Medio Ambiente

Exploran la vía genética para asegurar el futuro del caballito en el Mar Menor

Cerca de 4.000 ejemplares llenan el Acuario de la Universidad de Murcia y hay hasta bisnietos de los que empezaron el proyecto de conservación

Una pareja de caballitos de mar.

Una pareja de caballitos de mar. / L.O.

Jose Antonio Sánchez

Jose Antonio Sánchez

El Acuario de la Universidad de Murcia (UMU) comenzó hace cinco años un proyecto para conservar el caballito de mar, estudiarlo y conocer más acerca de esta especie que prácticamente llegó a desaparecer de las aguas del Mar Menor tras el desastre ecológico que sufrió la laguna salada. Hoy ya hay cerca de 4.000 ejemplares en las instalaciones de la UMU. Todos ellos tienen una muy buena salud y el próximo objetivo de los investigadores es conocer si estos caballitos tienen la variabilidad genética que había en el Mar Menor antes de la Dana de 2019, lo que asegura una mejor resistencia de la especie contra fenómenos adversos.

«Hicimos un protocolo de cruzamientos y la captura de los primeros ejemplares se hizo teniendo en cuenta esta circunstancia», explica el director técnico y conservador del Acuario de la Universidad de Murcia, Emilio Cortés.

Explica que desde ese momento se realizaron unos cruces que les han llevado a llegar a los bisnietos de esos primeros caballitos de mar y que ahora estudian la genética de los más jóvenes para constatar que el trabajo está bien diseñado desde un inicio y que la variabilidad que había en el Mar Menor hace un lustro es la misma que tienen los caballitos recién nacidos.

Exploran la vía genética para asegurar el futuro del caballito de mar

Emilio Cortés. / Israel Sánchez

Cortés relata que si la frecuencia de los genes son muy parecidas significa que estos son muy cercanos, es decir, como si fueran familiares. «Cuanta más lejana es la genética, más sana es la población. En peces la consanguinidad no es como en humanos, que en cuanto hay descendencias de familiares directos hay anomalías. En los peces tarda mucho más», apunta.

Pero la realidad es que, aunque tarde más, lo quieren evitar por una sencilla razón que ejemplifica así: «Imagínate que hay un vertido de un contaminante. Dentro de toda esa variabilidad genética, habrá algunos ejemplares que pueden resistir ese vertido y otros que no puedan con él. Si todos fueran de los que no resisten, toda la población moriría. Por eso es tan importante la variabilidad genética». Vamos, que si hay diferencias, la población tiene una mayor resistencia a enfermedades y una mayor capacidad de adaptación a distintas condiciones ambientales.

Lo positivo, recuerda el director técnico del acuario, es que tienen un estudio de la variabilidad genética que había en el Mar Menor hace cinco años, por lo que saben de qué punto parten para comparar los resultados del análisis que ahora están haciendo y que tiene que estar finalizado antes de que acabe el año. «Queremos saber si hay la misma variabilidad o ya tenemos menos, pero es interesante hacer el estudio para saber si vamos por buen camino», dice el director técnico.

Pocos recursos

Reconoce que van a una velocidad menor de la que les gustaría y que está provocada por la falta de medios humanos que se dedican al proyecto, pero aún así cree que no tiene que haber consanguinidad porque todos los cruces los han hecho con cuidado y que prácticamente todos los ejemplares que han pasado la etapa de juveniles están perfectos: «Cuando hay problemas de consanguinidad hay una sensibilidad en los caballitos que no vemos».

La satisfacción, demuestra él y todo el equipo, es saber que los reproductores originales que trajeron al Acuario de la UMU murieron de viejos el año pasado tras haber cumplido su ciclo de vida. Una sensación que no es tan reconfortante como con las nacras. Es otra de las líneas de investigación en la que trabajan en coordinación con otros equipos de científicos a nivel europeo que buscan, también sin éxito, la reproducción de este tipo de bivalvo.

Los esfuerzos del equipo son constantes, tanto como que cuando aparecen las larvas de las nacras, todos se concentran en la limpieza y el cuidado para llegar al objetivo de su reproducción en cautividad. Motivo que, unido a la falta de profesionales, retrasa esta y otras labores de investigación, como es la de la variabilidad genética de los caballitos de mar del Mar Menor que estudian en el Acuario de la UMU.

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