecho, estuve a punto de tirarla, por un sentimiento que no sé si es común en todos los escritores, pero es un temor grande de si va a gustar o no. Gracias a Dios, se lo di a leer a dos grandes amigos, Manuel Fernández-Delgado y Soren Peñalver, y me animaron a publicarlo. Con la ayuda del ayuntamiento de Murcia y del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales, publiqué la primera edición... Y ahora va ya por la cuarta.

Y le otorgan el premio Libro Murciano del Año.

¡Eso sí que no me lo esperaba! Ni lo podía soñar... Me ha dado mucho ánimo, porque yo sigo escribiendo, he tomado una opción en mi vida que es la de escribir sobre Murcia y este galardón me da pie a que pueda tener editor, porque hasta ahora he sido el escritor, el editor, el secretario... Y yo lo que quiero es escribir.

En la novela ha querido reivindicar y recordar nuestras tradiciones.

Es muy importante, nos hemos cargado nuestra memoria histórica, no hemos enseñado a los jóvenes a amar nuestra ciudad, les cuesta pasear e imaginar la historia. Yo paseo por las noches y me surge esa Murcia histórica; Murcia es mi pasión y mi amor. Comencé a escribir El murmullo del tiempo porque vi en una fotografía antigua un corpiño de mujer del siglo XVIII, una mujer que amó, que vivió, y quería que ese corpiño me hablara de la mujer que había dentro. Así surgió la novela, narrada a partir de objetos que unos nietos encuentran en un baúl, mientras el abuelo, durante las noches de verano, les va narrando y evocando los recuerdos a partir de lo que van sacando.

Hablaba antes de que los jóvenes no conocen nuestra historia, ¿sería una buena novela para ellos?

Tras publicarla, he tenido dos experiencias muy importantes. Un lector mayor me paró por la calle y me dijo que tras leer El murmullo del tiempo tenía un sentimiento de ser mejor persona, porque había sentido lo grandes que eran aquellos personajes, el valor que le daban a la palabra. Pero, además, en un blog que apenas utilizo, una joven de quince años me escribió una carta diciendo que a través de la novela se había enamorado de Murcia y que guardaría el libro para que lo leyeran algún día sus hijos; y eso demuestra que los jóvenes también quieren buscar sus raíces.

¿Trabajó mucho en la documentación?

Sí, es exhaustiva, tanto la de Murcia como la de Cuba y Filipinas, donde hay una historia genial con los ´últimos de Filipinas´ [los sitiados de Baler], donde estuvieron dos murcianos. Es una historia tan grande que la estudian en las academias militares americanas; en Estados Unidos tuvieron el Álamo, pero aquello fue un cuento de hadas en comparación. Y es maravilloso recuperarlo en una novela, como también recuerdo tradiciones murcianas, como el toque del conjuro o los verdaderos mayos del enamoramiento de la huerta murciana; narro en otro capítulo -les llamo ´noches´- la riada de Santa Teresa, por ejemplo. Y todo muy documentado, porque como ingeniero, sé que salirse la décima de un milímetro es ya una grosería, hay que ser muy concreto y preciso.

¿Qué era el toque del conjuro?

Un toque muy preciso de las campanas de la Catedral, que sonaban tres veces al día desde el 3 de mayo al 14 de septiembre. Era una protección sobre la ciudad y me encantaría que los jóvenes la conocieran. Hemos creado una plataforma para recuperarlo, porque se perdió hace más de cincuenta años cuando es una parte importantísima de nuestro patrimonio.

¿Y por qué cree que se perdieron tradiciones como esta?

Bueno, intuyo que por varios motivos. Antes hacían falta alrededor de siete campaneros para hacer el toque, lo que económicamente sería impensable, pero hoy en día ya se puede programar; quizá también por falta de cultura, porque los miembros del cabildo no son todos de Murcia y desconocen estas tradiciones o no han conservado esa sensibilidad. Pero sería muy bueno recuperarlo. La documentación habla además de un concierto que se celebraba el último día del toque y habíamos pensado recuperar para esa fecha la ópera de Granados María del Carmen, que, aunque nadie lo sabe, es de Murcia, está ambientada aquí. Quizá algún día lo consigamos.

¿Pero son ´compatibles´ esas tradiciones en el siglo XXI, como los mayos del enamoramiento de los que hablaba?

¿Por qué no? Quizá ahora los jóvenes no puedan ir a las ventanas a cantar los mayos a las mujeres, pero se puede hacer en plazas de Murcia, donde los chicos rondaran a las chicas, les cantaran; podría ser una noche de amor en Murcia, no va a ser como en los siglos pasados, pero ¿por qué no en vez de llenar la ciudad de grafitis de frases de amor, por una noche, los jóvenes les cantaran un mayo a las mujeres?

Recuperar la tradición, pero hacerlo a través de una novela no debe ser fácil, ¿cómo comenzó a escribir un ingeniero?

Empecé a escribir desde que empecé a sentir. Yo desde joven escribía sentires, poemas y pequeños relatos. Más tarde, llegó un momento cerca de la jubilación que me planteé qué hacer y sabía que escribiendo expresaba mejor lo que sentía. Empecé con pequeños relatos, uno de ellos premiado por TVE y CaixaForum, y me animé a continuar. La particularidad que puedo tener es que cuando veo algo que me gusta, como las piedras de una iglesia, pienso en el hombre que la construyó, en el cantero, que dejó ahí su huella y, mientras se le recuerde, no habrá muerto. Yo oigo a la gente de mi Murcia, he estado en sus aulas, he pisado por donde ellos pisaban... y no se puede perder todo eso, eso me da el ánimo de continuar escribiendo.

Y, como decía antes, el Libro Murciano del Año, también...

Claro, El murmullo del tiempo nace a partir de una historia, que es el escenario, pero a partir de ahí yo le he puesto la vida, he intuido las historias de los que han vivido y creo que de este modo nuestros antepasados seguirán vivos; mientras los recordemos, no habrán muerto. Me ha gustado además que me hayan otorgado el premio por unanimidad, porque me ayudará a que lo que estoy escribiendo, que es precioso y muy nuestro, pueda tener mayor difusión, porque yo quiero que estas historias se vean, se oigan, se lean: que se vivan.

Y no sólo aquí, ya que la presentó en Madrid y tuvo mucho éxito, ¿no?

Sí, conté con el apoyo de la Fundación Cajamurcia y lo organizamos en el Círculo de Bellas Artes, que para mí es como el ´santo santorum´, y se llenó. Fue increíble, fue una experiencia fantástica que me emocionó.