Universidad de Murcia | Ramón Sánchez Iborra Profesor en la facultad de Informática de la UMU

"Que las redes móviles lleguen a una inmunidad total ante apagones es complicado"

Pertenece al grupo de investigación de Sistemas Inteligentes y Telemática y lidera el equipo de la Universidad de Murcia encargado de desarrollar el proyecto Nancy, cuyo objetivo es el de revolucionar la conectividad en Europa

El profesor Ramón Sánchez Iborra rodeado de equipos informáticos.

El profesor Ramón Sánchez Iborra rodeado de equipos informáticos. / Israel Sánchez

Uno de los avances de Nancy es el uso de políticas de precios inteligentes. ¿Podemos imaginar un futuro donde la conectividad funcione con tarifas que cambian como lo hace la luz o el transporte?

Esa es la idea, esto está muy ligado justamente con el hecho de que haya muchos ‘jugadores’ ofreciendo servicios. Actualmente, en el proyecto tenemos desarrollado un sistema dinámico de subasta de precios a través de un mecanismo de inteligencia artificial a través del cual, cuando un usuario solicita un determinado servicio con unos requisitos mínimos, por ejemplo, un servicio de video-streaming en 4K, aquellos proveedores que puedan servir dicho servicio con las condiciones impuestas por el usuario entren en una subasta y aquél que ofrezca un mejor precio es el que el sistema elegirá para el usuario. Todo esto de forma totalmente automática: el usuario pide y el sistema la ofrece la solución más barata que cumpla con sus requerimientos de funcionamiento.

A finales de abril, España vivió un apagón y una consiguiente caída masiva de las redes móviles que dejó incomunicadas a millones de personas. Desde su punto de vista técnico, ¿qué podemos aprender de este tipo de fallos? ¿Esto ocurriría si ya estuvieran en marcha las tecnologías y arquitecturas de red propuestas por Nancy?

Está claro que este tipo de eventos tiene que hacernos pensar a todos en los modelos de infraestructuras que tenemos para tratar de mejorar su resiliencia ante fallos. Aunque en Nancy se está trabajando en mecanismos que permiten reducir el consumo de los equipos que forman parte de la red, la resiliencia energética es algo que va más allá y que se está trabajando en otros proyectos de forma más específica. Considero que llegar a una inmunidad total ante este tipo de eventos es complicado porque la dependencia que tenemos actualmente de la red eléctrica en las infraestructuras de telecomunicaciones es muy alta, si bien es cierto que el hecho de tener una red que siga un modelo distribuido en vez de centralizado puede ayudar a que parte de la red pueda mantenerse activa mientras otra ha caído, de modo que se pueda mantener un funcionamiento parcial del sistema si todos sus nodos no han sido afectados por un hipotético apagón.

Nancy es un proyecto que mira más allá del 5G. ¿Estamos realmente preparados como sociedad -y como país- para dar ese salto? ¿Qué barreras existen?

A nivel tecnológico no hay barreras. Se ha ido demostrando generación tras generación (1G-5G) que los sistemas de comunicaciones siguen avanzando progresivamente y así ocurrirá con el 6G cuando llegue dentro de unos años. Luego viene otro aspecto, que es el uso que se haga de estas redes a través de los servicios o aplicaciones que funcionan ‘sobre’ ellas. Esto es algo que es impredecible a día de hoy y más con la irrupción tan potente que ha tenido la Inteligencia Artificial. Las aplicaciones que todos usamos a día de hoy pueden quedar obsoletas en un año y ser reemplazas por otras completamente nuevas que ahora mismo ni imaginamos. Son cambios tan veloces que muchas veces son difíciles de asimilar y desde luego es un reto para la sociedad el adaptarse a un entorno tan dinámico y cambiante.

¿Cómo se protege la privacidad del usuario en una red que, precisamente, busca anticiparse a sus necesidades?

Es un reto desde luego, pero hay formas de afrontarlo. El modelo que seguimos en el proyecto se basa en un sistema en el que el usuario primero ha tenido que informar a la red de sus intereses o de los servicios a los que desea suscribirse. Es decir, está centrada en el usuario, pero con su consentimiento previo. Además, en el sistema de acceso a servicios que empleamos en Nancy, cuando un usuario quiere solicitar o acceder a un determinado servicio no tiene que revelar su identidad, solo tiene que demostrar que tiene acceso a dicho servicio, por ejemplo, porque lo tiene incluido en la tarifa que tiene contratada. Así se preserva su identidad y ni el propio proveedor del servicio sabe a quién se lo está sirviendo, solo sabe que ese usuario anónimo tiene derecho a acceder a él, sin más.

¿Cómo imagina la conectividad a corto, medio y largo plazo?

No espero una gran revolución, pero sí una evolución progresiva. Las redes continuarán mejorando sus prestaciones en cuanto a velocidad de los datos, cobertura, fiabilidad, etc. Ahora mismo estamos en la tendencia de que cada vez más dispositivos estén conectados y yo creo que así seguirá siendo. Sin embargo, como he comentado anteriormente, no es una cuestión únicamente del concepto de conectividad como tal, creo que éste es un problema bien resuelto en la actualidad ya que tenemos una gran variedad de tecnologías de comunicación que cubre un amplio espectro de posibilidades de conexión y que, además, van a continuar mejorando. Por decirlo de algún modo, la conectividad ya se presupone casi en cualquier parte, por lo que por donde realmente vendrá la novedad será a través de los servicios y aplicaciones que funcionen gracias a estas redes y el uso que hagamos de ellos. La inteligencia artificial indudablemente va a jugar un papel clave a distintos niveles, porque va a determinar en gran medida la forma que tendremos los usuarios de interaccionar con nuestros dispositivos e internet, la funcionalidad de las próximas aplicaciones, etc. En este sentido, se presenta un futuro realmente emocionante en todo lo relacionado con las TICs.

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