María Teresa Martín Cadierno, conocida como Mayte Martín, se cultivó desde joven actuando en peñas flamencas hasta que se lanzó su primer álbum, Muy frágil, en 1994. La cantaora presenta el próximo jueves en Murcia Por los muertos del cante, que parte de las raíces del género y rebusca en todo aquello que pudo configurar lo esencial. Eso que sobrevivió y sobrevive a los tiempos y a las modas.

El espectáculo se va a centrar en su trabajo Por los muertos del cante. ¿Por qué le ha influido tanto Morente y la Niña de los Peines?

Cada uno por una cosa diferente. La Niña de los Peines ha sido la cantaora que ha reunido todas las cualidades que para mí se tienen que tener. Pastora tenía la fuerza, la delicadeza, el temperamento, la sensibilidad, el ritmo, la voz hermosa, la melodía, la inteligencia... Tenía todo. Morente me ha influido tantísimo por su valiente trayectoria. Él defendió su libertad y la libertad del flamenco.

¿No cree que los puristas flamencos han criticado en exceso a Morente por su espíritu transgresor, por dar pasos hacia adelante?

Claro, pero los pasos adelante a la gente que no tiene la mente abierta le dan vértigo. A los que no tienen criterio y que se basan sólo en los referentes pues le da miedo. A la gente no le gusta lo que no puede controlar. Esa fue la principal razón por la que Morente fue tan criticado. Al final las cosas hechas con inteligencia y con corazón tienen su recompensa.

¿Lo llegó a conocer?

Sí. De hecho, yo me encargué de elaborar la programación del mítico Molino de Barcelona cuando se inauguró de nuevo y él fue quien echó el agua bendita a mi proyecto. Era un hombre muy inteligente y libre absolutamente de complejos.

El mundo del flamenco es a veces machista. ¿Le ha sido difícil abrirse paso?

Sí, a veces el mundo del flamenco es muy machista y cerrado. Pero hay muchas personas abiertas a todo. A otros les pone nerviosos que alguien innove.

Usted hasta llegar hasta aquí se ha curtido aprendiendo en peñas flamencas. ¿Qué recuerda de aquella época?

Lo recuerdo todo. Fue importante y es un principio que, desgraciadamente, la gente nueva que se incorpora al mundo del flamenco no lo vive. Los artistas van directos al ruedo, pero es muy bonito llevar a cabo ese recorrido y aprender a comunicar lo que sientes y lo que tienes dentro de ti sin la presión de «voy a actuar y me pagan por ello».

Eso, en cierta medida, contamina, ¿no?

Claro que te contamina, porque aprendes primero dónde está el atajo y lo que tienes que hacer para arrancar el aplauso fácil. Eso no se debería aprender nunca. El hecho de estar unos años formándote amplía tu visión. Efectivamente, meterse en el mundo del mercantilismo de lleno contamina.

¿Opina que el flamenco se ha prostituido demasiado en este país?

Sí, claro, sin duda. Y a la hora de exportarlo igual. Es muy difícil acceder al mercado del flamenco en el extranjero si no llevas baile. Es dificilísimo. Yo creo que algunos artistas toman al público por imbécil. Yo no me meto en ese saco.

¿Se refiere al flamenco que se ofrece al turista medio, por ejemplo?

Sí. El problema es que no le dan la oportunidad al turista de ver nada bueno ni auténtico. Todo al final es mentira y artificial. Los programadores debería organizar los eventos confiando en que el flamenco transciende fronteras y no hace falta revestirlo para emocionar. Ya por sí solo emociona. Pero ya le digo, cuesta la propia vida salir al mundo haciendo flamenco y exportar tu flamenco sin que haya unos faralaes de por medio.

¿Entonces lo que exportan es una marca que intenta vender por vender, no vender calidad?

Sí, estoy totalmente de acuerdo. Hay muchos que no queremos hacer las cosas así. Yo quiero hacer lo que hago sin necesidad de ajustarlo a unos clichés porque confío en la sensibilidad y en la inteligencia del público que venga a verme. Mi flamenco puede gustar en cualquier lado sin necesidad de añadirle faralaes o artificio. Muchos como yo tampoco lo van a hacer y, al final, nos quedamos en casa.

Usted sigue luchando. Su último trabajo, Por los muertos del cante, lo ha sacado gracias a una campaña de crowdfunding.

Al final cuando tú crees en ti mismo y te encuentras tantas barreras porque todo está amañado para que las cosas sean de una determinada manera, que es como se supone que le gustan a la gente, acabas haciéndolo por tus propios medios y confiando en la gente.

En lo musical no se encasilla. Sacó un disco de boleros. ¿Hay algún género con el que le gustaría experimentar?

Muchos. Si yo creo que no le puedo aportar nada a una canción simplemente la escucho y la disfruto. Sólo tomo parte activa en una pieza cuando yo creo que a través de mi filtro puede salir algo distinto. Siempre respetando el lenguaje musical, por eso no hago mezclas. Cuando hago boleros me meto en ese mundo y en ese lenguaje musical/emocional, al igual que con el flamenco. No suelo hacer las cosas a la ligera.