No se puede decir que haya incertidumbre entre los principales actores de la Cultura murciana con motivo del cambio de ministro –del socialista Miquel Iceta al ‘desconocido’ Ernest Urtasun, de Sumar–, pero sí cierta expectación. «Tenemos que dejarle trabajar; ya habrá tiempo de valorar cuando proceda», apunta, cauto, Isaac Vivero, presidente de Murcia Live!, la Asociación de Salas de Conciertos de la Región.

Además, Nacho Vilar, su homólogo en MurciaaEscena, que reúne a las empresas productoras de artes escénicas, recuerda que la pasada legislatura estuvo marcada por la pandemia, una crisis sanitaria que afectó especialmente a la industria de los espectáculos en vivo y de la que todavía se están recuperando, con lo que no parece que podamos hablar de una política continuista (más si cabe cuando hay un cambio de signo entre quienes llevan esta cartera).

Lo que sí celebran ambos es que Cultura se haya mantenido como Ministerio, «y que no haya pasado a ser una Secretaría de Estado, como en otras ocasiones», apunta Vilar.

«Y que además lo haga como el elemento de peso, no a la sombra de otras materias de gran calado social como la Educación», apunta el presidente de MurciaaEscena; «o como Deportes, como hasta ahora. Creo que ahí pintamos nada...», añade Vivero, que se muestra optimista: «Da la sensación de que se va a dar a la Cultura la importancia que merece».

Más negativo se ha mostrado Alfonso Avilés, presidente del Club Taurino de Murcia; algo lógico si tenemos en cuenta que en 2016 fue uno de los impulsores de una declaración promovida a nivel europeo en la que se señalaba claramente que «la tortura animal no puede ser considerada cultura», y en la que se refería a la ‘fiesta nacional’ como «una actividad injusta, sádica y despreciable».

Sin embargo, Avilés asegura que su nombramiento le preocupa «relativamente»: «La tauromaquia está declarada como Patrimonio Cultural, con lo que primero tendría que derogar esa ley», y, además, confía en que «PP y Vox nos defiendan. Es su labor hacer oposición, no la nuestra. Nosotros lo único que pedimos es respeto, y que se nos deje nuestro margen de libertad».