A cada cual le fascina Venecia por distintas razones. Allí, en la decadente ciudad de los canales, incluso la muerte adquiere categoría de arte supremo; ya lo pronosticaba Thomas Mann, Premio Nobel de Literatura en 1929, cuando nos dijo: "Aquél que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o a morir", de su libro Morte a Venezia.

El pintor Cristóbal Pérez García-Toval nació hace 36 años en Álora (Málaga) y rubrica sus cuadros sólo con el 50% de su segundo apellido, Toval. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada, se ha dedicado durante un breve periodo de tiempo a la enseñanza, ha obtenido infinidad de premios (se le podría considerar un profesional de los concursos de pintura rápida), sus obras han sido adquiridas por numerosas entidades públicas y privadas... Y desde 2004 reside en Murcia por aceptar los designios de Cupido; en la próxima primavera se desposará con Ana García, su actual compañera de fatigas y alegrías.

El taller-estudio del joven artista perote (así se les llama a los nacidos en la localidad malagueña de Álora) se encuentra en la plaza de la Aurora, y en este local ha estado pintando, durante el pasado año, las obras que componen el proyecto Venezia, trabajo que meses atrás ha sido expuesto en la sala de El Jardín, en Molina, y posteriormente en los salones del Real Casino de Murcia.

También recientemente se pudo contemplar la producción artística de Cristóbal Pérez en la Casa de la Cultura de Álora, ciudad donde hace ahora trece años el artista organizaba su primera exposición individual. Sus paisanos conocieron así la colección Venezia, pero ampliada con nuevos cuadros y complementada con otras obras de diferente temática, realizadas todas ellas en Murcia durante los últimos cinco años. La exaltación de la belleza y el lujo palaciego de Venecia, sobre todo en época de carnavales, deja exhausto al joven artista, que tuvo que visualizar la gran riqueza colorista de los ropajes que visten los transeúntes que deambulan por calles, plazas y puentes de una ciudad que ha quedado paralizada por las exigencias teatrales de un fastuoso escenario urbano coronado por irrepetibles edificaciones. Pérez observa el singular paisaje y pinta, con cierto aire clasicista, las mejores estampas de un entorno aristocrático que no se altera con la presencia de La telefonata, en medio de un glamuroso baile de máscaras.

Proyectos

Pérez, que también acaba de presentar su amplia colección de cuadros en la Feria Internacional de Arte Art Faim, celebrada en Madrid, tiene varios proyectos a la vista. Desde mañana y hasta el viernes impartirá el taller de pintura Estudios en verde, en el Instituto de Bachillerato Artístico de Molina de Segura -podrán asistir personas mayores de 18 años-, mientras que el próximo mes de enero expondrá una muestra individual con cuadros pintados al óleo en la Galería Salduba, en Zaragoza, bajo el título de Venecia y otras arquitecturas. Además, hace tan solo unos días, la cofradía de Jesús El Rico de Málaga le confirmó que será el encargado de realizar la pintura para el cartel de Semana Santa 2013.

¿Cómo definiría su estilo?

Me gusta definirlo como realismo contemporáneo. Al comienzo de mis estudios, me matriculé a la vez en pintura y escultura, además de seguir con mis investigaciones con otros soportes y materiales que me facilitaron abordar nuevos modos de expresión plástica. Cuando abandoné la preparación del doctorado, me volví a interesar por la pintura realista y figurativa, y esta exposición es un buen ejemplo.

¿Qué oficio le hubiese gustado ejercer de no harber sido pintor?

Arquitecto. Quise estudiar Arquitectura en Sevilla, pero al final, como me sentía muy atraído por la pintura y la escultura, me incliné por los estudios de Bellas Artes.

¿Considera que es 'pecado' ser artista en estos tiempos?

En absoluto. No estoy nada de acuerdo con su sugerencia. Después de descubrir las aportaciones a nivel personal y profesional que me ha brindado ser pintor, le aseguro que no sabría vivir con otro oficio. Trabajar con la pintura es la mejor experiencia que me ha sucedido en la vida.

¿Recuerda el último cuadro que ha vendido?

Sí. A fecha de hoy, ha sido una obra en óleo sobre tabla, de un metro por un metro, con la imagen de un paisaje urbano de París; se lo he vendido a José Pedro Nicolás (espero que no se moleste por nombrarlo) y le he aplicado un 'precio de amigo'. ¿Cuánto?, mil euros.

Ha expuesto tres veces los cuadros de Venezia. ¿Por qué esa insistencia por enseñar las máscaras y los paisajes de la decadente ciudad italiana?

Venecia ha sido siempre la ciudad del mundo que más interés ha despertado en mí. Sobre todo, por la combinación fascinante que encuentro entre agua y arquitectura, la luz reflejada en los canales, los palacios maravillosos, la serenatas del gondolero... y esa disquisición estético-filosófica sobre la que gravitan los fotogramas de una interminable película de Visconti, viviendo a la espera de tropezarte con Silvana Mangano al cruzar un puente.

¿Con quién se identifica más, con Casanova o Marco Polo?

Prefiero asistir al festival del descubrimiento de las ciudades con alma de Marco Polo, pero no por ello dejo de admirar la actitud hedonista de Casanova y su entrega a los deleites mundanos.

¿Cómo se está enfrentando usted a la precaria situación económica que vivimos, de recortes y de subida de impuestos?

En primer lugar, reflexionando cualquier gasto por insignificante que parezca y, en segundo, trabajando el triple. Pero, sobre todo, reduciendo entre un 20% y un 30% el precio actual de los cuadros. Debemos luchar para que podamos superar pronto esta etapa que nada beneficia al mundo del arte.

Pérez, que desde hace tres años se dedica sólo a pintar, apunta que su obra está "basada en el paisaje", y a pesar de su juventud ha demostrado suficientemente el talento como artista a tener muy en cuenta en un futuro cercano. Su voluntad viajera le ha llevado a visitar en tres ocasiones el archipiélago veneciano de las 118 pequeñas islas (¿No se habrá hundido ya alguna?) y de los más de 400 puentes. La vida y el agua continúan en Venecia, y las sopas perotas en Álora, sin que el guapo Tadzio se siente de nuevo al piano en el salón del Gran Hotel. "Sólo la belleza es al mismo tiempo divina y perceptible", afirmaba Mann en 1912.

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