La séptima edición del festival SOS 4.8 ha sido todo un éxito según las cifras obtenidas de un balance preliminar apenas 24 horas después de que haya concluido en la capital murciana. Al impacto de 20 millones de euros en ingresos relacionados directamente con la ciudad y la asistencia de 75.000 personas se suman las 25.000 menciones en las redes sociales.

Así lo ha puesto de manifiesto el consejero de Educación, Cultura y Universidades, Pedro Antonio Sánchez, que ha informado de los resultados provisionales del Estrella de Levante SOS 4.8 junto al concejal de Cultura de Murcia, Rafael Gómez; el codirector del festival, Roger Dedeu; y la directora general del Instituto de la Industrias Culturales y las Artes, Marta López-Briones.

Precisamente, Dedeu ha resaltado que por primera vez este año la empresa Síntesis ha incorporado un software que mide la satisfacción global de los asistentes a un festival a nivel de todas las redes sociales del mundo. De esta medición se desprende "las 25.000 menciones del festival y 58 millones de personas que recibieron o emitieron un mensaje relativo al festival, de las que el 90 por ciento fueron positivas y sólo el 4 por ciento negativas".

Igualmente, ha precisado, "el 100% de menciones de artes y voces de esa sección es positiva y a nivel de grupos, también el 100% de menciones positivas para The Strypes y The Prodigy", además de que durante cinco minutos el sábado se convirtió en trending topic, "superior al empate del Barca, al segundo gol del Getafe".

Por tanto, la percepción, según ha matizado el consejero Sánchez, es que "ha sido rentable", aunque se ha remitido a la memoria económica que se está realizando al respecto.

En concreto, Sánchez ha destacado que el balance de este año "se resume en una palabra, éxito por el nivel y calidad de los artistas, las bandas, las exposiciones, espacios de reflexión, de voces, de cada rincón del SOS, del público, de la asistencia y por la ausencia de incidentes notables".

Tras vaticinar que es "muy probable que haya SOS el próximo año", ha resaltado que "ha sido el mejor SOS gracias al trabajo de los equipos anteriores", tras lo que ha puesto de manifiesto el despliegue de medios que ha hecho el Ayuntamiento de Murcia.

Durante los dos días en los que se desarrolló hubo un lleno total, con 70.000 asistentes al recinto de La Fica, y cerca de 5.000 personas disfrutaron de los conciertos del sábado en la plaza de Santo Domingo y en las actividades del OFF Festival.

Asimismo, según las primeras estimaciones y a falta de la memoria económica, se alcanzaron las expectativas de impacto económico del festival y, tal y como ha comentado Sánchez, "los establecimientos hosteleros y de alojamiento hacen un mejor uso de lo que supone el SOS 4.8 en cada edición y adaptan su oferta al público, que va de jóvenes de 18 años seguidores de nuevas bandas, a personas de otras generaciones atraídas por grupos que ya pueden ser considerados clásicos".

También ha enfatizado que "la colaboración mixta, público-privada, ha dado buen resultado". "Es cierto que la iniciativa pública tuvo más peso en los primeros años pero desvincular a la Comunidad o al Ayuntamiento de un festival cultural de tanta dimensión como este es un error", ha indicado, para después subrayar que "cuanto más éxito tenga el festival, menos peso financiero tiene que aportar la Comunidad o el Ayuntamiento".

Por último, el concejal ha expresado la satisfacción de los resultados preliminares obtenidos, ya que en el sector hostelero "las cifras llegan al 100%, de bares y restauración en el entorno del SOS y por toda la ciudad se incrementaron notablemente las ventas por este festival y el sector del taxi también aumentó sus movimientos en el tráfico de personas a lo largo de estos días".

Algo menos de público (35.000, según los organizadores, aunque a la vista no lo pareciera), y distinto generacionalmente (eso era bien visible), como si de dos SOS se tratara, uno para cada una de las jornadas. Quizás, y de cara al futuro, se plantearon experimentar y seguir los pasos del Primavera Sound, que tanto les sirve de inspiración.

Que la crisis ataca con más fuerza a los jóvenes, pues me voy al público adulto, que tiene más poder adquisitivo, porque, decíamos ayer, lo que importa es la pela, y si disminuyen las subvenciones institucionales, que aún recortadas siguen siendo elevadas, se conserva el recinto y las instalaciones, que son un auténtico regalo. Eso explica muchas cosas, entre ellas el diseño del cartel y las medidas 'recaudatorias'. Ni Montoro llegaría tan lejos en el saqueo. El SOS 4.8 ofreció en su segunda jornada un cartel más sustancioso, no tanto original. El mayor tanto se lo apuntaban con la presentación en España del nuevo proyecto de Damon Albarn, el cantante de Blur, con un álbum a su nombre, y el primero de los cuatro conciertos que, concluida su gira americana, darán a lo largo de los próximos meses en nuestro país Pet Shop Boys (estuvieron a punto de cerrar fecha en nuestra costa para este verano, pero, afortunadamente, fueron repescados a un precio asequible por el SOS).

