Sois de Pamplona. ¿Qué es eso de Ballenas muertas en San Sebastián?

La ballena muerta en San Sebastián viene a ser la metáfora del encallamiento en que nos encontramos ahora. La imagen de esa ballena muerta, de unas dimensiones enormes, en La Concha de Donosti, icono de la burguesía, me recordó también a la imagen del Costa Concordia volcado, y ambas imágenes me parecieron un símbolo con una gran fuerza que representaba un poco lo que estamos presenciando, este final de una etapa, este hundimiento del sistema.

«Un coche bomba estalla en Moscú. Venecia apesta cada día más. Un ferry a la deriva sin capitán. Ballenas muertas en San Sebastián». Lo que se dibuja con esta letra es un panorama apocalíptico.

El disco yo creo que no es ni optimista ni pesimista, más bien realista. Lo que hemos hecho ha sido mostrar retratos de una Europa y una España, igual surrealista y esperpéntica, pero es tal como la vemos nosotros . No hay más que ver los telediarios para comprobar cómo está el panorama.

Os fuisteis a un pequeño pueblo de la montaña, a una pequeña casa, sin cobertura ni internet, donde convivisteis durante tres meses, y allí disteis forma a vuestro disco más radical. ¿Ha condicionado el entorno?

Para lo oscuro que es el disco, estábamos en un entorno totalmente bucólico, en la montaña prepirenaica Navarra, con unas vistas hermosas. Sí que condicionó hacer las letras en la casa en la que estábamos, que se caía a trozos, y ayudaba para hablar de esa decadencia que está presente en el disco, pero la experiencia fue totalmente positiva, aunque teníamos miedo de meternos allí casi cuatro meses sin salir, trabajando, compartiendo todo, pero no acabamos a navajazos, todo fue muy bien y estamos muy contentos de haber hecho ese experimento.

¿De donde ha salido la inspiración para este disco?

La inspiración, más que nada, viene de observar el panorama en el que estamos, de las situaciones de tus amigos, de cómo muchos colegas se han quedado sin trabajo, otros están cobrando la mitad... Todos estamos sintiendo el cambio. Mi primer sueldo a los 18 años era el doble de lo que está cobrando ahora un chaval de mi edad, y de esto hace más de 20 años. O sea que no hace falta mucho buscar la inspiración; te la topas.

¿Qué grupos escuchabais durante la grabación? ¿Habéis sido los productores del disco?

Sí, es el único disco que no ha sido producido por Iñaki de Lucas, mi hermano y yo. Ha estado comandando la producción Dani Ukezia, nuestro bajista, un crack, y nos hemos servido de grupos alemanes de los 70 y de los neoyorquinos de finales de los 70, el sonido del underground neoyorkino de finales de los 70 (Suicide, ESG), de grupos kraut (Beak), industriales (Einstürzende Neubaten), tecno pop (Soft Cell) y los clásicos atemporales que siempre han acompañado al grupo. Bandas oscuras y obsesivas, que era el sonido que estábamos buscando.

Diamantes os llevó de gira durante dos años. ¿Cómo lo afrontáis con este disco nuevo?

Es la primera vez que nos encontramos ante un disco que crea expectativas, porque este es nuestro quinto disco pero hemos sido conocidos con el cuarto. Hasta entonces nunca habíamos tenido ninguna presión; siempre sacábamos discos para nuestro público, y esto de que haya gente esperando un nuevo disco ha sido una experiencia extraña, pero, lejos de querer hacer nada amable, hemos hecho el disco que queríamos hacer.

¿Eso de tener un público más grande puede haber hecho que os lo repenséis?

Nunca hemos pensado en el público, porque te vuelves loco. Si piensas en agradar a todo el mundo, no agradas a nadie. Lo que no hemos querido era superar un Toro. Teníamos clarísimo que este disco estaba totalmente condicionado por la situación que atraviesa el país, y queríamos reflejar eso a nuestra manera. Ese fue el objetivo que nos pusimos.

¿Lo de no hacer canciones amables es una manera de buscar la coherencia y no dar la espalda a la realidad?

Sí, aunque tampoco es un disco en el que demos respuestas ni moralicemos, porque no nos sentimos con la legitimidad moral de decirle a nadie lo que tiene que hacer; no nos vemos en ese papel de predicador, pero sí de reflejar el momento y arrojar preguntas por lo menos para que la gente llegue a sus conclusiones.

Pero hay un lugar para la esperanza en vuestras canciones. El mar es una referencia que aparece en este disco dando una sensación un tanto amarga.

Durante todo este proceso yo creo que hay esperanza, no sé si en el disco, pero creo que hay esperanza. Ahí esta el movimiento ciudadano, pero reconozco que yo tiendo siempre al pesimismo. Yo creo que la honestidad se valora. Respeto mucha gente de ideología distinta si es honrada.

¿Se desmarca Ballenas muertas en S.S. del resto de la discografía de El Columpio?

Yo creo que sí, aunque queda la impronta de la banda: seguimos siendo bastante eclécticos. Este es el primer disco que se acerca un poco a la idea de lo conceptual: todo el disco gira en torno una misma idea, y todas las canciones han sido dirigidas hacia un mismo rumbo. Esta vez hemos pensado más en el global: la manera de trabajar con Dani no ha tenido nada que ver con las producciones anteriores; todas esas cosas se han notado, y el resultado se ve que es otro.

El premio Imax por segunda vez; ahora 7 nominaciones para los Premios MIN. ¿Significa esto que estáis en el camino del reconocimiento y el éxito?

Significa, me imagino, que está gustando lo que estamos haciendo, y eso se agradece.

¿Cómo enfocáis la gira actual? ¿Vais a quemaros tanto como la anterior, dos años enteros?

Hay que quemarse. Si te pegas un año grabando el disco, luego hay que sacarle todo el jugo que puedas. Nunca sabes cuándo vas a volver de nuevo a la carretera. Nuestra intención es tocar todo lo que podamos, obviamente teniendo un criterio, y ahora estamos ya atravesando el ecuador de la gira; yo creo que terminaremos por navidades, y será un poquito menos que en Diamantes.

¿Cuál es tu opinión sobre los festivales?

Creo que están de moda. Está bien porque genera industria musical, pero no me parece un buen termómetro para tomarle la temperatura a la salud de la música. Los festivales son tres meses, y donde realmente se mide la salud de la música es en las salas el resto del año, y te das cuenta de que cuesta llenar salas. Hay mucho de moda, y no sé hasta cuándo se sostendrá esto.