Las cooperativas del sector de frutos secos de Fecoam denuncian la realidad en la que se encuentran sumergidos los productores de almendra de la Región, debido a que el valor de mercado que se está ofreciendo esta campaña por la almendra, impide la realización de transacciones para velar por las exigencias de la Ley de la Cadena Alimentaria.

Las cooperativas del sector de frutos secos de Fecoam entienden que hay diferentes situaciones normativas que «hacen que esta campaña sea excepcionalmente difícil».

Así, en relación a la Ley de la cadena Alimentaria y los costes costes de producción y rendimientos, declaran que «los productores y cooperativas tienen que hacer frente a una situación que pone en serio riesgo el mantenimiento de su actividad como son los costes fijos y un aumento de costes variables, debido a la realización de mayor número de tratamientos fitosanitarios; y de mayores inversiones derivadas de la realización de arranques y replantaciones de los árboles afectados».

Aseguran que los costes de producción disponibles en el último estudio técnico-económico del cultivo de almendro ecológico en secano realizado en la Región se encuentran en torno a los 1.300 euros/ha.

Según declaran, la producción comercializable media de este año puede encontrarse alrededor de los 200-300 kilogramos de almendra por hectárea en el sistema convencional, y entre los 120-150 en ecológico.

«Los costes medios de producción con estos bajos rendimientos afectan al cálculo de costes y revelan que, en el mejor de los casos, el coste de producir un kilogramo de almendra se encuentra en los 4,33 euros/kilogramo de almendra».

Los agricultores denuncian además que se encuentran en una “situación límite”, que les hace plantearse incluso la no recolección de la cosecha. Las cooperativas alertan sobre la circunstancia de riesgo en la que se encuentran, debido a que los precios ofrecidos son inferiores al coste efectivo de producción, vulnerando algunos puntos recogidos en la Cadena Alimentaria.

En concreto, los productores citan el artículo 9 de dicha normativa, en el que se especifica que el precio del contrato alimentario que tenga que percibir un productor primario o una agrupación de estos deberá ser, en todo caso, superior al total de costes asumidos por el productor o coste efectivo de producción.

De igual modo, el artículo 12, hace referencia a la necesidad de evitar la destrucción del valor en la cadena alimentaria, reflejando que cada operador de la misma deberá pagar al operador inmediatamente anterior un precio igual o superior al coste de producción de tal producto en que efectivamente haya incurrido o asumido dicho operador.

Además, «para proteger la capacidad de comercialización de los productores primarios, los operadores que realicen la venta final de alimentos o productos alimenticios a consumidores no podrán aplicar ni ofertar un precio de venta al público inferior al precio real de adquisición del mismo», indica.

Campaña a pérdidas

«El campo se enfrenta por segundo año consecutivo a pérdidas económicas. La campaña pasada fue difícil por las condiciones climatológicas que dejaron extraordinarias pérdidas de producción por asfixia radicular y problemas fúngicos», denuncian desde la sectorial de Fecoam.

Consecuencia de ello los datos de cierre de la cosecha 2022, reflejan una caída récord, un 33% menos de producción que la media de las tres últimas campañas.

«Sin embargo, esta campaña, lejos de mejorar, la coyuntura es peor. La sequía y las precipitaciones irregulares que no llegaron en el momento óptimo, han ocasionado daños irreversibles en las estructuras de producción, ya que aumentaron los ataques fúngicos y los árboles se defoliaron».

Las perspectivas arrojaban en el mes de junio, una previsión de cosecha de cinco mil toneladas de pepita, lo que significa un 36% menos de producción que la media de las últimas tres campañas. Murcia esperaba ser la comunidad autónoma más afectada por la merma de producción; y, llegado el momento de la recolección, las entradas de producto a la cooperativa están siendo lentas y de menor volumen, incluso del esperado.

En cuanto a la situación de mercado, los agricultores esperaban que la drástica reducción de la cosecha supusiera un buen resultado en la venta y en el precio; sin embargo, semana a semana el precio es cada vez menor.

De hecho, desde que empezó la recolección los precios de referencia han caído más de un 24%; lo que significa una baja de casi el 26% con respecto a la misma semana del año pasado.

Otro de los aspectos que causan esta difícil situación para la producción de almendra es el relacionado con las importaciones de almendra de países terceros, y la falta de reconocimiento del valor añadido de la almendra nacional.

El representante de la sectorial de frutos secos de Fecoam, Pedro Guerrero, reivindica que el principal problema es que, hasta el momento, el consumidor de almendra, o de otros productos de la industria «no es capaz de conocer su procedencia, ya que no está obligado en su etiquetado. Hecho que no permite la diferenciación de la almendra nacional frente a la importada».

Ante esta coyuntura, los cooperativistas toman una postura contundente y afirman que su deber es proporcionar un precio de liquidación al socio acorde a la realidad y denuncian que se encuentran con grandes dificultades a la hora de garantizar el valor del producto en la cadena alimentaria.

Por lo que hacen un llamamiento y solicitan la intervención del Observatorio de la Cadena Alimentaria, con el fin de que realice una evaluación de estas prácticas comerciales y de traslado a la autoridad competente.