El SOS 4.8 ya es historia, y se ha saldado con sold out, según los organizadores. Se abre ahora un periodo de reflexión y de cambio, aunque quizás no solo para el festival murciano, sino para todo el panorama de festivales españoles. El compositor más interesante de la generación brit-pop fue Damon Albarn. Reservarse a sí mismo para sí mismo quizás ha sido lo más inteligente que ha hecho. Le permitió no quedar atrapado en la percepción del público, como pareció ocurrirle a Oasis, y poder pasarse los últimos 15 años saltando entre proyectos dispares. No era de extrañar que su concierto en el SOS 4.8 estuviera bien cargado de hits pasados, porque Everyday Robots es un elegante y muy actual compendio de folk, trip-hop, jazz y soul nostálgico y brumoso, que no corre detrás de nuevos rumbos sonoros, sino que repasa todo lo aprendido y aprehendido por Albarn en los últimos treinta años jugando con la música. En cierto modo, el disco podría parecerse en su desnudez al de John Lennon y la Plastic Ono Band, incluso al Blood on the Tracks, de Dylan, pero las referencias autobiográficas son oscuras.

Salió elegantemente trajeado con su banda, The Heavy Seas, un line-up multirracial que recuerda a The Specials. Saludó en español, y, saltando de la guitarra a la melódica o el piano, desgranó un repertorio íntimo (You & me habla de su pasado con las drogas), melancólico por momentos (en Hollow Ponds recuerda leer, de niño, en 1976, una pintada, 'Modern life is rubbish', cerca de Marble Arch), que fue ganando en intensidad. Hasta bajó del escenario en un par de ocasiones para acercarse al público, al que dijo en español «os llevo en el alma».

Albarn arrancó con una canción del nuevo álbum, Lonely, Press Play, y para interpretar la titular de su debut en solitario se sentó al piano. Siguió Tomorrow comes toda', del autotitulado álbum de 2001 de su ecléctico proyecto pop Gorillaz; de ellos también tocó Slow country, a ritmo de reggae, Kids guitar guns, y la celebrada El manana.

Su habilidad para el pop y para colocar un buen gospel apareció en Mr. Tembo, una canción montada sobre un ritmo calypso, que acompañó con un pequeño coro de cinco voces de color al que bautizó como Heavy seas choir. Con piano aquí, un beat persistente por allá, algo de dub reggae, una guitarra acústica, hubo canciones en tono confesional, alguna más noisy, junto a otras más alegres como Heavy seas of love; canciones del supergrupo The Good, the Bad & the Queen (Three changes, entre swing y afrobeat, Kingdom of domm, con un final que cita London Calling de los Clash).Y hubo canciones de Blur: Out of time, de su última etapa, que hizo solo al piano; All your life, una vieja canción ( la cara b del single de 1997 Beetlebum, con aroma Bowie), y el momento más sublime del concierto llegó cuando casi al final, sentado al piano y rodeado por las voces del coro, recuperó Tender.

El excéntrico bajista invitó, también en español, a cantar al público «como si estuvieras loco», y la respuesta fue mágica, con las voces de miles de personas repitiendo el estribillo «c'mon, c'mon, get through it?», uno de los grandes momentos para el recuerdo que deja el SOS, y un monumental concierto delicado y exquisito el ofrecido por Damon, al que se pudo ver entre el público dejándose querer. El concierto, lejos de la hedonista propuesta imperante.

Luces, acción

Los Pet Shop Boys mantienen las distancias. Los pioneros del synth-pop empezaron tocando detrás de una pantalla que los camuflaba mientras distraían al público con elaboradas videoproyecciones, y una voz en español introducía el espectáculo Eléctrica. Creado en colaboración con el premiado director creativo y escenógrafo Es Devlin (que también ha trabajado con Lady Gaga, Kanye West y Jay Z, entre otros, y se hizo cargo de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012), el espectáculo también ha contado con la directora escénica y coreógrafa Lynne Page.

Más adelante cegarían a los espectadores con lásers y luces estroboscópicas, o situarían a un par de bailarines en los emplazamientos estelares. Todo el tiempo mantuvo Chris Lowe la boca cerrada a cal y canto, y ocultaba sus ojos tras unas gafas oscuras, pero sus dedos hacían magia.

Es una actitud que siempre se ha balanceado entre lo distante y lo inmediato. Las canciones de los Pet Shop Boys tienen la inmediatez de la música de baile y el distanciamiento del pop intelectual. De igual forma, la voz de Neil Tennant oscila entre lo pícaro y lo dulce, mientras que sus letras utilizan el cinismo para ocultar las necesidades reales que acechan debajo. Esa mezcla ha hecho de los PSB una de las bandas más complejas de pop bailable, así como una de las más atractivas. Su último álbum, Electric, da nombre también a la consiguiente gira; aún así, sólo tocaron algunas canciones de ese disco. El repertorio contenía muchas canciones menos conocidas de sus treinta años de catálogo, aunque hubo espacio suficiente para algunos grandes éxitos, desde Domino dancing y West end girls, Always on my mind, pasando por It's a sin o Go West, con la que apuntaron al final de un show envuelto en teatralidad.

