Ángel Martín atiende a la llamada de esta redacción con gran amabilidad y simpatía. Nada que ver con el personaje que se ganó la animadversión de muchos televidentes en Sé lo que Hicistéis, el programa de La Sexta que le llevó a la fama y que presentó durante más de cinco años. Ahora prueba con éxito en el teatro acompañando a su amigo Ricardo Castella.

¿Nunca es tarde?

Yo creo que no. De hecho el espectáculo lo hacemos con esta intención. Lo que queremos es que la gente cuando salga de ver nuestra obra se vaya directamente a cumplir sus sueños. Que si alguien quiere hacer bicicleta en alambre, salga del teatro, abandone a su familia y a sus hijos y se vaya a Ibiza a hacerlo. Eso es lo que queremos, pero no sé si lo conseguiremos.

¿Sigue sus sueños o sus sueños le siguen a usted?

No lo sé, porque teniendo como compañero a Ricardo uno pierde la perspectiva. Él dice que quiere hacer un musical y yo le sigo, y de repente me veo tocando instrumentos que no he tocado nunca y todo porque su sueño es hacer un musical. No sé que estamos haciendo realmente.

¿Por qué un musical con la que está cayendo?

Ricardo ha tenido la genial idea de intentar fracasar en todos los ámbitos a la vez. En lugar de fracasar primero en el teatro y luego en la música, lo ha hecho todo de una tacada para cerrarse dos puertas de golpe. Además, la obra es como una serie de televisión, con lo que también nos aseguramos cerrarnos la puerta de la tele. Vamos a intentar besarnos también en el escenario para que nadie nos hable nunca más porque es lo único que nos queda.

Muchos matarían por tener un puesto como el que usted dejó como presentador del programa Sé lo que hicisteis de La Sexta. Hay quien lo tacha de loco.

Muchos matarían por presentar un programa, pero cuando llevaran 940 programas se irían a hacer un musical. Desde fuera las cosas se ven muy bonitas, pero llega un momento en el que si algo no te aporta nada tampoco tiene sentido seguir haciéndolo. Hay otros trabajos en los que puedes seguir creciendo. El espectáculo es algo muy entretenido y con muchas salidas. No tiene sentido seguir si algo no es lo que quieres.

¿Sus críticas sirvieron para algo o sólo para convertirlo en el malo de la tele?

Sé lo que hicisteis consiguió que la gente viera programas de otra manera. A mí los dos primeros años me pareció muy divertido porque la gente veía programas y pensaba: «Mañana lo sacan en SLQH». La gente veía la tele de otra manera, se daban cuenta de que se estaba cruzando una línea que era muy chunga. En el programa se hablaba como entre colegas, se utilizaba un vocabulario que no era el habitual en la tele y eso se agradecía.

¿Sirvió para que la programación televisiva cambiara?

La tele no para de innovar todo el tiempo... Me da la sensación de que básicamente lo que tiene la tele es que cuando algo les funciona lo exprimen. Difícilmente veremos algo novedoso o que nos llame la atención. Sobre todo porque intentan llegar a todos los públicos y eso es muy difícil. Repiten el mismo formato que funciona en otro sitio pero con distinto nombre. A nivel creativo es poco interesante.

¿Por qué hay que ir al teatro en lugar de sentarse frente a la tele?

El teatro aporta algo que no aporta la tele: estás viendo algo que está sucediendo en ese momento y que claramente es real. Lo que estás viendo sólo va a suceder en ese momento y nunca más. Quienes van antes o después van a ver el mismo espectáculo, pero será diferente porque los actores quizás están más cansados, prueben cosas... Hay una sensación de realidad que la tele no tiene. El espectador forma parte de eso y hace que esa función sea única. En la tele sabes lo que va a pasar todo el tiempo. Estar sentado delante de la tele te sugiere irte a la cama porque seguro que al día siguiente repiten en otro sitio lo que estás viendo.