Economía

La industria, el estabilizador económico ubicado en el corazón de la innovación de un país

Diego Fernández ofrece una ponencia magistral en la que destaca el peso de la tecnología en un sector que aporta el 12% del PIB nacional

Diego Fernández Casado, presidente de la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos de España, vicepresidente del Instituto de Ingeniería de España y vicepresidente del Clúster Marítimo Español.

Diego Fernández Casado, presidente de la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos de España, vicepresidente del Instituto de Ingeniería de España y vicepresidente del Clúster Marítimo Español. / Juan Carlos Caval

Javier Vera

Javier Vera

Lejos queda ya ese año 1997 en el que el sector industrial era capaz de contribuir con un 17% al PIB nacional. Tras unas décadas de transformaciones y contextos convulsos, el porcentaje ha disminuido hasta llegar al 12%, una dinámica que también se ha dejado sufrir en el resto del continente europeo, donde referentes como Alemania han visto debilitada su industria en los últimos años. Y ante una situación en la que el margen de mejora es tan amplio, las esperanzas de crecimiento se disparan, marcándose el objetivo de una contribución del 20% al PIB nacional que solo podrá cumplirse si las administraciones siguen confiando en la tecnología y la innovación como principales pilares del sector industrial.

Precisamente para reivindicar el firme propósito de potenciar nuestro país a través de una mayor presencia de la industria en su economía, el Foro Plan Industrial de la Región de Murcia contó con la participación de Diego Fernández Casado, presidente de la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos de España, vicepresidente del Instituto de Ingeniería de España y vicepresidente del Clúster Marítimo Español, quien ofreció a los asistentes al Aula de Cultura de Cajamar una ponencia magistral en la que se situó al sector industrial, el principal estabilizador económico, en el corazón de la innovación de un país.

La reindustrialización de España se presenta como uno de los principales retos a nivel socioeconómico, y en esa línea lleva trabajando en la última década el Instituto de Ingeniería, que en 2021 participó en la creación del Foro de Alto Nivel de la Industria Española, constituido por más de 30 organizaciones empresariales y sindicales para elaborar la Estrategia Española de Impulso Industrial 2030, «un proyecto necesario para que nuestro país cuente con una industria sólida que contribuya a las mejoras de las condiciones sociales y económicas. Los países más industrializados muestran economías de mayor estabilidad en periodos de crisis y crean empleos estables de mayor calidad y cualificación», afirma su vicepresidente, Diego Fernández.

Beneficios compartidos

El aumento del peso del sector industrial ha demostrado ventajas para el resto de ámbitos sociales, todas ellas incidiendo finalmente en un aumento del nivel del bienestar. El aumento del empleo es uno de estos principales beneficios, pues cada puesto de trabajo en la industria puede generar hasta cuatro puestos de trabajo inducidos. A ello hay que sumar un aumento de la productividad y, como consecuencia, salarios más altos.

La mejora del nivel educativo, creando un marco donde la educación y la formación profesional se vuelven cruciales, llega de la mano de una industralización que además contribuye a la estructuración territorial, pues los establecimientos industriales tienden a agruparse en lugares donde generan un entorno tractor y de sinergias, desarrollándose entre ellos una colaboración e intercambio de conocimientos. La aparición de nuevas tecnologías durante los procesos de industrialización también destaca entre sus beneficios.

Inversión en I+D+i

Está demostrado que aquellos países que alcanzan los niveles más altos de inversión en I+D+i son también los más prósperos. Por ello, no es de extrañar que desde la Comisión Europea se aconseje que se invierta en I+D+i al menos el 3% del PIB nacional. Y es que la tecnología y la industria son factores competitivos, convirtiendo al sector industrial en el más internacionalizado de nuestra economía. «Gracias al nivel tecnológico de nuestras empresas hemos podido compensar periodos de debilidad en el mercado interior. La innovación es indispensable para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible», explica Diego Fernández.

Todo ello de la mano de una transformación digital de nuestras empresas, aun suponiendo un esfuerzo notable para su adaptación, que es imprescindible para aumentar su competitividad y favorecer los procesos de innovación.

Por otra parte, la transición energética en la que estamos inmersos exige el aprovechamiento de las oportunidades que derivan de ella, mediante la creación de nuevas industrias y el replanteamiento de tecnologías hasta ahora con escasa consideración social, que ahora han evolucionado hasta considerarse respetuosas con el medio ambiente.

Reindustrializar Europa

En plena disputa por la soberanía tecnológica y estratégica frente a Estados Unidos y China, son muchos los informes que reflejan la necesidad por parte de Europa de recapacitar y actuar sobre sus estrategias de reindustrialización. «El mercado europeo debe adaptarse a los nuevos tiempos, no debe quedarse estancado en una configuración propia de un contexto político, económico y social del siglo XX. Es necesaria la transformación de nuestro tejido industrial, en especial la pequeña y mediana empresa», concluye Diego Fernández.

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