Cartagena alcanzó este viernes su cénit festero con el acto más emblemático y esperado de Carthagineses y Romanos y que culminó con el triunfo de Escipión sobre el ejército carthaginés en la Gran Batalla por la toma de Qart-Hadast. Roma venció en la épica y cruenta guerra celebrada ante miles de personas en la Cuesta del Batel y la nueva ciudad, Carthago Nova, se abría camino, dando por cerrada la Segunda Guerra Púnica.

Centenares de militares de las tropas carthaginesas y las legiones romanas ‘conquistaron’ la zona para representar la lucha que mantuvieron estos dos pueblos por poseer una de las joyas más importantes del Mare Nostrum. Las arengas y gritos fueron constantes durante todo el acto, que arrancó los aplausos de los miles de asistentes. Un año más, la organización de ambos bandos provocó que el multitudinario evento volviese a brillar con una gran espectacularidad.

La intensa Gran Batalla se celebróen la Cuesta del Batel con numerosos luchadores. Loyola Pérez de Villegas

Y eso que el Desembarco Romano a media tarde desde la Escala Real del Puerto, con un gran grupo de soldados llegados desde la mismísima Roma, ya hacía presagiar que el ejército carthaginés no iba a aguantar e iba a dejar caer finalmente Qart-Hadast, tal y como estaba escrito.

El material bélico desplegado, como armas pesadas, arietes, catapultas, arcos, saetas, espadas, falcatas y gladius, dagas y puñales hacían a los espectadores rememorar lo ocurrido en el año 209.

Como manda la tradición, la batalla siguió su clásico formato dividido en tres actos. Un primer momento cargado de arengas y parlamentos y en el que Escipión intenta convencer, sin éxito, al general Magón de que se rinda. En la segunda parte ambos bandos cruzaron espadas, con luchas que provocaron que se quisiera inmortalizar el histórico momento con numerosos móviles en alto.

Finalmente, en el tercer acto se llevó a cabo la entrega de la ciudad a los romanos, momento en el que Magón entregó la falcata de mando a Escipión y Qart Hadast pasó a llamarse Carthago Nova.

En el enfrentamiento el ejército romanoderrotó al carthaginés. Loyola Pérez de Villegas

Tras la guerra, una abarrotada plaza del Ayuntamiento servía de escenario para llevar a cabo la proclamación de la ley romana. Tras ello, centenares de legionarios romanos partieron desde el Palacio Consistorial hasta el Campamento festero en un ambiente de jolgorio y alegría porque Cartagena sería romana por muchos siglos.

El plato fuerte para este sábado es, sin duda, el Gran Desfile General a partir de las siete de la tarde, ya que es el único de las Fiestas de Carthagineses y Romanos donde todos los miembros de tropas y legiones muestran sus mejores galas una vez resuelta la historia que recrean los festejos.

Es la oportunidad de que los ciudadanos puedan disfrutar en primera fila de los cincuenta grupos que participan en las fiestas históricas. Alrededor de 5.000 festeros recorren las principales calles de la ciudad en un desfile multitudinario que aúna a púnicos e imperiales en pleno casco histórico y en el Ensanche hasta llegar al Campamento festero, junto al estadio Cartagonova. El desfile es el último gran acto de las fiestas, que el domingo coronan el programa con el Apagado del Fuego Sagrado y el castillo de fuegos artificiales.