La gira Electric no es que sea una de sus producciones más elaboradas, aunque utiliza con inteligencia las proyecciones de fondo, dos versátiles bailarines y suficientes luces y lásers. Para estar a la altura, los chicos encargaron un diseño de vestuario lo más raro y envarado posible.

La música tenía una equilibrada carnalidad. Hay una exuberancia en su sonido, una variedad mayor de la que muchos les reconocen. Todo ello ensamblado con sus ademanes, más cohibidos. A pesar de las distancias, su música conecta profundamente.

Otro de los nombres destacados fue el de los franceses Phoenix. El concierto del grupo de Versalles empezó, como es habitual, con una energética versión de Entertainment, seguida entre otras de Lisztomania y Girlfriend. Todo iba según lo esperado, pero el ánimo del público empezaba a decaer, y Thomas Mars, el cantante, se bajó del escenario y cantó junto a los fans. El público ya estaba reanimado, pero Mars, aún no satisfecho, se dispuso a hacer crowdsurfing sobre sus cabezas. Milagrosamente regresó de una pieza.

Saber aprovechar las ocasiones y ganarse fans que en principio no necesariamente lo son es lo que hace de Phoenix una de las mejores bandas de directo actualmente. Canalizan todos sus impulsos experimentales en dos tipos de canción, representados por Love Like a Sunset y Bankrupt!, que mezclan en una especie de rave progresivo, iluminado con reflectores simétricos y luces estroboscópicas. Es impactante y a la vez está fuera de lugar. Si algo les falta a Phoenix es cierto vigor espontáneo. Son demasiado pulcros y precisos. Sin embargo, en directo, hay asperezas y diversión. El éxtasis del concierto de Phoenix llegó con las dos últimas canciones, 1901 y Rome.

Los franceses se han convertido en un fenómeno de masas como el rock de FM que admiraban antes de convertirse en hipsters.

Fangoria fueron los encargados de cerrar el festival tras Pet Shop Boys. Puesta de escena sin cabaret ni aparencia kistsch. Nacho Canut y Alaska, acompañados por un par de bailarines masculinos y otro par de travestis, intercalaron los temas de siempre con los últimos de su Cuatricomia. Pop en castellano familiar, que llega a lo comercial pero que han sabido encajar en un festival de corte indie y sin límite de edad, y que empezó con la hedonista No sé que me das. El final del SOS se encaminaba por el baile hacia el éxtasis.

Además destacó la banda gallega Triángulo de Amor Bizarro, que abrió el escenario principal en plenitud de facultades alternando oscuridad y luz. Los gallegos salieron con el cuchillo entre los dientes. El 'pop triangular' tiene músculo y poder. Poco más de 50 minutos, zarpazo a zarpazo, TAB, con intensidad y contundencia atronadoras, ametrallaron sin piedad al personal . Ya lo dice Rodrigo en una de las canciones: «Ten cuidado con lo que te ofrecen».

Los sevillanos Pony Bravo desplegaron audacia, imaginación, ironía y no poca desvergüenza. Abrieron con Noche de setas, fueron proféticos en La rave de Dios y muy descriptivos con El político neoliberal, que parecían inspiradas por el propio festival. Junto con Za!, se puede decir que han sido las dos propuestas más extravagantes de todo el cartel.

Desde una óptica más mainstream también destacaron Miss Cafeína con un puñado de canciones que intentan tener un estilo tipo The Killers o Muse, pero no llegan ni siquiera a rozarlo. En todo caso, el balance es más que positivo para un grupo que tiene todos los indicios de seguir los pasos de Pereza y llegar al gran público cuando menos lo esperemos. León Benavente pisaron fuerte. En directo se crecen para hablar de desolación, desengaño, lucha, revolución. «Eres de la resistencia», reza Ánimo, valiente, un himno para los malos tiempos, interpretado con rotundidad en la voz de Abraham Boba, que cala hasta el tuétano. El epílogo a su intenso viaje llegaría con un rapsoda Boba, micro en ristre, y un romance tórrido sobre una base de krautrock a todo trapo (Ser Brigada), con la que se despidieron disparando a los sentidos. Ira envuelta en aire de derrota. Lo que ofreció Neuman superó cualquier expectativa. Si a la potencia de sonido se le suma la calidad de los músicos y un público muy receptivo, el resultado no podía ser otro que un buen concierto de distorsión y celebración. Dejaron sin aliento al personal. Mención para los otros murcianos que participaron, casi anónimos, en el extrarradio del festival: Nunatak, Adiós Nicole, Noise Box, The Yellow Melodies y Neon Lights, que cumplieron con creces su papel y demostraron estar muy a la altura. Merecen una oportunidad mejor, y el SOS 4.8 una acertada revisión.