Laboral

Mujeres en primera línea sindical en la Región

Julia Martínez, secretaria general de USO, y Eva Hernández, presidenta de CSIF, han precedido a Teresa Fuentes y Francisca Sánchez al frente de un sindicato

Teresa Fuentes, Francisca Sánchez, Julia Martínez y Eva María Hernández, de izquierda a derecha.

Teresa Fuentes, Francisca Sánchez, Julia Martínez y Eva María Hernández, de izquierda a derecha. / La Opinión

María José Gil

María José Gil

Los sindicatos de la Región parecen haberse puesto de acuerdo para dar paso a las mujeres en la dirección al mismo al mismo tiempo. Abrió camino USO al elegir a la primera secretaria general y desde hace un año la tercera organización sindical más representativa está dirigida por Julia Martínez. En septiembre Eva Hernández fue elegida presidenta de CSIF y en los últimos días se han dado a conocer los nombres de las dos mujeres que van a estar al frente de Comisiones Obreras y UGT en los próximos meses, Teresa Fuentes y Francisca Sánchez Salmerón, respectivamente, si no se produce ningún cambio de última hora en los congresos que deben celebrar ambos sindicatos. 

Tanto Teresa Fuentes como Francisca Sánchez cuentan con el apoyo de las federaciones que integran sus respectivas organizaciones. Sánchez será elegida en el congreso regional que UGT celebrará los días 28 y 29 de marzo, mientras que el congreso de Comisiones Obreras en el que Teresa Fuentes será candidata está previsto para mayo.

Cambio generacional

Cuando se materialicen estos relevos no solo van a cambiar las caras en la cabecera de las pancartas del Primero de Mayo y en las mesas de negociación con la patronal y con la Administración, sino también su perfil.

Las cuatro tienen edades cercanas y una trayectoria personal en el ámbito social

El relevo también está propiciando un cambio generacional, dado que todas rondan la cincuentena o están cerca de alcanzarla, mientras que los secretarios generales a los van a relevar están próximos a la edad de jubilación o ya se han jubilado. 

Además de tener edades muy cercanas, también comparten otros rasgos. La secretaria general de USO y la presidenta de CSIF son trabajadoras sociales. Dos son funcionarias, pero todas tienen experiencia en el ámbito social.

Antes de ser elegida secretaria general, Julia Martínez había trabajado en Cruz Roja y había participado en un proyecto de cooperación de la OIT en Paraguay, donde se dedicó a la alfabetización de los presos en las cárceles. 

Aportan una perspectiva diferente de la conciliación que no se planteaba entre los hombres

Por su parte, Eva Hernández es trabajadora social en el Ayuntamiento de Molina de Segura y lleva años de sindicalista en la Administración Local.

De Molina procede también Teresa Fuentes, que es técnica superior en Química Industrial y ha trabajado como analista en los laboratorios de tres empresas de la conserva. La candidata a secretaria de CC OO es cofundadora de la oenegé Amigos de Ritsona, que presta ayuda y apoyo legal a los refugiados que quedan varados en Grecia sin poder continuar su viaje hacia Europa.

Francisca Sánchez es médica de Urgencias y trabaja en la Gerencia del 061 en Cartagena, aunque también ha ejercido la medicina en empresa privadas antes de incorporarse al Servicio Murciano de Salud, donde ha sido delegada sindical de UGT.  

"Ser mujer y sindicalista" despierta desazón, como si en los recursos del poder se planteara: 'Esta mujer ¿qué es lo que va a querer?' 

Además de la labor sindical que han desarrollado en sus respectivas organizaciones, las cuatro tienen a sus espaldas una experiencia en el campo del trabajo social que puede ser determinante a la hora de desempeñar su labor al frente de los sindicatos. 

Aportan una perspectiva diferente de la conciliación que no se planteaba entre los hombres, como adelanta Francisca Sánchez, que además de hacer guardias en un servicio de Urgencias, tiene que conciliar su trabajo con el cuidado de sus hijos, uno de ellos con una dependencia.

Perplejidad y amenaza

Julia Martínez, que es secretaria general de USO desde hace un año, recuerda la perplejidad con la que era recibida al principio, cuando llegaba a reuniones en «las que todos los asistentes eran hombres» menos ella. 

Su impresión es que el hecho de «ser mujer y sindicalista» despierta cierta desazón, como si «en los recursos del poder se planteara: «Esta mujer ¿qué es lo que va a querer?» . 

A su juicio, han percibido su presencia casi como «una amenaza». Sin embargo, cuenta que la experiencia es muy distinta cuando llega a una empresa: «No me ponen ninguna pega».  

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