La Casa de la Cultura de la vecina Pilar de la Horadada acogió hace unos días la inauguración de una exposición de ilustraciones e historietas de diversos autores, tanto nacionales como extranjeros, entre los que podríamos destacar a Antonio Escolano, Alfonso Azpiri, Juan Espallardo, Sergio Tarquinio, Carlos Casalla, Francisco Fuentes Man, Franch Cubells o Juan Soler entre muchos otros. Los originales han sido cedidos por el también dibujante Demetrio Sánchez, principal precursor y autor más conocido fuera de nuestras fronteras por su ingente producción para el mercado exterior. Se trata de la primera de muchas donaciones de su fondo personal que conformarían la primera piedra del denominado Museo del Tebeo y la Ilustración. Si los vaivenes y veleidades de la política no lo impiden, podríamos tener aquí al lado, en zona limítrofe de nuestra comunidad con Alicante, uno de los más interesantes proyectos de recuperación, custodia y exposición permanente del cómic.

Naturalmente, para que eso pueda convertirse en un compromiso serio y actuación real se necesitaría una junta gestora o coordinadora que le diera alma al proyecto, cosa que los señores políticos y personal técnico del Consistorio pinatarense no pueden aportar personalmente, ya sea por desconocimiento total del medio como de aptitudes para desarrollar una empresa digna en este sector. Y es que no solo las exposiciones permanentes pueden establecer un museo, porque eso no es más que un edificio con dibujitos colgados cogiendo polvo. Además hay que aportar catalogaciones de obras, ensayos y estudios sobre autores, obras o periodos, divulgación continua, propagación y difusión en otros medios, conferencias y congresos atrayendo a especialistas foráneos, creación de publicaciones y todas aquellas iniciativas que vayan en provecho de afianzar un medio artístico y cultural, hasta ahora bastante olvidado y que ha sido parte del aprendizaje y vivencia de la gran mayoría de ciudadanos españoles.

Mientras esperamos que esta gran aventura se desarrolle por los cauces adecuados, seguiremos comentando alguna de esas publicaciones que son novedad. Antitipo es lo último del alemán Ralf König, que conforma el final de su trilogía humorístico religiosa junto a Prototipo y Arquetipo. Editada por La Cúpula, aquí, König se centra en pasajes del Nuevo Testamento y, concretamente, en los Hechos de los Apóstoles o las epístolas de Pablo de Tarso. Éste último es el verdadero protagonista del relato, reflejado como un tipo mal encarado, descreído y extremista que pasa de ser azote de todo lo que olía a cristiano a ser un apóstol intransigente de la palabra de Dios. Hay momentos muy divertidos con otros muy enrevesados, casi ininteligibles, como es el caso de la horrenda traducción al castellano de las partes en verso que resultan caóticas y lastrantes. Aunque muy por debajo de los dos libros anteriores, esta obra resulta amena, divertida y la de aporte más gay-religioso de König.

También en La Cúpula podemos encontrar Cecil y Jordan en Nueva York, que supone la segunda obra de la angloamericana Gabrielle Bell en nuestro mercado tras Afortunada. La presente es una suerte de historias de diversa extensión de corte intimista y hasta autobiográfico: en unas las pequeñas cosas del día a día cobran gran dimensión; en otras los elementos fantásticos son la parte esencial; y en todas, el desarrollo es lento y la acción pausada como si se tratara de la propia existencia. Gabrielle demuestra que es capaz de cambiar de registro gráfico para desenvolverse en uno u otro a pedido del editor en cuestión. Y puede dar vida propia a las historias inventadas mientras a la vez que juega con las de sus vivencias como si fueran parte de un todo. Una obra muy interesante de una autora que vale la pena descubrir.

Y acabamos con un entierro, el de la revista Dos Veces Breve de Ariadna Editorial, comandada por el incansable Vicente Galadí, que llega a su número 24 y, por falta de presupuesto, debe unirse al sueño de los justos, aunque, según el editor, lo mismo regresa en breve en esta época de locura zombi. Dos Veces Breve ha sido una de las mejores revistas de historietas, que ofrecía esencia, mensaje y mucha diversión y mayor arte. Por sus páginas han pasado los mejores del cómic hispano actual dejando, número tras número, el listón demasiado alto y, al lector, un regusto de querer más ración de su publicación favorita. Mientras esperamos la deseada y pronta resurrección, desde aquí le brindamos un cálido hasta luego.