Cambio climático
La lluvia artificial en Marruecos siembra el temor en los agricultores de la Región
Los programas de ingeniería climática para forzar las precipitaciones llenan el campo de incertidumbre, pero los expertos son escépticos con los resultados

Inundaciones en el campo de Cartagena tras la caída de fuertes lluvias. / L. O.
En mitad de la complicada situación hídrica que atraviesa la Región, los movimientos de Marruecos en la ingeniería climática siembran malestar en el campo. Después de los anuncios recientes del país vecino de ampliar su programa para generar lluvia artificial, los agricultores reclaman más información al Gobierno central y medidas por parte la Comisión Europea, mientras los expertos aseguran que la eficacia de estos métodos no está demostrada científicamente.
Los productores regionales ven estas iniciativas con inquietud, teniendo en cuenta la cercanía de las áreas donde se desarrollan los experimentos y la relevancia de un factor clave en esta ecuación climática: la incertidumbre. El desconocimiento en torno a los efectos adversos de estas prácticas o, incluso, su alcance, añade estrés a un sector que cuenta con demasiadas preocupaciones.
«Tendremos que estar muy atentos al desarrollo de estas operaciones científicas que se están produciendo con nocturnidad y con secretismo, y que ya se han llevado a cabo en algunos países donde las están poniendo en práctica», expresó a La Opinión Juan de Dios Hernández, presidente de la asociación Asaja.
El responsable agrario aseguró que van a reclamar información a la Comunidad Europea y a hacer un seguimiento del desarrollo de las acciones que se lleven a cabo en ese sentido, sobre todo porque «si nos apoyamos en los estudios científicos, tenemos que denunciar que esto puede agravar aún más la situación climatológica que tenemos en nuestro país».
De momento, el Gobierno español ha solicitado al de Marruecos más información sobre los planes que estudian desarrollar, pues considera que este tipo de acciones deben enmarcarse dentro de acuerdos bilaterales que garanticen los intereses de los dos países.
Escepticismo de los expertos
El portavoz de la Asociación de Meteorólogos del Sureste (Ametse), Ginés Mirón, compartió su escepticismo sobre la efectividad de la siembra de nubes, una técnica que pretende aumentar las precipitaciones mediante la dispersión de partículas como el yoduro de plata en la atmósfera y que también se practica en China y otros países asiáticos y árabes.
En la actualidad, según la Aemet, alrededor de 50 países de todo el planeta llevan a cabo actividades para la modificación artificial del clima, aunque no todas consisten en aumentar el régimen de precipitaciones, sino también a reducir el tamaño del granizo o dispersar la niebla en zonas concretas.
Por su parte, Mirón, aclaró que, atendiendo a los datos estimativos y pluviométricos, «no tenemos pruebas de que estas iniciativas sirvan o hayan aumentado la precipitación de manera significativa en ningún sitio donde se hayan utilizado. Nosotros al final a lo que nos remitimos son los datos meteorológicos».
El portavoz de Ametse subrayó que, aunque hay «mucha teoría» sobre el tema, la práctica no respalda las expectativas. «Hasta ahora, las cantidades que se utilizan no son rentables. ¿Para qué quieres que te lleguen 8 litros más al año?», cuestionó, refiriéndose a los escasos incrementos que se podrían lograr, según los estudios que hay disponibles hoy en día.
Mirón citó un informe científico, «el más fiable e independiente» que sugiere un incremento máximo de un 4% en las precipitaciones. Un porcentaje que no es «significativo» en áreas donde la lluvia ya es escasa. «Si un país tiene 200 litros al año y te llegan 208, eso no vale nada», añadió.
También mencionó que la discusión sobre los efectos adversos de la ingeniería climática se basa en especulaciones. «Teorías hay muchas... Si se aumenta la precipitación en un sitio, se disminuye en otro, por ejemplo», explicó. Sin embargo, insistió en que «los estudios más serios sobre este tema no han podido demostrar la efectividad de estos experimentos».
A su vez, la ONU condenó estas prácticas en un informe emitido tras la Cumbre del Clima que se celebró en 2023, afirmando que esta manipulación «puede desencadenar una serie de reacciones en cadena con riesgos significativos para los seres humanos, los océanos, la temperatura global y la biodiversidad», además instó a considerar las cuestiones éticas y los intereses opuestos de diversas regiones.
España fue escenario de experimentos en los años 80
España fue escenario de experimentación con la ingeniería climática en los años 80, cuando se aprobó la propuesta del Proyecto de Intensificación de las Precipitaciones (PIP), dentro del marco del programa de investigación de la Organización Meteorológica Mundial, según recoge una publicación del BOE de 1979.
En concreto, se escogió a Valladolid para desarrollar el programa: «Considerando que España ha ofrecido un emplazamiento adecuado para realizar este Experimento, así como instalaciones y servicios idóneos, y que, por lo tanto, se ha recomendado que el principal centro de operaciones del Experimento se establezca en Villanubla, cerca de Valladolid», puede leerse en el Boletín.
Por su parte, la Aemet afirmó haber participado en la iniciativa, que se desarrolló entre los años 1979 y 1981, y que no se concretó en nada, a pesar de que estaba previsto que se extendiera durante más años y que implicaba a varios países de todo el mundo.
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