Investigación

La UMU desarrolla un laboratorio ‘vivo’ para evitar la extinción de los polinizadores

La Universidad de Murcia participa en el proyecto europeo ‘Butterfly’, encargado de determinar la importante labor que desempeñan las abejas

Miembros del laboratorio de la UMU involucrado en el proyecto europeo ‘Butterfly’.

Miembros del laboratorio de la UMU involucrado en el proyecto europeo ‘Butterfly’. / Israel Sánchez

El campo, sin polinizadores, estaría condenado a desaparecer. Con el objetivo de preservar a estos insectos, que desempeñan una labor vital en el ecosistema, nace el laboratorio ‘vivo’ de la Universidad de Murcia (UMU) dentro del proyecto europeo ‘Butterfly’. Allí, lejos de paredes de hormigón y estanterías de frascos, abejas silvestres y melíferas serán las protagonistas de un ensayo que busca adelantarse al declive de estos ingenieros del ecosistema.

En marzo de 2025, la UMU alumbró este espacio experimental —el único ‘vivo’ en España de los seis destinados por ‘Butterfly’— que sucederá hasta 2029. Bajo la coordinación general del profesor Jeroen van der Sluijs, de la Universidad de Bergen (Noruega), el consorcio europeo, con más de siete millones de euros de financiación de Horizon Europe (239.075 euros para la UMU), aspira a evaluar la labor de polinización y prever las consecuencias de su merma en términos económicos, ecológicos y sociales.

Diecinueve universidades e institutos, un museo, una oenegé, un organismo nacional de agricultura y dos consultorías comparten la ambición de crear puentes entre ciencia, campo y políticas de sostenibilidad.

La responsable de este hito local es la profesora Pilar de la Rúa Tarín, líder del grupo de investigación de la UMU. Junto a ella, el investigador Álvaro Urueña y los técnicos de laboratorio Antonio José García y Saray Mañas conforman el cuarteto que insuflará vida al laboratorio. Su misión: poner a prueba estrategias para preservar la biodiversidad de abejas —tanto la de la miel como la de especies solitarias— en los cultivos de almendros, clave en la economía regional.

«La singularidad de nuestro laboratorio radica en que no instalamos infraestructuras rígidas, sino que trabajamos directamente en los campos», explica De la Rúa Tarín. En la fase preparatoria, el equipo definirá parcelas de almendros y, en ellas, evaluará la riqueza y abundancia de polinizadores. Los datos de uso del suelo y de agroquímicos provendrán de los propios agricultores, socios indispensables en el proyecto.

Para cuantificar la eficacia polinizadora, el equipo combinará métodos de muestreo de biodiversidad —censos de especies y recuento de individuos— con marcaje de ejemplares y pruebas de infraestructuras para determinar su impacto. Así, medirán la afección de diferentes prácticas agrícolas sobre las poblaciones de abejas, las cuales determinan la calidad y productividad de la floración.

Los ensayos se repetirán en campos de distintos entornos: algunos lindantes con zonas naturales y otros insertos en un paisaje más intensivo. Esta gradación de hábitats permitirá analizar el efecto del contexto sobre la actividad polinizadora y extraer conclusiones transferibles a otras regiones europeas.

«Aunque cada laboratorio vivo adopta una naturaleza específica —agrícola en Murcia, jardines en otros países o en otras especies vegetales de importancia local como el lino en Países Bajos—, todos conformamos una red que intercambia protocolos, resultados y experiencias», subraya la profesora.

Esta sinergia aspira a llevar el conocimiento desde las mesas de laboratorio (o mejor dicho, los campos abiertos) hasta las administraciones y el público general. «Queremos sensibilizar a niños en edad escolar y suministrar herramientas a los responsables de la política agraria para que tomen decisiones fundamentadas», insiste De la Rúa Tarín.

El proyecto incluye el desarrollo de modelos que integren indicadores de mercado, como datos de exportación e importación de productos dependientes de la polinización, y el análisis del balance financiero de agricultores y cooperativas al adoptar prácticas protectoras de polinizadores.

En los próximos cuatro años y medio, el laboratorio ‘vivo’ de la UMU en Murcia dará forma a un cuerpo de conocimiento capaz de anticipar escenarios de declive polinizador y proponer soluciones basadas en la realidad del campo. Trasladar los hallazgos a políticas públicas y recomendaciones prácticas es la guinda de un proyecto que, como las alas de una abeja, espera generar ondas de cambio en toda Europa.

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