Entrevista | Pedro Jara Psicólogo, autor de 'Emociones fósiles'

"La rabia y la culpa nos mantienen como monos con tecnología avanzada"

Con más de tres décadas de experiencia en clínica y en las aulas, este ceutien se propone desechar los sentimientos que arrastramos desde las cavernas

Pedro Jara con un ejemplar de su libro 'Emociones fósiles'.

Pedro Jara con un ejemplar de su libro 'Emociones fósiles'. / L.O.

Defiende en su libro que existen «emociones inservibles» que arrastramos desde la prehistoria... ¿Cuáles son?

Emociones fósiles está enfocado fundamentalmente en la rabia, el enfado y en la culpa. Otros sentimientos que también son inservibles en la actualidad son la envidia o los celos. La explicación de su inutilidad está en el hecho de que se trata de emociones que se han desarrollado a través de una larga evolución con un sentido ampliamente adaptativo y que configuran una programación mental cavernícola, pero que se vuelven paradójicamente desadaptativos en el mundo moderno, el cual, en muchos aspectos, plantea situaciones, retos y amenazas nada naturales, profundamente diferentes a aquellos contextos para los que está diseñado nuestro ‘software’ mental. Cuando se habla de la función adaptativa de nuestras emociones naturales suele perderse de vista que hay cada vez menos de natural en nuestra vida cotidiana, y este tipo de desajuste nos produce todo tipo de problemas físicos y psicológicos.

¿Cuál es el «mecanismo» por el que surgen estas emociones negativas?

En la rabia y la culpabilización no hay en absoluto un mecanismo unívoco o simple, sino que son diversos. Justamente, lo que hago en mi obra es una cartografía o desgranamiento de todos esos mecanismos a través de los cuales fabricamos estas emociones. Uno de los puntos centrales y originales del libro es que no se trata de una manida serie de pautas para gestionar o canalizar mejor nuestros enfados, sino de desarrollar la comprensión y desactivación de todo aquello que hacemos para que la rabia nazca y se desarrolle. Por ejemplo, para generar un enfado hay que hacer cosas como mantener una serie de creencias falsas pero habituales acerca del valor y legitimidad del enfado mismo, como mantener una autoestima frágil o demasiado condicionada, como convertir nuestras expectativas y deseos en rígidas exigencias y necesidades que multiplican la frustración, como mantener una visión de la realidad sesgada y engañosa que nos lleva a errores de empatía y a personalizar absurdamente los agravios.

Se atreve a calificar como «mito» aquello de que todas son «adaptativas» y que cuentan con fines concretos.

No cuestiono que la rabia y la culpa cumplan con una función pretendidamente adaptativa, por supuesto, sino el hecho de que en la actualidad sirvan apropiadamente a tal fin. Y es que, la rabia es una emoción naturalmente diseñada para protegernos de amenazas de tipo físico, que requieren algún tipo de enfrentamiento cuerpo a cuerpo o una acción intimidatoria de este tipo. Toda la reacción psicobiológica del enfado está diseñada para ello. Pero la mayoría de nosotros no nos enfrentamos en el mundo moderno a este tipo de amenazas y situaciones nunca o casi nunca, sino que estamos continuamente sometidos a amenazas, agravios u obstáculos de tipo psicológico, social, económico o legal, ante los cuales la rabia, a cualquier nivel de intensidad, bloquea, entorpece u ofusca el manejo más apropiado y adaptativo de este tipo de situaciones. La rabia es una emoción natural que se ha generalizado de manera fallida y desadaptativa ante un tipo de amenazas no tan naturales, y que requieren de nosotros nuevas y más refinadas habilidades en las que estamos muy poco evolucionados.

Su obra promete «desinstalar» la rabia y la culpa de las mentes de los «lectores comprometidos». ¿Cómo?

No tanto como prometer. En mi obra reconozco que esto es una utopía, pero no una quimera, y defiendo que, por tanto, es preciso trabajar decididamente en esa dirección. El grado de logro que cada persona alcance en la extinción o desinstalación de la rabia y la culpa dependerá de varios factores, y desde luego uno es comprender que este no es un libro para leer y aparcar, sino una guía para trabajar larga y profundamente en su autoconocimiento, entrenamiento y maduración personal por el resto de su vida. Estoy planteando algo muy trascendente. No se trata de extirpar unas emociones específicas como en una cirugía, sino de entender que, para conseguir tal cosa, es absolutamente preciso movilizar un cambio amplio, profundo e integral en cada persona.

Es «un auténtico método de educación para la paz», reza la sinopsis... ¿No es muy osado pretender «extirpar» emociones que forman parte de aquello que nos hace humanos?

La rabia y la culpa no nos hacen propiamente humanos, sino que nos mantienen como monos con tecnología avanzada. Claro que el planteamiento es osado, tanto como necesario. Las recetas fáciles y las soluciones rápidas nunca crean soluciones reales y duraderas. Necesitamos ser serios, lo que implica decirnos la verdad, vigilar nuestros autoengaños y escapatorias, y abordar la raíz de nuestro sufrimiento. La paz empieza en el interior de cada persona, en el trabajo personal e intransferible por el autoconocimiento. Y eso es duro, pero profundamente necesario.

Algunos dirían que es una huida hacia delante, el negar los sentimientos que nos incomodan...

Para nada se trata de negar los sentimientos, sino de observarlos, indagarlos y comprenderlos mejor cada vez que aparecen para, en algunos casos, dar como resultado que vayan dejando de aparecer. Las personas quedamos continuamente atrapadas en la dicotomía de negar y reprimir los sentimientos o bien justificarlos y darlos por buenos, y esa es una dicotomía absurda y peligrosa. Y no se trata de exiliarnos de la realidad, sino precisamente de dejar de hacerlo. Las emociones caducas se van diluyendo a medida que penetramos en la comprensión de la realidad tanto interior como exterior.

El género de autoayuda suele ser denostado al ser vehículo, en no pocas ocasiones, de postulados pseudocientíficos. ¿Por qué ha escogido dicho formato frente a otras alternativas?

Es que no considero a Emociones fósiles un libro de autoayuda al uso. Considero que puede ser un texto profundamente práctico y transformador para cualquier interesado en una maduración emocional real y, también, para cualquier profesional de la psicología con interés por la revisión y actualización de conocimientos. Tal vez refleja ese híbrido que llevo dentro tras más de 30 años trabajando en la clínica de los problemas reales de la gente y, a la vez, moviéndome en la universidad.Yo quiero llegar a las personas normales, hacer un trabajo útil para ellas y no algo que se quede en el círculo académico.

Ahora que la convulsa actualidad internacional marca la agenda informativa, ¿a quién prescribiría primero la lectura de su libro, a Donald Trump o a Vladímir Putin?

Creo que sería una pérdida de tiempo prescribir mi libro a Trump o a Putin. Ahí no vislumbro la mínima capacidad ni predisposición para tomarlo en serio. Estamos hablando de personas con altos niveles de narcisismo y de psicopatía. Pero si la gran masa social que sostiene y permite este tipo de liderazgos pudiera orientarse al trabajo interior que planteo, claramente dejaría de apoyarlos.

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