Caetra
De la robótica a las prótesis de alta calidad de uso civil y militar

Una de las pruebas que se realizan de las prótesis deportivas en las que se acopla una pieza de boxeo para deportistas de élite. / La Opinión
La compañía murciana Limbium, ubicada en el campus de Espinardo, fue desde sus comienzos una empresas de robótica centrada en el diseño de piezas en 3D. Posteriormente cambió su rumbo y ahora crea prótesis para uso civil y militar, de ahí su vinculación al programa de defensa Caetra.
«En Limbium creemos que perder una extremidad no significa renunciar a la fuerza, al esfuerzo ni al espíritu de superación. Nuestras prótesis deportivas han devuelto a muchas personas la capacidad de entrenar, competir y reconectar con su cuerpo y su identidad», señala el CEO de la compañía, Alberto Martínez. El ejecutivo añade que «ahora queremos que esa misma tecnología sirva también a quienes han dado todo por protegernos. Llevar nuestras prótesis al ámbito de Defensa no es solo una decisión técnica, es un compromiso humano: apoyar la recuperación física y emocional de soldados amputados, facilitar su reintegración activa y devolverles la autonomía que merecen. Porque quienes han demostrado una entrega total, merecen soluciones que estén a su altura».
Un itinerario empresarial que dio un giro al conocer a Lara, una mujer que había sufrido la amputación total del brazo derecho. «Ella buscó soluciones por muchos sitios, pero no encontraba ninguna que realmente resolviera su necesidad: poder volver a realizar actividades básicas de coordinación en su día a día. Al final, decidió emprender el camino por su cuenta», indica Martínez. No fue fácil. «Con ayuda de una ortopedia en Valencia, compró componentes en Polonia y Alemania y consiguió que le fabricaran una prótesis. Pero el resultado fue decepcionante: el brazo era poco funcional, se le caía, no respondía bien y había invertido una suma importante de dinero que había recaudado mediante un crowdfunding entre familiares y amigos», explica el CEO de Limbium.
Asimismo, sigue contando Martínez, «esa prótesis llegó a mis manos. Yo trabajaba con diseño e impresión 3D, nunca había visto una prótesis en mi vida, y mi tarea era intentar mejorarla mínimamente. Lo que empezó como una simple mejora se convirtió en un proceso de casi año y medio de aprendizaje, formación y mucho ensayo y error. Al final, logré desarrollar una prótesis completa y funcional. Esa prótesis es la que Lara sigue utilizando a día de hoy».
Desde aquel momento, la compañía decide dar un paso adelante. Comenzó haciendo un estudio de mercado, un plan de negocio y fundar Limbium, tal y como se conoce hoy. «Éramos cuatro socios: mi jefe, un socio industrial, un profesional del sector y yo. Cuando vimos el impacto que había tenido la prótesis en la vida de Lara entendimos que habíamos conseguido algo que el mercado no ofrecía. Y lo más importante: descubrimos que el campo de las prótesis de brazo estaba completamente desatendido en España», desvela el CEO.
Un proyecto difícil
«Desde el principio sabíamos que nos metíamos en un nicho reducido. Hay pocas personas que necesitan una prótesis de brazo, y no es fácil llegar a ellas. Además, son productos caros. Por eso, uno de nuestros grandes objetivos fue reducir costes y hacer las prótesis lo más accesibles posible. A esto se sumó el reto de que, siendo ingenieros, nos adentrábamos en el ámbito sanitario, lo que nos obligó a aprender sobre normativas, licencias, regulaciones y toda una serie de procesos burocráticos que ralentizaron pero no detuvieron el proyecto», cuenta Martínez.
En este sentido, este proyecto explican desde la compañía, va más allá de los beneficios. Limbium se basa en valores claros. «Nuestro propósito es democratizar el acceso a las prótesis de brazo. Hemos conseguido que, hasta ahora, ninguno de nuestros clientes haya tenido que pagar directamente por su prótesis. Las prótesis biónicas avanzadas pueden costar entre 50.000 y 100.000 euros, pero la Seguridad Social cubre entre 20.000 y 50.000. Nosotros decidimos diseñar productos de la mejor calidad posible dentro de ese rango cubierto. De esa forma, cualquier persona puede acceder a una prótesis funcional y personalizada sin asumir una carga económica y sostenible», puntualiza el ejecutivo de la compañía.
Otro de los aspectos más importantes para ellos era cubrir las necesidades del cliente y paciente. De ahí que insisten en que «la personalización es clave, porque cada usuario tiene necesidades distintas. Lo entendimos claramente con nuestro primer cliente real. Le mostramos entusiasmados nuestra prótesis avanzada, convencidos de que iba a cambiarle la vida. Pero su reacción fue inesperada: nos dijo que no la necesitaba. Él había nacido sin parte del brazo, ya estaba adaptado al día a día, y lo que realmente necesitaba era algo que le ayudara a hacer deporte. Esa conversación marcó un antes y un después. Entendimos que la prótesis debía responder a una necesidad específica. Así nació nuestra línea de prótesis deportivas», narran desde Limbium.
Práctica deportiva
La compañía ya está desarrollando soluciones para personas que quieren hacer deporte, desde actividades básicas hasta deporte de élite. Son especialmente útiles en zonas rurales, donde muchas personas intentan entrenar con bandas elásticas o aparatos improvisados que acaban provocándoles lesiones. «Nosotros queremos devolverles la posibilidad de entrenar bien, de forma segura, incluso a alto rendimiento», apuntan.
En cuanto a los materiales para las prótesis deportivas se utiliza impresión 3D con fibra de carbono continua, que soporta cargas muy elevadas. Algunas piezas específicas las fabrican en acero inoxidable. Para las prótesis biónicas usan nylon, poliamidas y siempre resinas biocompatibles en las partes que están en contacto con la piel, para evitar cualquier reacción adversa.
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