Medio ambiente

Satélites para perseguir al ‘enemigo’ verde de la laguna

El uso de estos aparatos sirve como una alerta temprana para la retirada de la biomasa

En rojo, el crecimiento de biomasa en el agua en mayo de 2022. ICMAN

En rojo, el crecimiento de biomasa en el agua en mayo de 2022. ICMAN

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

El uso de satélites se ha descubierto como una herramienta esencial para localizar o predecir los problemas que padece el Mar Menor. Investigadores de la Universidad de Edimburgo, el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía y el Instituto Español de Oceanografía han empleado las imágenes del satélite Sentinel-2 para desarrollar una metodología que identifica con éxito las ubicaciones donde está floreciendo las macroalgas alimentadas por un ecosistema saturado de nutrientes inorgánicos. Este sistema podría utilizarse, señalan, para implantar alertas tempranas y estrategias que permitan cortar el deterioro de la laguna en puntos concretos y recuperar la calidad del agua.

«Facilita el trabajo de las administraciones para eliminar macroalgas con actividades dirigidas y no aleatorias»

Para ello, los investigadores realizaron varias campañas de detección en 2021 y 2022 de forma presencial en la laguna, y luego el empleo del satélite para tomar imágenes en primavera y verano del pasado año. Esto permitió el desarrollo de un modelo que permitía detectar la proliferación de clorofila en el agua. «Cuanta más información se registre sobre la presencia de floraciones de macroalgas, mejor se podrá afinar este tipo de técnicas de detección automática, ayudando a crear una base de datos a lo largo del año que ayudará a que las predicciones futuras dependan menos de la observación ‘in situ’, reduciendo así los costos de gestión», señalan los expertos.

Tecnología europea para monitorizar 

LifeWatch ERIC, la infraestructura virtual europea de ciencia y tecnología para la investigación sobre la biodiversidad y los ecosistemas y los ecosistemas, pondrá al servicio del Gobierno regional su infraestructura para la observación y monitorización del Mar Menor. También se contempla dentro de los objetivos el fomentar el acceso compartido a infraestructuras científicas, la colaboración multidisciplinar y la integración en redes de investigación nacional e internacional, impulsando la formación en relación con las actuaciones de investigación, observación y monitorización.

La metodología se puede utilizar «casi en tiempo real» como un sistema de alerta temprana durante eventos futuros de expansión del fitoplacton. «Facilita el trabajo de las administraciones para eliminar macroalgas con actividades dirigidas y no aleatorias, además de ahorrar tiempo y costes de seguimiento de los buques», explican. Durante el año pasado se llegaron a retirar del Mar Menor 17.000 toneladas de biomasa durante ocho meses. La estrategia seguida «es beneficiosa para múltiples sectores socioeconómicos, como el turismo (al eliminar las macroalgas desde el principio, da una mejor imagen de las playas y el agua de la laguna) o pesca (la eliminación de las macroalgas evita que las redes de pesca colapsen y permite a los pescadores realizar su trabajo)».

Los institutos científicos que han participado constatan también que las macroalgas absorben grandes cantidades de nutrientes, como nitratos y fosfatos que perjudican a la laguna, por lo que «su remoción implica la eliminación de una gran cantidad de estos elementos de las aguas».