Semana Santa
Éxtasis de pasión rabalera en el encuentro de los encarnados en Lorca
La Virgen de la Soledad, el Señor de la Penitencia y el Cristo de la Sangre confluyen en la Plaza de la Estrella ante miles de personas

Las imágenes del Martes Santo en Lorca / Elisabet Soto
En la noche de ayer el barrio de San Cristóbal de Lorca era de la Soledad, de la Penitencia y del Cristo de la Sangre. Y es que la pasión rabalera llenaba cada calle de este emblemático arrabal lorquino, llenándose de fieles que se daban cita en una ocasión de júbilo y fervor previa a la Procesión del Silencio.
La Santísima Virgen de la Soledad abandonaba la iglesia de San Cristóbal cuando el sol ya se había escondido y el Barrio parecía ‘tomado’ por diminutas estrellas, en un cielo por fin despejado de nubes, que comenzaban a llenar de luz las calles por las que la imagen de Sánchez Lozano iba en busca de su hijo. A hombros la portaban sus costaleras en una noche gélida, poco característica del mes de abril, para llevarla al ‘encuentro’ en una Plaza de la Estrella donde no cabía un alfiler, en la que aguardaban desde bien temprano el encuentro de la madre con el hijo.
Tambores y cornetas se dejaban sentir desde el barrio vecino, el de San Diego. Allí, en la iglesia parroquial, pasaba el Santísimo Cristo de la Sangre sus últimas horas antes de regresar a casa. La tradición manda que sean los mayores del Asilo de San Diego los que le velan mientras permanece en este lugar donde horas antes de su marcha le ofrecen una misa de despedida, y así sucedió.
Los costaleros, con paso sobrio y elegante, lo portaban a hombros y emprendían el camino. A su paso, gritos y vítores desde balcones y ventanas. Con paso firme dirigían al trono al encuentro con la madre mientras se sucedían los relevos de costaleros que eran seguidos con admiración tanto por los cientos de turistas que estos días llenan todos los rincones de la ciudad como por los propios lorquinos.
Y mientras Jesús se mostraba en la cruz en agonía, otro Jesús partía de la iglesia de San Cristóbal, Nuestro Señor Jesús de la Penitencia. Representando a Jesús en el momento de la flagelación, de pie, sin verdugos, con las manos atadas por las muñecas a una columna, sin apenas lograr sostenerse… espera lo que está por llegar, provocando lágrimas entre los espectadores. Por las calles desfilaba en silencio, buscando el consuelo, buscando el amor, buscando el cariño de su madre para hacer más llevadero el difícil trance que le espera.
A lo lejos, en la Plaza de la Estrella, se adentraba la Virgen de la Soledad. Y frente a ella, su hijo atado a la columna y a su lado agonizando en la cruz. Los tambores se hacen uno y las cornetas y trompetas rezan mientras los tronos se acercan lo máximo posible para lograr el abrazo eterno de la madre con su hijo. En ese instante se desatan las pasiones y los gritos se multiplican desde todos los balcones. Y el ‘encuentro’ encarnado se vive bajo la luz de una intensa luna mientras el Cristo de la Sangre mira hasta lo más alto y parece decir: «¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». Y eleva la mirada implorante al cielo para invocar la intercesión divina mientras su madre no encuentra consuelo viendo la muerte de su hijo cada vez más cerca.
- Alerta de la Guardia Civil a toda España por lo que está pasando con las multas de tráfico de la DGT: '1.600 euros
- Un coche irrumpe en la procesión del Martes Santo de Cieza y siembra el pánico
- Horario y recorrido de las procesiones de Miércoles Santo en Murcia
- Un millón de euros de la UE perdidos en Cartagena por la negativa de ceder unos terrenos
- Horario y recorrido de las procesiones de Jueves Santo en Murcia
- Este es el estado de los embalses de la cuenca del Segura
- La Comunidad tala más de 150.000 árboles afectados por la sequía
- Horario y recorrido de las procesiones de Viernes Santo en Murcia