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Más Europa, mejor trabajo, más democracia
Necesitamos recuperar la esperanza, salir del nihilismo que la sensación de «no tenemos nada que hacer» ha producido en la población y la ha llevado a la desafección política

Yolanda Díaz, junto a Angelo Bonelli, Nicola Fratoianni y Maurizio Landini (de izq. a dcha.). / Europa Verde-Verdi
El pasado día 7 de mayo, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, conversaba con cuatro destacados políticos de la izquierda y de los verdes italianos en Roma y defendía las medidas laborales del Gobierno (salario mínimo, propuesta de reducción de la jornada laboral, contratos más estables), frente a la admiración de sus compañeros de debate: Maurizio Landini, secretario general del CGIL; Nicola Fratoianni, secretario general de Izquierda Italiana y de Alianza Verdes e Izquierda; y Angelo Bonelli, portavoz de Europa Verde. Italia es el único país de Europa en el que no existe el salario mínimo, se lamentaban con razón. El motivo del debate era la defensa del referéndum que tendrá lugar en el país los días 8 y 9 de junio. Los convocantes piden el sí a favor de la seguridad en el trabajo, contra los despidos improcedentes, para la mejor tutela de las pequeñas empresas, por la abolición de los contratos precarios y por una reforma de la ciudadanía que proteja a los inmigrantes. Necesitan obtener el 50% de los votos; y, para ello, se proponen dirigirse a quienes no votan, que en estos momentos ascienden precisamente al 50% de los italianos con derecho a hacerlo.
¿Por qué se alejan de la política, de su derecho democrático a votar, esos ciudadanos?, se preguntaban, y las respuestas eran una declaración de principios: salir a las calles, retomar el vínculo sentimental con los trabajadores, escuchar sus demandas, explicar lo que significa un referéndum, una consulta que, de resultar positiva, cambiará al día siguiente la vida de millones de italianos. Yolanda Díaz advertía de los fantasmas que rodearon la subida del salario mínimo en la derecha española: las empresas, fieles seguidoras del sistema neoliberal que ha conducido hasta la depreciación extrema del trabajo, proclamaban a bombo y platillo que traería de la mano el caos, la huida del país de los grandes inversores. Pero no ha sido así, sino todo lo contrario, advertía, España ha crecido y se ha convertido en el motor de Europa. La vicepresidenta levantaba aplausos de un público sindicalista y de izquierdas que reflexionaba sobre el triste panorama de su país en comparación con el nuestro. Meloni, repetían en el debate, invita a no votar en este referéndum, llamando así a desinvertir uno de los derechos más preciados de la democracia, el derecho a voto, porque teme la respuesta del pueblo. Y, lo que es peor, pensamos, es que el referéndum pasa desapercibido para los medios de comunicación, por lo que muchos ciudadanos no conocen aún la convocatoria.
En nuestro país se hizo el pasado domingo otra convocatoria, la de los periodistas Andrea Rizzi y Ángeles Blanco; el presidente del Círculo de Bellas Artes, Juan Miguel Hernández León; la politóloga Cristina Monge; el abogado Manuel de la Rocha Rubí y Gonzalo Martín, de Equipo Europa, junto a distintas asociaciones civiles, para manifestarse bajo el lema ‘Más Europa’. El objetivo es reivindicar más democracia y más Europa frente a las amenazas que suponen los avances de la ultraderecha en el continente y en EE UU. Los convocantes son personas que desde la pluralidad apuestan por un multilateralismo, un mundo con reglas democráticas frente a quienes quieren actuar con el poder de la fuerza, la prepotencia y la agresión a otros estados soberanos. El manifiesto que se ha hecho público destaca el componente social de la reivindicación: «Defendamos a las personas y su diversidad frente a todo tipo de intolerancias y violencias, y opongámonos a toda tendencia racista, xenófoba, machista, LGTBIfóbica o que niegue el cambio climático».
Necesitamos recuperar la esperanza, salir del nihilismo que la sensación de «no tenemos nada que hacer» ha producido en la población y la ha llevado a la desafección política. Necesitamos volver a llenar las calles, formar una ciudadanía crítica y reflexiva que sepa defender los derechos que ponen en peligro las políticas nacionalpopulistas, cuyos principales frentes son la destrucción de la democracia, sustituida por un sistema autoritario de pérdida de derechos sociales y de protección a los más desfavorecidos; las políticas contra la diversidad, y las políticas contra la igualdad que defiende el feminismo. Acabar con el Estado de derecho y pensar el mundo como una gran empresa gobernada por CEO, reduciendo los derechos laborales y sociales.
Colocar en el centro a las personas y no los beneficios empresariales, el diálogo y la negociación y no la confrontación y las políticas de guerra, gestionar para asegurar una buena vida, volver a garantizar que las necesidades humanas sean satisfechas en un contexto de paz y de sostenibilidad, serían unos objetivos políticos enfrentados a las propuestas autoritarias y antidemocráticas de la derecha. La izquierda europea y la ciudadanía parecen tomar nota, no ya en tanto partidos, sino como movimiento por una necesaria renovación de la política, más participativa y humana, más igualitaria. Es demasiado importante lo que está en juego y por eso mismo debe la ciudadanía movilizarse. Nos quieren pasivas, indiferentes, entretenidas con otras cuestiones irrelevantes a las que los medios les conceden una importancia desproporcionada, mientras desmontan aquello que tanto nos ha costado construir: el estado social y democrático de derecho. Y no lo podemos permitir.
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