Cita de Unicef: «Lo que ocurre con los niños y niñas en los primeros años de vida tiene una importancia fundamental tanto para su bienestar inmediato como para su futuro».

Influye en lo emocional, en lo cognitivo. Los niños tienen que tener una infancia feliz, lo que no significa opulencia, sino armonía.

¿En las crisis los niños son los grandes olvidados?

Son víctimas de las separaciones, es mejor un acuerdo que tanto psiquiatra.

Su cuento, sus canciones, están llenas de alegría y color.

Lo que hay es amor, mucho amor, un derroche de alegría. Y una gran unión con Pilarín [Bayés] que ha descrito las canciones. Yo quería colores, los llevo en las trenzas, es un libro infantil, con positividad.

¿Hay una canción para cada momento del día?

Esa es la cosa. El despertar al hijo con amor, con besos y cantando. Darles alegría para que vayan felices a la escuela, que hagan un desayuno completo...

¿Despreciamos el poder didáctico del juego y la música?

Sobre todo los pequeños pueden aprender mucho jugando.

Usted tiene experiencia, fue presentadora de 0.

Estuve un año y medio haciendo Los Lunnis y todo ayuda, pero sobre todo ser madre, es lo más grande. Era un programa didáctico y lleno de amor. Para las familias que no tienen tiempo es otra buena manera de educar.

¿Ahora no hay programas infantiles así?

No hay otros Lunnis, pero hay dibujos animados que están muy bien, como Phineas y Ferb. Es otra manera de ver la televisión. Pero la niñez siempre es la niñez. No hay que ocultarles la realidad, pero hay que decirlo con dulzura, color y alegría y no trasladarles los problemas de los adultos, que vivan como niños las cosas de niños, no adelantarles la madurez.

En el disco ha colaborado su familia.

Con la crisis, los abuelos ayudan mucho, tienen un papel importante, se han convertido en los patriarcas, los pilares de la familia, las personas que se encargan de los niños. Mis padres eran cariñosos, jocosos, cantaban y bailaban pero también eran estrictos y nos enseñaban valores. Este es mi regalo: abro las puertas de mi corazón familiar.

¿Apelar a los valores de toda la vida hoy en día no resulta sospechoso de conservadurismo?

No lo es siempre que se tenga muy en cuenta que la sociedad ha cambiado y hay muchas familias distintas. Yo no caigo en las ñoñerías, a los niños hay que hablares normal. Con mensajes breves y claros, pero bien; con más razón cuando están aprendiendo a hablar. En casa se enseña la igualdad de sexo, razas, el respeto a todo el mundo.

¿Es optimista respecto a la apertura de Cuba?

Soy cautelosa. Lo veo con emoción, claro, pero hay que ver hasta dónde llega, si todos resultan beneficiados, también los cubanos en Miami. Han sido cincuenta años, han pasado muchas cosas. Es difícil. Hay que cuidar las almas y que haya beneficios a todos los niveles y para todos. Pero deseo lo mejor a los cubanos del mundo, porque no hay que olvidar que muchos están fuera.

¿De dónde vienen los besitos de chocolate?

De una canción que mi mamá me compuso a mí. En la canción eran besos de frutas pero, en escena, yo lo cambiaba por chocolate. Luego lo decía en Menudas estrellas y los niños se quedaron con eso. Pero refleja un poco mi manera de ser, como las trenzas de colores.