Cinco años de la pandemia

"Mi padre murió por coronavirus como si fuera un animal, no le dejaron ir al hospital"

Noemí Galiana denunció a la residencia Caser, pero la Fiscalía desestimó su demanda

Un coche fúnebre ante la puerta de la residencia Cáser en Santo Ángel

Un coche fúnebre ante la puerta de la residencia Cáser en Santo Ángel / Israel Sánchez

Jaime Ferrán

Jaime Ferrán

Noemí Galiana dice que «todo es mentira». Lo repite en varias ocasiones durante la conversación en la que recuerda el periplo por el que pasó en 2020, desde que estalló la pandemia con su padre, José María Galiana, en la residencia Cáser.

«Nuestros padres murieron como animales, solos. El mío estuvo días agonizando en la cama, de una forma inhumana, sin posibilidad de ir al hospital ni de que yo pudiera verlo. Nadie protegió su dignidad», señala la afectada.

Ella fue la primera en denunciar a la residencia de Santo Ángel en la que estaba su padre. El día que fue a presentar la denuncia a la Ciudad de la Justicia, el 26 de marzo, habló de «asesinato colectivo» y denunció el «abandono total de los residentes» y que no se les hubiera comunicado «el contagio de las personas que allí viven ni de los trabajadores». La abogada que llevó el caso, hija de un interino, aseguraba que los directores de Caser se enfrentaban a 4 años de cárcel por «abandono de ancianos».

Ni a cuatro ni a ninguno. La Fiscalía General del Estado cerraba meses después las diligencias penales.

«Culpo a la Consejería de Salud porque es la responsable del protocolo y a Caser porque nuestros padres se quedaron abandonados». Galiana destaca que la primera ola apenas tuvo incidencia en la Región de Murcia y, sin embargo, no llevaron a su padre al hospital.

«Nos tenían a los familiares en la valla de la residencia, sin poder entrar. Cada vez que entraba alguien del Samur, nos decía que lo de dentro era un auténtico desastre. Acudían a recoger a un fallecido y veían al de al lado agonizando», relata.

Su padre, José María Galiana, periodista y cantautor, era una persona conocida en Murcia. Tal vez por eso la llamó el alcalde José Ballesta. «Me dijo que no me preocupara porque iban a medicalizar la residencia. Todo mentira. Si hubiera sido el padre de uno de estos políticos el que hubiera estado en esa situación, seguro que lo hubieran trasladado al hospital», asegura.

Tras la muerte de su padre, a principios de abril, le vino un segundo golpe: el sobreseimiento del caso. La denuncia que interpusieron los familiares iba dirigida contra la Consejería de Salud, por un lado, y contra la empresa de la residencia, por otro. «Realmente, confiaba en que, al menos pudieran prosperar nuestras acusaciones contra la empresa, pero me equivoqué», lamenta.

No obstante, y a pesar del «dinero tirado», sabe que hizo lo correcto y no se arrepiente de haberlo intentado por defender la «dignidad» de su padre, que murió «como si fuera un animal». «Fue una auténtica vergüenza», remarca.

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