Cinco años de la pandemia
"Desde que me vacuné contra la covid la primera, López Miras, que vino a verme, es otro hijo para mí"
A Josefa Martínez le pincharon la primera en la Región un poco "por azar" y ella la recibió "con muchas ganas y mucha ilusión, no pensando en que me iba a pasar algo, sino en que me iba a venir bien": ahora tiene 87 años y lo recuerda "con mucho orgullo"

Josefa Martínez, de 87 años, fotografiada este jueves en la residencia de San Pedro del Pinatar donde vive y donde le pusieron la vacuna en 2020. / Loyola Pérez de Villegas
El 27 de diciembre de 2020, la murciana Josefa Martínez, que entonces tenía 83 años de edad, se convertía en la primera persona residente en la Región en recibir la vacuna contra el coronavirus.
El día que le pusieron la primera parte de la dosis de Pfizer fue un acontecimiento al que asistió incluso el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras. Quien, desde entonces, es para Josefa «otro hijo más que me he echado», manifiesta. «Le dije que le iba a buscar novia», rememora la mujer, interna en la residencia de personas mayores de San Pedro del Pinatar, un centro del IMAS, gestionado por la Asociación Edad Dorada Mensajeros de la Paz.
Casi cinco años después de aquella inoculación histórica (le pincharon en el brazo entre vítores, aplausos y flashes), Josefa, que ahora tiene 87 años, continúa viviendo en esta residencia, en la que atiende a La Opinión. Se encuentra «bien, dentro de lo que cabe», dado que «he estado tres semanas en el hospital, ingresé muy mal», apunta. «Tengo (problemas de) corazón y anemia, pero ya me encuentro bien», comenta.

Josefa Martínez, primera persona vacunada contra la covid en la Región de Murcia, el día del pinchazo. / CARM
Si echa la vista atrás, esos momentos en los que llegó por fin la vacuna, con la puerta a la esperanza que suponía, fueron «muy felices: fueron, para mí, maravillosos». Y es que «se portó todo el mundo conmigo muy bien», relata la octogenaria.
«Lo recuerdo mucho», reitera, «lo he recordado mucho estos días que he estado en el hospital. Ahí he contado que fui la primera en vacunarme». Celebra que su historia «llegó hasta Castellón, que ahí vive una cuñada que tengo. Y su hija le decía: ‘Mamá, si parece la tita’. Y no es parece, es que es».
«Lo recuerdo con mucho orgullo», afirma Josefa, que admite que fue la primera de la Región en vacunarse un poco «por azar». «Yo estaba aquí, en la residencia, y me cogió Trini (la coordinadora), que es una maravilla, y me dijo: ‘Josefa, tú’», va desgranando.
Aquel pinchazo «me sentó muy bien», afirma. Cero efectos secundarios. Se puso la vacuna «con muchas ganas y mucha ilusión, no pensando en que me iba a pasar algo, sino pensando en que me iba a venir bien».
20 días en una habitación
Lo más difícil de la pandemia, lo que fue el confinamiento puro y duro, la mujer lo pasó «metida en la habitación, para que no nos pasara nada», recuerda.
En aquel momento, todo era incertidumbre, por lo que a los residentes no les quedó más remedio que estar «casi veinte días en las habitaciones», aislados a cal y canto. Su contacto con el exterior se limitaba a «las videollamadas» que podían hacer con sus familiares y amigos. En su caso, se hizo más llevadero porque José Antonio, uno de sus cuatro vástagos, también vive en la residencia. «Lo tengo conmigo», agradece.
La noche antes del esperanzador primer pinchazo que puso la enfermera Sonia, del 061, sobre el brazo derecho de Josefa llegaron a la Región de Murcia, custodiadas como si fuesen oro o maná bíblico, las primeras 335 dosis de la vacuna. De ellas, 135 eran enviadas a la residencia de San Pedro del Pinatar donde vive Josefa. Se escogió ese lugar, explicaron entonces las autoridades sanitarias, por la alta incidencia que, en esos días, había por la zona del Mar Menor. Las 200 dosis restantes se mandaron al centro de discapacitados ubicado en la población de Churra.
"Me cuidan muy bien"
Volviendo al día del primer pinchazo, la octogenaria incide en que «me acuerdo mucho de todo lo que se armó, de que vino el presidente», en referencia a López Miras.
«Yo estaba a un lado y él en otro, y me decía: ‘Josefa, ¿cómo estás?’ Y yo estaba muy bien. Después de eso, vino otra vez. Me dijo que vendría, y lo hizo. Llegó a mi lado y dijo: ‘¡Ay, mi Josefa!’ Pues otro hijo más», detalla la mujer, flanqueada por Inmaculada Martínez, directora de la residencia, que, aquel día del primer pinchazo, lloró de emoción.

Josefa y su hijo, José Antonio, que también vive en la residencia, en una foto tomada en San Valentín. / La Opinión
«Aquí me cuidan muy bien», asevera la interna, natural «de la carretera de Alicante, en Murcia, nací y me crie ahí y, cuando me casé, me quedé ahí, con mis padres».
Viuda y madre de cuatro hijos, reconoce que «aficiones, tengo pocas», puesto que «no soy persona de irme a ningún lado». Lo que sí tiene, presume, son «unos hijos que son soles», cuatro varones.
Desde que se puso aquella dosis de Pfizer, Josefa Martínez lleva las vacunas en regla, «todas, todas». Las del coronavirus «y las de la gripe también», puntualiza.
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