La cuenca del Segura es el ejemplo perfecto dentro de las demarcaciones hidrográficas en España de la «expansión descontrolada del regadío». En 40 años la superficie dedicada a la agricultura de riego ha crecido más de un 60%, hasta alcanzar las 260.000 hectáreas. Este camino se ha hecho posible gracias a las «expectativas» creadas a raíz del Trasvase Tajo-Segura, la rentabilidad del regadío y «la falta de control de las autoridades».

Estas son algunas de las principales conclusiones reflejadas en el informe ‘Situación y Perspectivas de los Recursos Hídricos en España’, elaborado por investigadores de las universidades de Zaragoza y Córdoba para la Fundación de Estudios de Economía Aplicada. El estudio trata de analizar la gestión política del agua, el estrés hídrico que padece gran parte de España y los efectos presentes y futuros del cambio climático.

Hoy en día, la desproporción entre la oferta y la demanda de agua en la cuenca ha generado un déficit de 330 hectómetros cúbicos anuales, que se cubren con la sobreexplotación de los acuíferos de la Vega Media, Vega Alta, el sinclinal del Calasparra, el Alto y Bajo Guadalentín o el Campo de Cartagena.

En este examen a los desafíos de las cuencas hidrográficas, el Fedea incide en el problema del expolio del agua subterránea en el sureste peninsular, donde se genera un vaciado de las masas de agua bajo el suelo de hasta mil hectómetros al año entre distintas cuencas. El escenario que se plantea ahora mismo tiene una solución «claramente insostenible a medio y largo plazo» para la fundación.

«La sobreexplotación y pérdida de la calidad del agua en los acuíferos ha llevado a una intensa degradación de ecosistemas acuáticos» y, como caso emblemático, el informe menciona el Mar Menor. «El problema serio de la contaminación de nutrientes de la agricultura» ha terminado por «degradar progresivamente» la laguna salada.

Los investigadores cargan contra la Confederación Hidrográfica del Segura por «no haber controlado la enorme expansión del regadío desde 1980», sin dejar de lado al Gobierno regional, de quien explican que su política ha consistido en «reclamar el aumento de la oferta de agua mediante trasvases desde otras cuencas».

La desalación no soluciona nada

El estudio pone el foco también en el nuevo plan de cuenca del Segura, que pretende buscar una alternativa en la desalación a los recortes de agua que sufrirá el Trasvase tras aumentar los caudales ecológicos en el Tajo. El Gobierno central plantea sustituir la caída de 100 hm3 del agua del Trasvase con las inversiones en plantas de desalación», recuerdan los autores, quienes concluyen que esta iniciativa «no va a servir para reducir la sobreexplotación de acuíferos».

Esta problemática, inciden, también ha causado problemas de subsidencia del terreno, «con daños significativos en la ciudad de Murcia y en el Valle del Guadalentín». La situación de escasez «es grave» en las cuencas del Segura, Júcar y Guadalquivir, recuerda la fundación, ya que se han convertido en cuencas «casi cerradas, con muy poco caudal en desembocadura». La creciente escasez es consecuencia de la «enorme expansión del regadío y la falta de control de la sobreexplotación de acuíferos en las confederaciones de estas cuencas», concluyen.

El Trasvase "compromete" al Tajo

La disponibilidad de agua en el Alto Tajo, tramo del río de donde bebe el Trasvase al Segura, «estaba mal calculada» desde la década de los años 30 del siglo pasado, cuando se iniciaron los primeros planes de infraestructuras hidráulicas en España. El acueducto «ha enfrentado a los gobiernos autónomos de Castilla-La Mancha, Valencia, Murcia y Andalucía».

El incremento progresivo del caudal ecológico en Aranjuez hasta 8,6 m3/s reducirá el volumen anual de agua trasvasada en 100 hm3. Y es que los expertos determinan que esta infraestructura «compromete el caudal circulante aguas arriba del Tajo», a la altura de la ciudad madrileña. Hasta ahora, «la respuesta» de los gobiernos locales «ha sido interponer recursos ante el tribunal supremo para revocar los caudales ecológicos».

La cuenca cierra el año hidrológico con las reservas más bajas en una década

El año hidrológico ha terminado el pasado fin de semana en la cuenca del Segura con malos datos por la sequía. En estos momentos, la cuenca es de las más deficitarias de toda España y mantiene el índice de agua almacenada más bajo de la última década. La demarcación del sureste peninsular está muy por debajo de la media nacional, al encontrarse a un 24,2 % de su capacidad y con 276 hectómetros cúbicos embalsados. Se trata de la cifra más baja de la última década, donde la media desde el año 2013 ha sido del 36,52%, con 416 hectómetros. El año pasado en estas mismas fechas estaba al 33,95%. En la última semana, las reservas en esta cuenca han caído tres hectómetros.

La presa de la Fuensanta está al 17% de su capacidad, siendo el que menos agua embalsada tiene de toda la cuenca. El Cenajo mantiene una quinta parte de su capacidad total, al igual que La Pedrera. Los embalses de la cabecera del Tajo tenían al inicio de este mes 480 hectómetros cúbicos de aguas embalsados. Este volumen de reservas provoca que el sistema del Trasvase se mantenga en nivel tres para este mes de octubre. Esto supondría un envío más de 20 hm3, aunque durante los últimos cinco meses, de manera consecutiva, el Gobierno ha recortado a quince los trasvases.