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Investigación

Afrodita: el proyecto de la UMU que busca revolucionar la reproducción asistida

Una red europea que investiga qué consecuencias tienen estos procedimientos sobre la salud de la descendencia y cómo mejorarlos para el futuro

Miembros del equipo de investigadores que forman parte del proyecto Afrodita.

Miembros del equipo de investigadores que forman parte del proyecto Afrodita. / Juan Carlos Caval

En un mundo donde más de doce millones de niños han nacido gracias a las Técnicas de Reproducción Asistida (ART) desde 1978, la pregunta ya no es solo cómo ayudar a concebir, sino qué consecuencias tienen estos procedimientos sobre la salud de la descendencia y cómo mejorarlos para el futuro. Con esa ambición nació Afrodita, un proyecto coordinado por la Universidad de Murcia (UMU) que ha tejido una red internacional de universidades, hospitales y empresas.

Con 17 instituciones implicadas en nueve países y 15 doctorandos en formación, Afrodita representa uno de los programas más ambiciosos jamás emprendidos en este ámbito.

El germen de Afrodita, explica el profesor de la UMU Sebastián Cánovas Bernabé, investigador principal del proyecto, se encuentra en la trayectoria de colaboración que durante años han mantenido distintos grupos de investigación especializados en fertilidad. De esa cooperación inicial nació la convicción de que solo uniendo fuerzas se podría responder a los grandes interrogantes de la reproducción asistida.

Cuatro millones de financiación

Afrodita dispone de un presupuesto de 4 millones, financiados por la Unión Europea a través de las acciones Marie Skłodowska-Curie. Estos fondos se destinan a la contratación de los doctorandos que reciben salarios competitivos a nivel europeo, y también financia sus estancias internacionales, asistencias a cursos y congresos, la adquisición de material científico, el uso de equipos científicos y las tareas de gestión del proyecto.

Así se concibió esta red de doctorado europeo que coordina la UMU desde marzo de 2024. Bajo el nombre completo ‘Advancing Fertility and Reproduction through Dedicated and Innovative Technological Applications’, el programa integra a universidades como la de Copenhague, Gante, Teramo o el University College de Dublín, junto a centros clínicos de referencia y empresas líderes del sector.

La diversidad de socios es «una de las mayores fortalezas» del proyecto «porque reúne a los ‘mejores’ expertos de cada ámbito», según asegura Cánovas. Cada institución aporta conocimientos complementarios, desde laboratorios punteros en producción de embriones o técnicas de biología molecular, hasta hospitales con gran experiencia clínica, pasando por empresas líderes a nivel mundial en semen sexado o kits de diagnóstico molecular.

Se han identificado moléculas que actúan como biomarcadores de la calidad embrionaria

Los grandes interrogantes

La fertilidad asistida ha experimentado un crecimiento imparable: su uso se ha multiplicado por 5,3 en las últimas dos décadas. Sin embargo, persisten incógnitas que la ciencia aún no ha despejado.

«Todavía desconocemos parte de las consecuencias de estas técnicas», recuerda Cánovas. Entre los retos que se plantea Afrodita destacan la comprensión de cómo afectan las ART a la activación y desactivación de genes, las condiciones óptimas para el desarrollo embrionario en laboratorio o la influencia de la edad de los progenitores en la calidad de gametos y embriones. También preocupa el riesgo de que ciertas alteraciones puedan manifestarse en la edad adulta de los hijos concebidos con estos tratamientos.

Aunque los 15 doctorandos apenas llevan un año trabajando en sus tesis, ya se han registrado progresos notables. Se han identificado moléculas que actúan como biomarcadores de la calidad embrionaria, se han creado secreciones similares a las del aparato reproductor femenino a partir de organoides para optimizar los medios de cultivo, y se han detectado compuestos antioxidantes que retrasan el envejecimiento ovárico en ratones.

El proyecto contempla el desarrollo de gametos a partir de células madre

Paralelamente, se exploran preguntas de enorme calado: ¿cómo afecta la congelación al material genético de los espermatozoides? ¿Qué huella dejan el estrés térmico o la edad del padre en la descendencia? ¿Qué impacto tiene el cultivo in vitro sobre el ARN embrionario?

El abanico de líneas de investigación abarca desde el desarrollo de métodos para generar gametos a partir de células madre, hasta el análisis de la «comunicación secreta» entre embrión y útero en los primeros días tras la fecundación. Todos ellos son pasos para mejorar la comprensión del proceso reproductivo y, eventualmente, «aumentar la eficacia y seguridad de los tratamientos».

La aspiración última de Afrodita no es quedarse en los laboratorios, sino trasladar sus resultados a la práctica clínica. Los avances podrían redundar en tratamientos más personalizados, ajustados a la edad, historial y características moleculares de cada paciente.

Aunque Cánovas insiste en que la aplicación clínica será gradual y deberá superar exigentes filtros: «Es importante reconocer que la aplicación clínica de los hallazgos siempre requiere tiempo y es compleja, sobre todo para realizarlo de forma segura para los pacientes. No hablamos de cambios inmediatos, sino de un progreso en el que cada avance suma».

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