Los especialistas que trabajan en la atención a pacientes con trastorno de la conducta alimentaria (TCA) alertan de que en los últimos años estos casos se han agravado y han llegado a tener usuarias que han bajado de peso hasta 30 kilos por llevar a cabo hábitos muy peligrosos para la salud.

La Federación de Salud Mental de la Región de Murcia recuerda que a comienzos de este mes de junio se celebraba el día mundial contra los trastornos de la conducta alimentaria, una realidad que, como todos los problemas de salud mental, ha evolucionado muy negativamente tras la pandemia. Así lo explica Pilar Salorio, psicóloga clínica del Hospital Reina Sofía de Murcia y coordinadora técnica de Afectamur, la Asociación contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria de la Región de Murcia.

«Durante el confinamiento y los años posteriores aumentaron las pacientes y familiares que presentaban este tipo de trastorno o incluso habían empeorado. Después del confinamiento si que hemos observado un empeoramiento muy importante en las pacientes, con pérdidas de peso de incluso 30 kilos, lo que ha llevado a que la Unidad de TCA del Reina Sofía se haya visto desbordada, al igual que los tratamientos ambulatorios», argumenta Salorio. 

Se trata de un tipo de problema de salud mental relacionado directamente con la pubertad y la adolescencia, edad en la que se producen los cambios corporales. La clave está, señala, en que si estos cambios no se perciben y aceptan bien por una baja autoestima, pueden desarrollarse estos trastornos. Por lo que a estas edades hay que estar atento a las señales de alarma que parten de un cambio de conducta. 

Señales de alarma

En el caso de la anorexia nerviosa, las señales son: restricción alimentaria con un adelgazamiento sin ningún motivo físico que lo justifique, retraimiento social, no querer ir con los amigos o salir con la familia a comer, en determinados casos, autolesiones, comentarios negativos acerca de sí misma, conductas de mirarse al espejo continuamente o rituales de comprobación corporal como, por ejemplo, pesarse. 

En el caso de la bulimia nerviosa, las señales de alarma son más difíciles de detectar, pues es una enfermedad que se vive de forma oculta pero algunas señales de alarma podrían ser: cambios a nivel emocional, irritabilidad, inestabilidad emocional o a nivel alimentario, que desaparezca la comida muy rápido de casa, restos de vómitos en los aseos o necesidad de ir al aseo después de las comidas. 

Para Pilar Salorio, la detección temprana de los trastornos de la conducta alimentaria es beneficiosa para la recuperación. «Es muy fácil entrar en estas enfermedades y muy difícil salir de ellas, por eso una detección y un tratamiento multidisciplinar precoz es fundamental», afirma. Por eso en Afectamur existe un equipo multidisciplinar formado por psiquiatras, psicólogas, una médico experta en nutrición y personal de acogida. 

«Para ayudar a estas personas se realiza un tratamiento individual y grupal, mediante talleres relacionados con aspectos fundamentales de la enfermedad, terapia de familia a aquellas familias que lo necesitan, grupos de psicoeducación familiar y un grupo de terapia de padres quincenalmente», explica la psicóloga que compagina su labor en el Servicio Murciano de Salud con Afectamur.

Pilar Salorio es Psicóloga Clínica adjunta en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital General Universitario Reina Sofía de Murcia, que depende del Servicio de Psiquiatría. Se trata de una unidad regional, por lo que ingresan en ella pacientes de toda la Región de Murcia y con conexión con los Centros de Salud Mental y con las asociaciones que tratan estos trastornos de la Región de Murcia, recuerdan desde la Federación de Salud Mental de la Región de Murcia.