La historia no entiende de arte. Grandes maestros pueden caer el olvido mientras mediocres con suerte siguen ocupando un lugar en los libros. Ramón Pontones fue uno de los primeros: virtuoso acuarelista capaz de llenar de detalles un papel de fumar, cayó en el olvido cuando la Guerra Civil le obligó a exiliarse a México. Ahora, el galerista Emilio Morales intenta rescatar su figura: «El año que viene es el centenario de su nacimiento, y creo que es la oportunidad ideal para reivindicar a uno de los grandes genios de la Región con una retrospectiva».

Nacido en Alcantarilla el 13 de noviembre de 1911, según los documentos rescatados por Morales, Ramón Pontones Hidalgo fue alumno de la Academia de Bellas Artes de Huelva, donde conservan tres óleos suyos, y profesor en Madrid y Astorga. Cuando estaba en Murcia solía pintar en casa de Sofía Morales, y de hecho, él fue uno de los que inspiraron en la futura artista, entonces niña, su pasión por el arte. Cuando estalló la guerra luchó por el bando republicano, por lo que en 1939 tuvo que salir del país para no volver jamás. Murió en México en 1995, olvidado por sus compatriotas.

«Todos los artistas que han muerto en el exilio han desaparecido en el olvido y nadie los ha recuperado», se lamento Emilio Morales, que durante casi una década ha investigado sobre Pontones y ha conseguido adquirir 193 obras suyas. «Tras varios viajes, conseguí localizar a su viuda, Gabriela, y conocer más sobre su vida y su obra. Fue un maestro de la acuarela. Es increíble el colorido que le imprime a sus cuadros, la cantidad de detalles que es capaz de dibujar con una técnica tan difícil. Son pequeñas obras maestras».

Las obras recuperadas por Morales abarcan todo el proceso creativo de un pintor: desde bocetos preparatorios realizados en cera y grafito hasta la acuarela terminada, pasando por las obras incompletas que aún así muestran todos los detalles de sus figuras. En México, Pontones retrató la vida cotidiana de los barrios bajos: la quiosquera con su perro, el colmado donde se puede adquirir de todo a un módico precio, las calles soleadas donde pasean mujeres cargadas de jarras, los retratos de jóvenes y ancianas que muestran en sus rostros las arrugas de una vida de duro trabajo y penurias económicas... Y junto a ellos, pinturas de los rincones de su casa: el estudio, el comedor (con un perenne árbol de Navidad), la cocina...

Ahora, Emilio Morales busca un lugar para realizar una retrospectiva sobre la obra de este maestro olvidado, que coloque al pintor en su lugar: «Para mí, debería ocupar un puesto junto a Ramón Gaya, Vicente Viúdez, Garay, José Planes o Pedro Frutos como uno de los genios de la pintura de la Región». Y apostilla que «cualquier región de Francia que tuviese tantos pintores de primera categoría como Murcia, sería lugar de peregrinación instantáneo. Tendríamos que darnos cuenta de la historia tan importante que tenemos y potenciarla por todos los medios, en lugar de malgastar dinero en ´arte´ contemporáneo».