Atendidos 756 hijos de mujeres maltratadas en un año en la Región: "Son niños que llegan a normalizar la violencia"

Un total de 756 menores de edad han sido atendidos, desde enero a octubre de este año, en el Servicio de Atención Psicológica a Hijos/as de Mujeres Víctimas de Violencia de Género de la Región de Murcia (Sapmex), un servicio que se puso en marcha hace tres lustros y ya está «consolidado», considera su coordinador, Pedro Saura. Este recurso nace, rememora, cuando Política Social «detectó la necesidad» de atender a los vástagos de las mujeres maltratadas, niños y adolescentes que «sufrían también las consecuencias de esa violencia, generando un impacto en su desarrollo tanto a corto como a largo plazo».

«En consonancia con esta situación, en el 2009, junto con la Asociación Quiero Crecer, la Comunidad puso en funcionamiento el primer Sapmex», recuerda el experto, que resalta que fue una «iniciativa pionera a nivel nacional» que pretendía «dar voz a menores que hasta entonces se encontraban invisibilizados». 

Sobre cómo llegan a este recurso (que abre a La Opinión las puertas del edificio en el que se desarrolla, en el casco urbano de Murcia), Saura explica que los van derivados desde los cavis, los juzgados o el Centro de Emergencia.

Es todo una cadena con eslabones unidos. El coordinador precisa que el Sapmex funciona «dentro de la red integral de atención a las víctimas de violencia de género, y en coordinación con todos los servicios relacionados».

Servicio itinerante

Apostilla que «con el fin de ampliar su atención y facilitar el acceso a toda la población afectada, en el año 2016 se inició el servicio itinerante», en virtud del cual se pudo «dar cobertura a todas las madres y menores de la Región», independientemente de su municipio de residencia. Luego se incluyeron más sitios «y en la actualidad se cuenta con un total de 18 puntos de atención».

¿Cuál es el día a día en el Sapmex, cómo se atiende a estos niños? El responsable del servicio desgrana que «el día comienza o bien en la sede principal en Murcia o bien con el desplazamiento del psicólogo correspondiente hasta el punto de su itinerancia, en el que se atiende al menor y a la madre en su localidad». «Cabe destacar que esta labor sería imposible sin el trabajo de gestión que realizan las profesionales de administración, sin las cuales resultaría muy complicado llevarla a cabo, por la envergadura del mismo», indica.

Pedro Saura dice que «el hecho de que la atención se lleve a cabo en cada zona por parte de un profesional especializado, facilita el contacto directo y la coordinación con los distintos agentes implicados en los servicios de referencia de cada una de estas familias».

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«El objetivo de la atención psicológica a los menores, se centra, de forma global, en minimizar las secuelas derivadas de la violencia de género, fomentar sus recursos de resiliencia, fortalecer vínculos seguros (adultos, cuidadores, redes de apoyo, etcétera) y romper el ciclo de la violencia», va enumerando el experto, que recalca que «es prioritario garantizarles un espacio seguro en el que puedan expresar cómo están viviendo la situación de conflicto familiar». Ahí aprenderán «estrategias saludables para afrontarla».

"No es un destino inevitable"

A la pregunta de qué hay de verdad y qué de leyenda en la idea de que un niño que ve violencia en su hogar puede llegar a reproducirla cuando sea adulto, Pedro Saura admite que «lamentablemente así puede ocurrir, tal y como prueba la evidencia científica».

Tras apuntar que «no se trata, de una regla fija, ni de un destino inevitable», afirma que «es muy probable que un niño que emplee la violencia para resolver sus conflictos haya aprendido esta máxima en el ámbito familiar, y haber normalizado la violencia como un modo de funcionamiento a través del aprendizaje por observación».

"Nos centramos en minimizar secuelas, fomentar recursos de resiliencia y fortalecer vínculos"

Pedro Saura

— Coordinador del Sapmex

«Además, por el impacto que la violencia puede tener en su desarrollo emocional, la exposición a la misma puede afectar la regulación emocional y las relaciones futuras. De ahí la importancia del trabajo que se realiza con estos menores», destaca el coordinador.

"Consecuencias gravísimas"

¿Se refuerza el vínculo entre madre e hijo en estas situaciones o puede llegar a romperse? Pedro Saura narra que «cuando un niño siente que se le hace daño emocional o físico a una de las personas que conforman la base de su apego, es evidente que esto tiene un impacto directo en él y las consecuencias pueden ser gravísimas a nivel psicológico».

En la misma línea, precisa que «se suman situaciones familiares adversas concomitantes, ya que la madre puede estar muy afectada, dificultando el ejercicio de las funciones de cuidado en un contexto de seguridad». De esta manera, «estos menores pueden desarrollar un apego desorganizado, que les dificulta las relaciones y el manejo de situaciones conflictivas de manera eficaz, donde se pueden ver alterado el sistema de significados sobre los conceptos de qué es ser hombre y qué es ser mujer», expresa el coordinador, que añade que el entorno social y educativo de estos niños desempeña un papel «clave» en su recuperación.