Migración | Jordi Moreras Antropólogo
"Seguimos pensando que ser español es ser blanco, católico y heterosexual, pero España ya no es eso"
El antropólogo Jordi Moreras participa en el Congreso Migraciones 2025 en la UMU como miembro del comité científico

Jordi Moreras, Doctor en antopología por la Universidad Rovira i Virgili. / L. O.
El antropólogo Jordi Moreras es investigador y profesor asociado en la Universidad Rovira i Virgili colaborador docente de la Universitat Oberta de Catalunya. Licenciado en antropología por la Universidad Autónoma de Barcelona, master en Estudios Euro-Árabes por la Universitat de Girona y doctor en Antropología por la Universitat Rovira i Virgili . En 2002 se incorporó a la Secretaría de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Catalunya, donde trabajó como responsable de estudios hasta el año 2004.
¿Cómo se explica que un municipio con convivencia históricamente funcional, como Torre Pacheco, se haya convertido en foco de tensión?
Llevamos más de 40 años de convivencia con población migrante en España, desde la primera ley de extranjería de 1985. No estamos ante un problema de convivencia, sino ante una manipulación política de la migración con fines electorales. La clase política no ha sabido dejar las migraciones fuera del debate partidista, y eso genera enfrentamientos entre personas. Lo que existe es una voluntad explícita de ciertos actores por usar el miedo y la confrontación como herramientas de poder.
¿Qué le sugiere la decisión del Ayuntamiento de Jumilla de prohibir los rezos colectivos en espacios públicos?
Los ayuntamientos tienen potestad para decidir el uso de los espacios públicos, pero la pregunta clave es si esas decisiones ayudan o no a la convivencia. Cuando se niega un espacio religioso, puede interpretarse como una falta de garantía de libertad religiosa. Vox niega una realidad de más de medio siglo de presencia del islam en España; esos discursos no deben debatirse, sino llevarse ante la justicia cuando incitan al odio.
¿Qué consecuencias tiene la segregación entre menores extranjeros y nacionales en los centros de acogida?
Se corre el riesgo de caer en la discriminación. Muchos de estos jóvenes llegan sin vínculos familiares, y el Estado no puede sustituir del todo el papel de una familia. No todos son conflictivos, pero se les estigmatiza. La sociedad reacciona con miedo porque no se han explicado bien las políticas de acogida. Y la respuesta no puede ser la hostilidad vecinal, sino una mejor pedagogía pública y una gestión menos politizada.
¿El islam sigue siendo una religión tolerada pero no aceptada en España?
Seguimos viendo el islam como una religión de migrantes. En el fondo, muchas actitudes islamófobas son más bien xenófobas y de clase. A menudo reivindicamos nuestros ‘valores’ señalando los del otro, sin saber definir los propios. Somos una sociedad muy secularizada: solo cuando el islam aparece en el espacio público nos ‘recatolizamos’. Eso muestra que seguimos construyendo nuestra identidad frente a un “otro” musulmán, aunque ya existan generaciones de españoles musulmanes nacidos aquí.
Muchos jóvenes musulmanes nacidos en España dicen sentirse cuestionados en su pertenencia. ¿Cómo afecta eso a su identidad?
Imagina haber nacido aquí, hablar el idioma, estudiar y trabajar como cualquiera, y que sigan viéndote como extranjero. Solo se reconoce la españolidad de personas racializadas cuando destacan, por ejemplo, en el deporte. El problema es una ignorancia extendida: seguimos pensando que ser español es ser blanco, católico y heterosexual. Pero España ya no es eso. Ser español implica gestionar nuestras diferencias.
¿Por qué los discursos islamófobos ganan terreno en la política?
Porque hay un prejuicio histórico hacia el islam que forma parte de nuestro imaginario nacional. La ultraderecha explota ese miedo, y el resto de partidos, en lugar de negarlo, lo suavizan o lo asumen parcialmente. En toda Europa los discursos sobre migración se han endurecido, confundiendo la gestión de flujos migratorios con la integración de las personas.
¿Qué le preocupa más: la islamofobia abierta o la indiferencia social hacia ella?
La indiferencia es peligrosa porque puede activarse en cualquier momento. Quien hoy no tiene opinión, mañana puede movilizarse en contra de sus vecinos si ocurre un incidente. La gente prefiere discursos cerrados y sencillos, no matices. Pero la convivencia se construye sobre matices, no sobre sentencias rotundas.
Desde su experiencia institucional, ¿qué errores se repiten en la gestión de la diversidad religiosa?
El principal error es el miedo político. Antes los políticos se hacían fotos inaugurando mezquitas; ahora ya no. Vivimos un contexto de intoxicación mediática que asocia migración e islam con problema. Y eso paraliza decisiones. Muchos responsables temen más la reacción de la gente que el incumplimiento de la norma. n
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